Revista D

Dónde, por qué y quiénes disfrutan el café que se cultiva en Guatemala

Estados Unidos, Japón y Canadá figuran en la lista de los grandes compradores del grano chapín.

El café es una de las bebidas que más se consume en el  mundo. Tomando una taza se han cerraron miles de negocios que generaron grandes fortunas y también bancarrotas. Es el mejor relajante para comenzar una conversación espinosa y, en muchas ocasiones, ha sido el primer paso de una relación amorosa. Su delicioso aroma ha sido testigo de millones de conversaciones en las que se llegaron a acuerdos o quedaron abiertas.
Es tan universal que muchos intelectuales se han referido al grano de buena manera. El escritor francés Honoré de Balzac, por ejemplo, dijo: “Tan pronto como el café llega al  estómago, sobreviene una conmoción general. Las ideas empiezan a moverse, las sonrisas emergen y el papel se llena. El café es su aliado y escribir deja de ser una lucha”.

Embajador itinerante

Este humeante, delicioso y absorbente grano es el gran emisario chapín que viaja desde las entrañas de Guatemala hasta  la mesa de millones de ciudadanos entre los trópicos de Cáncer y Capricornio. Parten de  Antigua, Atitlán, San Marcos, Huehuetenango, Cobán, Acatenango, Cobán, Fraijanes y Oriente, que son las ocho regiones en las que la Asociación Nacional del Café —Anacafé— ha  clasificado el aromático.

En la lista de países que surten el planeta, Guatemala ocupa uno de los 10  primeros lugares, a pesar de que su territorio es pequeño. La  última cosecha  2015-2016 fue de tres millones 950 mil  quintales de café oro, y, aproximadamente, el 90 por ciento fue adquirido por tan solo 10  países  —tres millones 563 mil 41 quintales—.  El  resto lo importaron otras naciones en regulares y pequeñas cantidades, como la República Checa, que compró cinco quintales o Bulgaria, que negoció  65, según un análisis de la Asociación de Exportadores de Café —Adec— con base a estadísticas de Anacafé.

El país donde más personas disfrutan una taza del aromático nacional es Estados Unidos (EE. UU.), adonde el año pasado los exportadores enviaron un millón 270 mil 415 quintales. Esta tendencia ha sido constante a pesar de que durante los últimos años ha decrecido un poco. En el período 2011-2012, por ejemplo, se enviaron a ese destino dos millones 207 mil 13 sacos.  
El gusto por esta bebida en la tierra del Tío Sam se evidencia cuando se observa a sus habitantes caminar con sus grandes vasos desechables repletos de cafeína —se calcula que en promedio beben 3.1 tazas al día—. El más característico es el café americano, creado durante la Segunda Guerra Mundial cuando, según se cuenta, los soldados echaron agua caliente sobre sus espressos para que abundaran.

El segundo cliente es Japón, que el año pasado importó 803 mil 624 quintales —17 por ciento—, pero contrario a EE. UU. es un mercado en ascenso, pues  en el 2011-2012 importó 608 mil  289. “Este nicho es muy importante pero demanda mucha calidad y cumplimiento de los contratos”, comenta Jean Paul Brichaux, director ejecutivo de Adec.

Quizás las bajas temperaturas que imperan en Canadá, y el gusto por disfrutar una buena taza de café, hacen  que ese país sea uno de los grandes compradores a nivel mundial de este grano. Es el tercer socio en este mercado, pues el año pasado importó  517 mil 286 quintales —13 por ciento— con lo cual mantuvo su ascendente interés por comprar a Guatemala.

La Organización Internacional del  Café —OIC—  calcula que el consumo por persona en ese país es de al menos 5.9 kg al año, y que sus principales proveedores son Colombia —29 por ciento—,  Brasil —22 por ciento—, Guatemala —14 por ciento—  y Perú —5 por ciento—, entre otros.

