IDEAS

¿Y la corrupción?

Los burócratas oyen truenos y ni se dan por enterados. Esta semana, el ministro de Finanzas salió muy campante indicando que el presupuesto para el año entrante subirá a 73 mil millones de quetzales y que, como no les autorizan préstamos por los señalamientos de corrupción, entonces lo van a financiar con bonos gubernamentales. ¿Y la corrupción? Bien gracias, parece no ser problema que le ataña al ministro de Finanzas. ¡Y eso que él es el responsable de todo el dinero que se gasta en el Gobierno!

No importa que buena parte del presupuesto se pierda en corrupción, en obras que no se hacen bien pero que se pagan a precio de diamantes, en plazas fantasmas a todo lo largo y ancho del Gobierno, en privilegios sindicales negociados a conveniencia de los líderes sindicales en perjuicio de los tributarios que corremos con los costos, en sobreprecios en la compra de casi todos los insumos que se adquieren en el Gobierno, en oscuros fideicomisos que hasta la fecha han escapado a la fiscalización. No, a los burócratas nada de eso les importa.

Las investigaciones que se han hecho y que este año han revelado la punta del iceberg de la corrupción dentro de la administración pública también les tienen sin cuidado. Una vez no sea a ellos a quienes descubran, no importa. Son tan pocas las posibilidades de que todos los que están involucrados en la corrupción sean perseguidos que no importa; algunos pocos caerán víctimas de su mala suerte o su avaricia, pero los demás seguirán mamando tranquilamente de la generosa teta de los tributarios.

Que la ciudadanía esté molesta por la corrupción desenfrenada, tampoco es algo que les importa. Al fin, saben que los tributarios están obligados a pagar impuestos, so pena de parar en la cárcel, indistintamente de que los impuestos que pagan se utilicen bien o mal, que se los roben, los despilfarren o se los fumen. No importa que hagan manifestaciones en contra de la corrupción, una vez sigan pagando sus impuestos, que son de los que viven todos en la administración pública. Y si no pagan lo suficiente, tampoco importa, porque emitirán bonos que no son más que impuestos futuros que los tributarios y sus descendientes, tarde o temprano, tendrán que pagar.

Yo no tengo una cifra exacta del tamaño de la corrupción dentro del Gobierno, pero tiendo a creerle más a la ex vicepresidenta Roxana Baldetti —que de seguro bastante sabe de estas cosas— cuando decía hace algunos años que alrededor del treinta por ciento del presupuesto se perdía en corrupción que a quienes ahora salen diciendo que es menos del diez por ciento. Lo cierto es que, indistintamente de quién le acierte más al monto robado, en ambos casos estamos hablando de miles de millones de quetzales que anualmente le roban los corruptos a los guatemaltecos.

En esa luz, me parece inaudito que los burócratas sigan hablando del presupuesto como si nada de eso tuviera que ver con ellos. Los guatemaltecos no podemos ni debemos aceptar el cinismo de los burócratas. ¿Vamos a dejar que presenten este presupuesto abultado de corrupción y que luego en el Congreso lo aprueben sin ningún cuestionamiento?

 Fb/jjliber

ESCRITO POR:

Jorge Jacobs

Empresario. Conductor de programas de opinión en Libertópolis. Analista del servicio Analyze. Fue director ejecutivo del Centro de Estudios Económico-Sociales (CEES).