DE MIS NOTAS

Venezuela dijo ya no más

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Hacemos nuestras las exclamaciones de júbilo de los hermanos venezolanos celebrando la finalización de la larga noche chavista y el arribo de un nuevo amanecer. Como todo experimento socialista demencial hasta los populistas, cansados de la opresión, la escasez y el sufrimiento de la sobrevivencia alimentaria, colgaron los pañuelos rojos por una verdadera democracia y una economía funcional.

El experimento de 16 años comprobó que el populismo funciona mientras las tetas públicas amamantan la demanda pedigüeña de grandes multitudes. Una vez secas, el apoyo se revierte y el entusiasmo beligerante se detiene. Duró mientras las existencias de petróleo permitieron un despilfarro megamultibillonario durante 16 largos años y el control dictatorial de todo el sistema gubernamental, incluyendo las cortes y el Parlamento.

El último boletín oficial del Consejo Nacional Electoral, mientras escribo esta columna, informó que la oposición ha obtenido 112 diputados contra 51 del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV). Con esta mayoría la oposición podrá promover nuevas leyes, designar nuevas autoridades y remover a los magistrados que hasta el día de hoy mantenían una democracia de fachada “legalizando” lo ilegal.

Ahora la mayoría de los venezolanos saben que recuperar el norte, estabilizar la economía, controlar el despilfarro y el saqueo y reconstruir el país son prioridades insoslayables para revertir esa decadencia casi total. Todo el andamiaje gubernamental está corrompido y son pocas las instituciones que se salvan de la contaminación populista. La burocracia se llenó de chavistas aprovechados y el proceso de reversión hacia una administración eficiente centrada en resultados no será posible sin un cambio total de paradigma. El desafío es mayúsculo porque esa burocracia roja no soltará la prenda fácilmente. Lucharán con la verborrea chavista que han aprendido en todo este tiempo. Eso presupone horizontes difíciles para el nuevo gobierno.

No hay duda de que durante los últimos años la Oposición ha aprendido sus lecciones. La unidad siempre fue el talón de Aquiles. Chávez-Maduro supo explotar a los disidentes y no faltaron los rumores de que hasta financiaba a algunos de ellos en forma solapada para generar dispersión y división. Y todo esto lo hizo con el más completo control del aparato político-jurídico utilizando las más inadmisibles estrategias, como la famosa “Operación Remolque”, que movilizaba a última hora a grandes cantidades de votantes haraganes afines con todos los recursos del Estado. Con esta operación lograron captar más de medio millón de votos y con ello derrotar a Capriles, que se perfilaba como el seguro ganador.

Un amigo venezolano me contaba que la situación económica está tan mal, que levantarlo será extremadamente difícil. El único ingreso que tiene el Gobierno venezolano es el petróleo. PDVSA, la “joya de la corona” y principal generadora de ingresos del país, está en su peor momento histórico. La corrupción y el desorden interno no solo han causado la pérdida de decenas de miles de millones de dólares, sino también a la crema y nata de los profesionales petroleros venezolanos, reconocidos a nivel mundial por su experiencia y excelencia técnica. La mayoría de esta clase profesional han emigrado hacia Colombia y Ecuador, en donde están levantando la producción petrolera de esos países en compañías competidoras. Con los precios tan deprimidos del petróleo, levantar la producción venezolana será difícil en medio de cambios políticos de tanta grandes.

Kirchner, en Argentina; Maduro, en Venezuela; el efecto boomerang llegará a aquellos países con economías deprimidas. Correa ha logrado sostenerse gastando a manos llenas más de 228 mil millones de dólares en los últimos años, gracias a la bonanza económica del petróleo. Más que todos los gobiernos anteriores juntos. Sin embargo, desde la depresión petrolera ha tenido que prestar. Ya recetó enmiendas constitucionales. ¿Se acabará la fiesta también ahí?

ESCRITO POR:

Alfred Kaltschmitt

Licenciado en Periodismo, Ph.D. en Investigación Social. Ha sido columnista de Prensa Libre por 28 años. Ha dirigido varios medios radiales y televisivos. Decano fundador de la Universidad Panamericana.