EDITORIAL

Torpeza arriesga una valiosa labor

Las especulaciones sobre nuevos casos descubiertos por la Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala (Cicig) y el Ministerio Público alcanzaron el fin de semana pasado uno de los puntos más altos en cuanto a la exposición y los rumores sobre el serio y necesario trabajo de ambas entidades. La grabación hecha subrepticiamente por una mujer con acento cubano al comisionado presidencial Enrique Godoy evidenció que hasta un funcionario de esa categoría desconoce el trabajo de investigación que desarrollan la Cicig y el MP, hecho nada extraño debido al necesario secretismo con que ambas instancias deben proceder antes de llevar algún tema a los tribunales de justicia.

Sin embargo, es insoslayable el hecho de que, como muchos otros ciudadanos, Godoy asumió como reales los rumores esparcidos por las redes sociales o en pláticas de pasillo. Lo grave es que el comisionado presidencial se prestó de manera increíble a declarar sobre un tema del que no conoce y abrió un espacio de rumores de todo tipo que deben ser evaluados a la brevedad posible.

Ya la filtración de información, fuera falsa o real, era suficientemente grave, en particular porque se trata de un funcionario de alto nivel. Pero tratándose de temas manejados por la Cicig, los comentarios de Godoy implican una fuga gravísima de información, cuyo antecedente cercano fue la filtración del testimonio de Juan Carlos Monzón en la víspera de la primera declaración del sonoro caso de la TCQ.

El jefe de la Cicig, Iván Velásquez, salió de inmediato al paso de este escándalo y declaró el viernes que Godoy desconocía las investigaciones de ese cuerpo sobre TCQ, con lo cual queda oficialmente descalificado como portador o colaborador de la Cicig y este ente protege de alguna manera su integridad.

Los rumores sobre casos que destapará cada cierto tiempo la Cicig han provocado un elevado nivel de expectativa, en especial luego de la seguidilla de denuncias con que el año pasado se escribió la historia política del país, y han servido para generar un ambiente de psicosis entre quienes se sienten potencialmente en riesgo de ser perseguidos, a la vez que ha abierto los espacios para especulaciones, morbo y, sin duda, inestabilidad asociada al lógico clima de persecución.

Es importante hacer un alto en el camino y requerir las debidas explicaciones de la Cicig en torno a los rumores y el secretismo con que se maneja el tema investigativo en ese cuerpo de la ONU. El MP está obligado a hacer lo mismo, pues queda en juego de alguna manera la certeza de que la persecución contra quienes violan la ley impunemente está siendo tratada con seriedad y máximo cuidado.

Una fuga de información en esas instancias no se queda en el morbo, sino ha traído la complicación de casos en el pasado y seguramente en el presente. Peor aún, puede complicar el trabajo que deben hacer la Cicig y el MP en el futuro, porque las investigaciones perderán apoyo de quienes pueden aportar datos importantes para el desenmarañamiento de las tramas. Sin confidencialidad, las aportaciones testimoniales serán nulas, pues implicarán riesgos.

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