Las misivas fueron redactadas desde el Lycée Michelet, un internado de París. La destinataria: Marie Delphine, su madre, a quien en ese entonces tenía 7 años de no verla.

En la correspondencia que sostuvieron desde 1925 —cuando Pierre de 11 años y Marie Delphine se separaron— hasta 1934, año en el que se volvieron a encontrar, siempre le contaba de los premios que ganaba en las clases de Matemática, Física y Química.

“Muy querida mamá, regresé a París el sábado pasado y tuve la felicidad de encontrar una carta suya. Desde el lunes he trabajado durísimo en la revisión de las materias para presentarme al examen de bachillerato. Todo este esfuerzo lo hago para recompensar todos los sacrificios que hace por mí”, escribió Pierre el 22 de agosto de 1936.

En esa misma carta le notificó que viajaría a Hamburgo el 13 de octubre, para luego abordar el SS Cordillera con destino a Puerto Barrios, Izabal.

Guatemala

La Primera Guerra Mundial convirtió a María Delphine en una joven y bella viuda con un pequeño de tres años (Pierre), pues su esposo, el soldado italiano Vittorio Celestino Bonin, de 22 años, falleció el 16 de mayo de 1917, en medio de la batalla de Isonzo. Devastada, se refugió en Francia.

Se ganó la vida en hoteles desempeñando oficios domésticos hasta que conoció a Urbano Sánchez, un acomodado comerciante guatemalteco, descendiente de la familia Barrios, con quien se casó.

María Delphine arribó a este país acompañada de su nuevo esposo. En tanto, el pequeño Pierre encontró consuelo en madame Padilla, la encargada de la enfermería del colegio, quien lo observaba llorar frecuentemente por los pasillos del internado.

Coincidencias de la vida, años después, la enfermera contrajo matrimonio con un médico guatemalteco con quien formó un hogar en este país.

Tras más de una década de separación, María Delphine y su hijo finalmente se reunieron. Pierre ingresó a la universidad de San Carlos y en 1942 obtuvo el título de Químico Farmacéutico. Instaló un pequeño laboratorio, el que hoy se conoce como Laboratorio Bonin, en el edificio de las Hermanas de la Caridad, en la Casa Central.

“En aquel tiempo las soluciones parenterales se importaban a un costo muy elevado, por lo que Pierre Bonin produjo los primeros sueros inyectables”, cuenta Marie Hellen Bonin, hija del farmacéutico.

Al estallar la Segunda Guerra Mundial, Pierre, como años antes le sucedió a su padre, recibió el llamado para alistarse, solo que esta vez al servicio del ejército francés.

Como parte del personal sanitario llegó a África del Norte.

Una bella argelina

A su llegada al hospital de la ciudad de Blida, Argelia, quedó impresionado por la belleza de una joven delgada, de ojos azules y cabello castaño, que arreglaba con anchoas para lograr un efecto rizado, su nombre: Laure Adreit.

Laure, de 28 años, era la asistente del laboratorio del hospital donde Pierre había sido asignado.

A diferencia de Pierre, quien era hijo único, ella nació en una familia de ocho hermanos que había llegado a Argelia.

Los Adreit se radicaron en Isserville-Les_Issers, un valle a 60 kilómetros de Argel, la capital de Argelia, común por sus viñedos. Fueron parte de un grupo de colonos con la misión de poblar la entonces colonia francesa.

El 28 de agosto de 1945, unos días antes de que se declarara finalizada la guerra, Pierre y Laure se casaron en Argel. La pareja volvió a Guatemala para hacerse cargo del Laboratorio Bonin, que este año cumplió 75 años. Juntos criaron cuatro hijos.

El 11 de noviembre de 1967, Pierre fue asesinado. Laure le sobrevivió 14 años más; murió víctima de un cáncer.

Laure Adreit, en su juventud.