EDITORIAL

Un compromiso con Guatemala

Unos 7.5 millones de guatemaltecos están empadronados y llamados para acudir a la cita con la historia, al poder emitir su voto este día. Ciertamente, dentro de esa cifra entran quienes no se encuentran en el país por haber emigrado y también quienes opten por no asistir, ya sea por desencanto, desconfianza o indignación, aunque en realidad la abstención no representa una postura clara y sí coadyuva a que otros decidan.

Figuran también dentro de los empadronados numerosos ciudadanos que se muestran descontentos con el sistema político y con la práctica de la elección bajo la actual ley de partidos, que se intentó reformar pero que no llegó a tiempo para estos comicios. Parte de ellos manifiesta que no desea votaciones bajo las actuales condiciones, pero los preparativos del Tribunal Supremo Electoral están prácticamente concluidos y ya no cabe ninguna justificación, y ahora la ciudadanía tiene la palabra.

Sobre esos electores que ya han tomado la decisión de acudir a las urnas recae el reto de enviar un mensaje poderoso a todos aquellos que aspiran a conseguir ese voto de confianza para gobernar el país y las alcaldías, así como los que ofrecen llegar al Congreso para impulsar una agenda de reformas. Nadie le puede ni debe decir al ciudadano por quién votar, pero sí se le puede sugerir que no debería hacerlo por aquellos que transgreden la Ley, por quienes quieren comprar el sufragio, ni por aquellos que han sido parte de la corruptela.

Este ejercicio democrático debe realizarse con plena libertad y sin temor, con la convicción de que en la soledad de la urna se está sellando un compromiso de exigencia hacia esa persona que se ha postulado bajo una serie de ofrecimientos. Después de 20 semanas de protestas ciudadanas en contra de la corrupción y otros males que aquejan al país, está claro que en Guatemala el engaño ya no puede quedar impune y que miles de ojos estarán vigilantes sobre quienes resulten electos.

Por mucho tiempo se dijo que la democracia es más que un voto cada cuatro años. Cada ciudadano debe cobrar conciencia del compromiso que asume, de fiscalizar y exigir, cuando emite el sufragio y, en consecuencia, su responsabilidad debe trascender a la jornada de hoy. Los abusos, las medias verdades, el favoritismo de financistas, el transfuguismo y las componendas partidarias que no prioricen el bienestar de la Nación deben ser desterradas.

Es emblemático que la primera vuelta de elecciones caiga en un día de septiembre, el mes de la patria. Esto no debe ser visto a la ligera o como una simple coincidencia que fijan los plazos legales, sino como símbolo del espíritu de nación que debe invadir a todos los guatemaltecos.

Por supuesto, este año tiene especial significancia por las contundentes expresiones ciudadanas que llevaron incluso a la renuncia del presidente, que ya no entregará la banda a su sucesor el próximo 14 de enero del 2014. Tan solo ese hecho debe ser motivo de reflexión para los presidenciables y sus equipos: no se van a tolerar más abusos. El voto es un acto de confianza, pero también un contrato que demanda fiscalización.

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