CON OTRA MIRADA

Un año después

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Mañana 25 de abril se cumple un año de la masiva manifestación popular luego de la revelación del Ministerio Público y la Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala de la mayor estafa al Estado gestada desde la administración, denominada La Línea, liderada por el presidente y la vicepresidenta de la República, ahora en prisión.

Según mis cálculos como manifestante, unas 50 mil personas llenamos la Plaza Mayor de la Nueva Guatemala de la Asunción. Los estudiantes de la Universidad de San Carlos coincidieron con otros de universidades privadas, en un encuentro poco usual. El resto, ciudadanos de todos los estratos sociales y económicos, nos dimos cita de manera espontánea en un gesto de indignación y repudio en contra de la clase política. El hecho ha sido motivo de análisis por entendidos en asuntos sociales, políticos y antropológicos, con tantas lecturas como se le desee dar.

Entre estas, que la movilización ciudadana fue manipulada por los grupos de poder económico tradicional o por las agrupaciones políticas con interés partidario dentro de un proceso de elecciones generales altamente cuestionado; que se trató de un distractor, propio de la globalización a la que no escapamos o que fue una estrategia de la comunidad internacional representada por el cuerpo diplomático acreditado en el país.

Esas acepciones son válidas, pues fue la reacción de una población castrada cívica y socialmente por una larga historia de gobiernos policiacos. Desde la época de El señor presidente sabemos que las paredes oyen y que quien tenemos al lado puede ser un oreja (espía del Estado) cuya misión es denunciar hasta nuestros más íntimos pensamientos.

A mediados del siglo pasado, Guatemala vivió un breve período democrático, producto del derrocamiento del último dictador que se entronizó en el poder 14 años. Durante la llamada Primavera Democrática, 1944-54, se produjeron significativos movimientos sociales, se forjó una de las mejores constituciones políticas, se llevaron a cabo reformas al Estado, creando importantes instituciones públicas de carácter social, y se emprendieron proyectos tendentes a garantizar el desarrollo económico y social en beneficio de la masa.

Tan valiosa innovación fue abortada por los mismos de siempre, quienes han hecho prevalecer sus intereses sobre los de la mayoría, en aquel entonces con el irrestricto apoyo de la Secretaría de Estado de los EE. UU. y liderazgo del embajador J. Peurifoy. En otras palabras, en junio de 1954, ante la invasión de los mercenarios liberacionistas, callamos cobardemente y nos dejamos arrebatar el derecho al progreso, al desarrollo y la civilidad.

Las jornadas de 1962, en contra de la corrupción prevaleciente, fueron acalladas a garrote y bala en plena vía pública, como un oscuro presagio de lo que sucedería a lo largo de las siguientes tres décadas.

El sábado 25 de abril de 2015, al encontrarnos en la Plaza, los ciudadanos recuperamos la voz y notamos que somos muchos y estamos organizados, más de lo que creíamos. Las nuevas generaciones están dispuestas a asumir el liderazgo y los mayores, deseosos y prontos a apoyarlas. Como decía una pancarta: “Nos quitaron tanto, que acabaron quitándonos el miedo”.

jmmaganajuarez@gmail.com

ESCRITO POR:

José María Magaña

Arquitecto -USAC- / Conservador de Arquitectura -ICCROM-. Residente restauración Catedral Metropolitana y segundo Conservador de La Antigua Guatemala. Cofundador de la figura legal del Centro Histórico de Guatemala.