CON NOMBRE PROPIO

Un ángel

|

Algunos dicen que los ángeles son mensajeros del cielo, otros nos cuentan que los encontramos en la tierra, son de carne y hueso, aparecen en los momentos más inesperados, cuando más se necesitan. De una u otra forma, con pensamiento religioso o terrenal, los ángeles nos socorren.

Existe, de acuerdo a la tradición, un ángel llamado Ariel. Ariel significa León de Dios, es protector de la naturaleza y de la vida. Sus mensajes son de fuerza y vida.

De la mitad del centro de América vino hace unos años la familia Escalante Pérez, justo de Managua, la ciudad de los lagos. Se estableció en Guatemala y del matrimonio nació un niño, le llamaron Ángel Ariel. El nombre traduce paz y esperanza. Sus papás querían que el chavalito creciera como un patojo sano y con protección Divina. El sueño de Ángel era ser arquitecto, le gustaba dibujar, el arte le entraba por los ojos y le salía por las manos.

El 18 de junio recién pasado, unos pandilleros lanzaron a Ángel del puente Belice. Ciento y pico de metros su cuerpo voló en el vacío. Unos grandes arbustos amortizaron su caída. Dos días antes había desaparecido y sus papás, angustiados, habían activado las alarmas para que las autoridades hicieran su trabajo y lo encontraran, pero fue tarde. Ángel llegó consciente al San Juan de Dios, dijo que lo habían tirado porque se había negado a matar a un piloto. Después llegó la convalecencia y tras 16 días de intensivo murió.

Ángel Ariel fue intimado por pandilleros para matar. Al negarse lo lanzaron del puente. El padre, con el corazón partido, declaró: “La doctora me pidió unos medicamentos y cuando regresé me indicaron que había sufrido un paro cardiaco y ya no pudieron restablecerlo”.

Las noticias en los últimos días han sido de ladrones saqueadores del tesoro público, y es cierto, eso es importante; sin embargo, la verdadera noticia es el drama de Ángel Ariel y miles de niños condenados a vivir una pesadilla, porque nuestro ángel sobrevivió al atentado, llegó a un hospital nacional donde se han robado hasta las sábanas, y la carencia de medicamentos complicó su recuperación. Muy probablemente, en un hospital privado nuestro ángel estaría vivo. El hospital debió haber contado con medicinas, pero allí en el San Juan los pacientes deben tener, con mochila al cinto, sus propias curaciones.

Nuestro verdadero drama es la epidemia de corazones entumecidos, día a día, el dolor ajeno menos nos afecta.

Ser niño en nuestro país es un drama, buena parte de ellos se enfrentan a maras, y si son patojitas, son violadas por algún familiar. Acá es cuento chino hablar de “institucionalidad”, “república” o “democracia”. Hemos perdido lo elemental; para vivir en sociedad, lo primero es la solidaridad.

Ángel Ariel regresó a Managua, el cuerpo regresó a sus raíces, pero su ejemplo y su mensaje deben quedar tatuados en Guatemala. Solo su nombre es un mensaje de vida y los niños no son culpables de las estupideces de los adultos. Esta realidad es el reto del cambio.

ESCRITO POR:

Alejandro Balsells Conde

Abogado y notario, egresado de la Universidad Rafael Landívar y catedrático de Derecho Constitucional en dicha casa de estudios. Ha sido consultor de entidades nacionales e internacionales, y ejerce el derecho.