ECLIPSE

Vivir sin miedo

Ileana Alamilla

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Hoy es un día para celebrar la vida, para recordar a las heroínas Minerva, Patria y María Teresa Miraval, las luchadoras dominicanas asesinadas por la dictadura de Trujillo, quienes inspiraron a las feministas a solicitar en 1999 a la ONU, que estableciera el 25 de noviembre como el Día Internacional de la no violencia contra las mujeres.

Ellas fueron parte de un movimiento político en búsqueda de la democracia y la libertad, su inspiración las colocó en el ojo del tirano, quien ordenó que les dieran muerte a golpes, para intentar disfrazar el crimen como un aparente accidente automovilístico.

Ese abominable acto sumó adeptos a su causa. “Las Mariposas” son ejemplo de dignidad, valentía, lucha y convicción. Sentimos un enorme orgullo de ser sus congéneres y compartir con ellas anhelos e ideales por los que hemos luchado.

Hoy día, esa otra parte de la humanidad, sin la cual es inconcebible la vida, no queremos ser representada como víctimas, sino como luchadoras por una vida digna, sin miedo, con respeto a nuestros derechos, a la igualdad y la libertad, a pesar de que persiste la violencia.

Tanto en veredictos individuales, como en colectivos y en costumbres que aducen que así ha sido siempre, algunos sectores sociales pretenden justificar los actos de agresión en contra de las mujeres. Incluso se pronuncian condenas que rayan en lo aberrante al imputarles la culpa de lo que les ocurre.

Esto se da especialmente si es una agresión sexual, delito en el cual se le arrebata su integridad, su privacidad y en ocasiones hasta su vida. Se pretende justificar con el uso de vestuario, de acudir a algunos centros de diversión y de caminar por lugares oscuros y desolados. Esos argumentos pueden provocar que los agresores se sientan seguros y continúen delinquiendo.

Como sociedad debemos eliminar esos estereotipos que han generado la naturalización de la violencia sexual. Otros argumentos son que las propias mujeres provocan o aceptan la violencia, ya que consideran que deben “sobrellevar” la cruz de haber escogido a un mal marido, o que algo hicieron mal, por lo que su pareja les da malos tratos.

El silencio ya se rompió en Guatemala, uno de los países que había reportado las mayores cifras de asesinatos de mujeres; el incremento de denuncias contra agresores es una prueba, en el marco de la trilogía de leyes que sancionan estos delitos; el abordaje social del fenómeno, la cobertura en los medios, los juicios diligenciados en los Tribunales Especiales para juzgar los casos de femicidio y otras formas de violencia en contra de la mujer, son adelantos que poco a poco contribuirán a erradicar la violencia en contra de las mujeres en todas sus manifestaciones; la denuncia es indispensable.

Mi reconocimiento a las feministas, a las organizaciones de mujeres y a la licenciada Thelma Aldana, quien ha liderado estas reivindicaciones en el ámbito jurisdiccional.

iliaalamilla@gmail.com

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