HACIA ADELANTE

Transporte sin control

Jaime Francisco Arimany

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En Guatemala tenemos un crecimiento de población cercano al 3%, duplicando la misma cada 27 años, pero si esa es enorme, el aumento de vehículos en circulación es muchísimo mayor. Si ingresaron ciento cincuenta mil autos el año pasado, y había un millón, el crecimiento fue del 15%, a ese ritmo duplicamos la cantidad de los mismos cada cinco años; todos quieren tener transporte propio, pero las ciudades y las carreteras no tienen capacidad para ello.

No se vislumbra una planificación importante en el transporte público, tanto en el citadino como el de los caminos nacionales. Lo peor se detecta en los accesos de varias ciudades del país, especialmente en la capital, donde se complica por estar la Ciudad rodeada de barrancos, ya que ello implica la construcción de grandes puentes, terminar el periférico actual y la construcción de uno o varios más que permitirían el acceso a la misma desde nuevos lugares.

Las ciudades construidas en los siglos anteriores tienen el inconveniente de estar diseñadas en forma de cuadrícula, situación agravada por la falta de pasos a desnivel, los cuales deben ser en serie, para que no sea un alegrón, que se amarga a unos cuantos cientos de metros.

La desesperación que sufren quienes viven en los alrededores de la Ciudad de Guatemala es traumática, tanto para entrar como para salir, especialmente en la mañana temprano y a finales de la tarde. Si se viaja al océano Atlántico en la mañana y no se quiere tener problemas con filas que no se mueven, o si se va rumbo a Escuintla, se tendrá que salir antes de las 6 horas, para evitar atrasos mayores, sin importar durante esas horas hacia dónde se dirija en la mañana o se venga por la tarde; ello ocurre a pesar de que en las principales autopistas se quitan carriles contrarios a los que salen por la mañana o entran por la tarde.

El desastre en la salida desde la capital en los días de Semana Santa, por la carretera a Escuintla y luego en el tramo para Cocales, fue tremendo. Personalmente hice 10 horas de manejo, primero por la salida a Villa Nueva, que de por sí es un desastre, al igual que todos los fines de semana, y luego que se pensaba se había salido del problema, por el km 90 iniciaba una cola de más de 20 kilómetros, confirmado por un amigo que se transportaba en moto, consecuencia del arreglo de las trochas de ida de la autopista, las cuales tenían asfalto recién echado.

En vano se capacita a tantos policías, la ausencia de autoridad en esos tramos carreteros es un reflejo de toda la situación del país. Había autos y buses que se iban en la trocha en que venían los vehículos contrarios, causando desorden, para ser detenidos más adelante por un radiopatrulla, el cual, después de un tiempo, los dejaba pasar. Otros vehículos se introducían en el asfalto nuevo sin que hubiera autoridades que los detuvieran. Lo grave de ello es que puede afectar las condiciones futuras del pavimento.

Dos accidentes en una semana aglomeraron el tráfico a la salida para El Salvador durante varias horas, estaba atrancado yendo por Cayalá en ruta por el Pulqué, por la autopista o por la 20 calle.

jfarimany@hotmail.com

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