REFLEXIONES

Victorias y desafíos

Frank LaRue

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Todo pueblo debe saber celebrar sus victorias y esta situación de los últimos días ciertamente nos ha provocado mucha alegría; por primera vez en la historia se logra que el Congreso dé con lugar el proceso de antejuicio contra un presidente en funciones, con lo cual se le retira la inmunidad derivada de su cargo, permitiendo que se le inicie proceso penal.

Este es un proceso único, en el que Cicig y el MP permitieron llevar este antejuicio a feliz término.

Algunos han manifestado su preocupación sobre el hecho de haber llevado al Estado a estos niveles de crisis política, pero a mí me parece un signo muy positivo que prevalezca la demanda por la transparencia en el poder político y el fortalecimiento de la justicia, el hecho de que el país está en crisis es producto de que estas demandas que por primera vez en la historia han prosperado y un gobierno colapsa ante el hecho de que la corrupción al más alto nivel se haya hecho pública y de que el pueblo en forma amplia y con indignación y determinación manifieste públicamente su voluntad. El antejuicio contra Otto Pérez y el voto que lo aprobó en el Congreso debe entenderse como una victoria del pueblo de Guatemala que supo mantener un movimiento vivo, latente, amplio y pacífico desde abril hasta la fecha.

Pero al igual que sabemos celebrar las victorias del pueblo de Guatemala, debemos levantar nuestra voz en precaución a los desafíos y amenazas que enfrentamos, y me surgen tres de inmediato. El primero es que insistir en el antejuicio del Presidente ha tenido un efecto que descuidó la exigencia al Congreso de la reforma a la LEPP, que en último caso tiene mayor importancia estratégica, pues es necesaria para determinar reglas del juego más democráticas en el quehacer político. El segundo, pareciera que el único problema de la crisis política es la permanencia en el cargo de OPM, con lo cual se descuida el otro gran desafío de la crisis: el proceso electoral que se está dando en las mismas condiciones de siempre, sin transparencia de las finanzas electorales, sin un régimen democrático al interior de los partidos y sin garantías de que el día electoral no se den serias deficiencias como la compra de votos o actos de agresión cerca de los centros de votación. En las actuales condiciones convulsas del país no existe un ambiente propicio para confiar en un proceso electoral.

En última instancia y más importante aún está el fenómeno de las opciones electorales con las que contamos, que son parte de esa crisis política, pues votar por los rojos implicaría apoyar un modelo político igual al actual pero mucho más peligroso, o votar por Jimmy, que por cierto nunca es mencionado en los debates y análisis, es votar por una persona no calificada para ser estadista y manipulada por un sector del ejército y del empresariado.

El voto debe ser muy reflexionado y diferenciado para los diferentes cargos que se proponen.

flarue1@hotmail.com

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