DE MIS NOTAS

Tikal 2015 d. C.

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Los aguaceros habían cesado. La selva olía a humedad vegetal. Los monos aulladores aullaban encima de nosotros con estruendos guturales, y un masivo concierto de pájaros acompañaba los esfuerzos escaladores de mi pequeño grupo de exploradores, mientras sorteábamos el tupido y sombreado sendero hacia la Plaza Mayor.

La pequeña Katia —nacida en 2011 d. C.—, firme y observadora, viajando como reina en su carruaje cuatro por cuatro. Pedrito —2007 d. C.—, el largirucho canche, recogiendo muestras de insectos y atento a todo movimiento arriba y abajo del manto selvático. La perceptiva Valeria —2005 d. C.—, sintiendo las energías cósmicas que aún persisten en Tikal. La inquieta Stefania —2003 d. C.—, liderando risas y comentarios a mil por hora. Por último Natalia, —2001 d. C.— la primogénita mayor del clan, exudando belleza y liderazgo.

Al mando de la escuadra de aprovisionamiento y logística, Pedro el grande —1973 d. C.—, amoroso, paciente y ordenado. Y yo, el gran Cacao, jefe del clan flanqueado por su descendencia: Jennifer —1974 d. C.—, guerrera disciplinada antiestrés, y enemiga de insectos, hambre y sed. Y Jackie —1969 d. C.—, la primogénita, fotógrafa guarda memorias acérrima, y repartidora de pócimas cuchicuchi.

Con esta columna exploradora arribamos a la Plaza Mayor el sábado pasado. Fue interesante ver la cantidad de turistas locales y extranjeros que visitaban Tikal. El turismo es un gran germinador de negocios. Un goteo constante que permea todas las capas de la economía local y nacional: El guía, la tiendita, el bus, el transporte aéreo y terrestre, el artesano, el restaurante que compra insumos y productos locales, hasta el hotel que amplía su personal cuando se incrementa el tráfico.

Tomo nota de la dejadez dentro del Parque Tikal en cuestiones tan simples, como por ejemplo la falta de transporte interno para niños, mujeres y personas de la tercera edad que no pueden hacer el recorrido a pie. Un pequeño camioncito con dos bancas de tres personas cada una es el único transporte. Escaso y lento por la demanda, la espera puede durar una hora o más. Y uno puede dejar de vislumbrar cómo un pequeño trencito eléctrico, de esos similares a los del Irtra, haría el recorrido mucho más interesante y cómodo. ¿Será que los espíritus de “la ciudad de las voces” tienen a los administradores oyendo sus propias cuitas y no las de los turistas? ¿No debería el Inguat cuidar de los huevos de oro?

Las facilidades sanitarias en Tikal son insuficientes y no se dan abasto dentro del parque. Construirlas a lo largo de todo el recorrido es imprescindible para evitar tener que “meterse al monte”. Y cosas tan simples como bancas para poder sentarse a descansar y disfrutar del maravilloso espectáculo natural y arqueológico con tranquilidad y sosiego en cada uno de los sitios no existen. ¿Perdón, estamos hablando de bancas? ¿Será tan difícil poder incluirlas dentro del parque? ¡Aló, Inguat! ¿No hay recursos? ¿Por qué no permitir que empresas, como parte de sus programas de responsabilidad social, pudiesen proveer esos servicios e infraestructura básica? Bancas, sanitarios, pequeños quioscos de hidratación y descanso con mesas y sillas adecuadas donadas por las empresas. La administración central del Ministerio de Cultura y Deportes debería permitir a los administradores del Parque Tikal este tipo de planificación interna. ¡Aló!, Inguat, nuevamente.

Salimos radiantes, impregnados de alegría y espíritu de aventura. Tikal es un espectáculo mundial. No hay duda.

La próxima aventura de este clan será la visita de una semana al Reino Kan El Mirador, visitando los sitios de Nakbé, El Tintal y la Danta, esta última, la pirámide más grande del mundo en volumen.

Mmm…, otro día hablaré de ese diamante en bruto que permitiría triplicar el ingreso por turismo.

Por ahora solo oigo las voces de Tikal…

alfredkalt@gmail.com

ESCRITO POR:

Alfred Kaltschmitt

Licenciado en Periodismo, Ph.D. en Investigación Social. Ha sido columnista de Prensa Libre por 28 años. Ha dirigido varios medios radiales y televisivos. Decano fundador de la Universidad Panamericana.