Los otros países que ocupan un lugar en este ranquin nacional son: Bélgica con 298 mil 311 quintales —8 por ciento—; Italia con 178 mil, 902 —5 por ciento—;  Alemania 191 mil 429 —5 por ciento—; Corea del Sur con 119 mil 700 —3 por ciento—;  Noruega 74 mil 135 —3 por ciento—; Países Bajos 60 mil 826 —1 por ciento— y Taiwán  48 mil 413 —1 por ciento—.

 A estas naciones  se envía todo tipo de café,  por lo es  complicado  definir  cuál es el favorito. El catador Eduardo Ambrosio, “es  difícil afirmar, por ejemplo,  que a  EE. UU. le gusta uno  y a Japón  otro, porque ambos tiene diversidad de mercados.  Al  segundo  antes no le gustaba  la acidez, ahora es distinto. Todo ha cambiado”, comenta.

Lo que  caracteriza a los nipones es que tienen  más normas fitosanitarias —uso de agroquímicos y pesticidas—. Es un mercado más exigente pero menos volátil, más estable a largo plazo y paga mejores precios. Un tanto distinto al estadounidense, lo cual se refleja en las cifras de importación, explica Ambrosio.

 ¿Por qué gusta?

En el mundo del café, Guatemala debe competir contra gigantes como Brasil y Vietnam, que anualmente producen  entre 20 y 30  millones de sacos; sin embargo, la clave para que el país ocupe uno de los primeros puesto a nivel mundial como vendedor es, entre otras razones, por su variedad.
 Ambrosio explica  que la fortaleza del  país radica en la diversidad de cafés que se producen en los muchos       microclimas.  “Buscan los de Guatemala por su balance, no es tan suave, es más frutal o cítrico. El de  Antigua, por  ejemplo, es muy diferente a los de Huehuetenango y Cobán, y esa variedad ayuda mucho”, afirma.
Estas características permiten exportar, al menos, de dos maneras. Según Brichaux se puede hacer por regiones (ocho)  y por su altura: El  Duro que se cultiva a más de  mil 370 m s.n.m;  el Semiduro  entre mil 66  y mil 370 m s.n.m. y el Extraprima entre 762 y mil 66 m s.n.m.
El que más se vende es el Duro. El año pasado se enviaron al exterior  tres millones 162 mil 985 de esta clase, lo que equivale el 80 por ciento. Le siguieron el Prima/ extraprima con 337 mil 439 y el Semiduro/ duro con 298 mil 763 y por último otros 150 mil 813 —4 por ciento—.
 “Los que mas se exportan son los que se dan a mayor  altura, tienen más potencial, mejores características y  oportunidades de diferenciarse en el mercado. Son los que están abriendo esa brecha de diferenciarlos no solo por su calidad, sino también por su origen”, explica Brichaux.

La  tercera ola

En el abanico de gustos para disfrutar el café hay un sinnúmero de formas y maneras, sin embargo, en los últimos años, según Ambrosio, en muchos  países se está poniendo de moda la Tercera ola, que  se caracteriza porque en el empaque del grano va el nombre del productor, la variedad, de dónde viene y su  trazabilidad. “Este es el segmento que está creciendo, es muy especializado”, comenta.
Explica que en la   Primera ola se incluyen todos los instantáneos e industriales que están muy enfocados a usarse en  mezclas y bajar los costos de producción, mientras que los de la Segunda ola están más destinados a respetar, por ejemplo,  sus orígenes como los de Antigua, Huehuetenango, Oriente, Fraijanes.

Desde 1990

De acuerdo con José Ángel López, quien fue miembro de la Junta Directiva de Anacafé desde 1986 y presidente de la  misma entre el 2004 y el 2006, el país comenzó a lanzar su estrategia de regionalizar el café en los años de 1990, con  lo cual se alcanzó una gran demanda en el extranjero. “De ahí se derivó esa preferencia y en el mercado nacional también se ha ido incrementando durante los últimos 20 años”.
Considera que en este boom contribuyó el auge de los cafés especiales que promocionó Starbucks y que transformó los hábitos en EE. UU.
Opina que el café que comenzó a abrir brecha en el extranjero fue el Antigua en la década de 1970 y continúa manteniendo  su calidad a nivel mundial.

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