Revista D

El Nobel de Literatura 1967 escribió excelsas obras para niños

Miguel Ángel Asturias no perdió su característico estilo ni para redactar cuentos infantiles.

En las ilustraciones de Los cuentos del Cuyito se aprecia el colorido guatemalteco; son del español Nivio López Vigil.

En las ilustraciones de Los cuentos del Cuyito se aprecia el colorido guatemalteco; son del español Nivio López Vigil.

“Don Claro, clarinero, y doña Clara, clarinera, familia de clarineros, parientes de los luceros por el brillo de su pluma, húmedo azul en espuma, el dibujo de su estampa, de ágil acero templado, sus picos negros, muy negros y ojos de oro tul”.
De esta forma, el literato guatemalteco Miguel Ángel Asturias empieza su cuento  Clarín clarinero, el cual forma parte del libro Los cuentos del Cuyito, publicado por primera vez en el 2000 por la Editorial Piedra Santa.
Esas obras para niños fueron redescubiertas por Irene Piedra Santa en una reunión que sostuvo con Miguel Ángel hijo en Buenos Aires, Argentina, en 1990. “Cuando él y su hermano Rodrigo eran niños y vivían en la Ciudad de México, su papá les enviaba cartas desde Guatemala. En estas había cuentos”, recuerda.
El hijo del Nobel de Literatura 1967 le mostró las misivas originales y lo que había ahí eran unas joyas. “Están fechadas el 23 de enero, 5 y 19 de febrero, y 5 y 20 de marzo de 1947”, explica.
En la primera, Asturias padre escribió: “Miguelito: Me cuenta tu mamá que mi carta anterior la guardas con gran cariño. Así se hace Duendecito. Yo espero que pronto sepas escribir, como Rodrigo, para recibir tus letras. Te mando un cuento que me contaron para que te lo contara. Se llama La palomita verde”.
En el párrafo siguiente empieza el relato: “Doña Palomita, que es muy tortolita, y don Palomón, que es muy picudón, hicieron su nido en una casita plantada en el patio de un gran caserón”.
Este también está incluido en Los cuentos del Cuyito —se llama así porque el literato le decía Cuyito a su hijo Miguel Ángel—. “Son textos hermosos que no perdieron el sello asturiano, ya que tienen mucha musicalidad, mucha rima”, dice Piedra Santa.
Tal detalle es digno de destacar, ya que, pese a que los escritos están dirigidos a niños —en su momento a sus hijos—, Asturias no bajó la guardia. “Muchos, al redactar cuentos para infantes, hacen oraciones de 10 o 15 palabras y no aportan nada al lenguaje; el Nobel, sin embargo, nunca se disminuyó. Incluso, esos textos los incluyó en una obra mayor, El alhajadito”, refiere Piedra Santa.
Asimismo, el autor mantuvo en mente muchas costumbres y palabras guatemaltecas. “¡Calambre! ¡Caramba! Del huevo redondo salió un pichoncito. Doña Palomita le echó salivita y don Palomón le dio aventón para que acabara de salir lueguito”, se lee más adelante.
Los cuentos del Cuyito, además de Clarín clarinero y La palomita verde, tiene otras tres historias: El corazón de aguacate, Zopilotes blancos y La maquinita de hablar. “Al leerlos se recomienda la mediación de un adulto para que los pequeños puedan apreciar la belleza de los cuentos, la musicalidad y la poesía que encierran”, comenta Piedra Santa.

Crítica al capitalismo

Aunque los cuentos anteriores fueron escritos para sus pequeños hijos, Asturias no imaginó publicarlos para un público masivo y exclusivamente infantil. El único relato que sí redactó pensando en eso fue El hombre que lo tenía todo todo todo —en realidad, es más para adolescentes en adelante, por la complejidad de la estructura, temática y lenguaje—.

“Alucinante, imaginativa y profunda: esta novela resulta también esplendorosa. A lo largo de un argumento fantástico en el que saltan y vuelan pantuflas con suelas que llevan militares de pulgas; tele-sapillos que se comunican telegráficamente con su rey, el gran Chilabaco; el rey sapo que abre su corazón al hombre que lo tenía todo todo todo. Precisamente a él, que respira con dos grandes imanes escondidos en su espalda y era capaz de atraer todo el oro del mundo”, se lee en la contraportada. “Es esta obra, Asturias aprovechó para hacer una crítica al sistema capitalista”, explica Piedra Santa. “Se habla de riqueza, poder y amor”, agrega.
La Editorial Piedra Santa identificó que el capítulo VI podía funcionar como un cuento independiente y que podía ser leído por niños de nueve años en adelante. De esa cuenta, lanzó una edición homónima a la obra original de Asturias. “El hombre que lo tenía todo todo todo suprimió el “mío” y el “tuyo”, borró de su lenguaje los pronombres posesivos. Para qué, si todo era de él”, empieza el relato.
Este libro incluye un CD con una cantata titulada Historia del niño que se llamaba Espejito con ojos. Las composiciones son obras  del maestro Joaquín Orellana. “Le pedimos que preparara unas canciones, pero le gustó tanto el cuento de Asturias que terminó haciendo una ópera”, expresa Piedra Santa.

Leer a Asturias desde niños

Leer es imprescindible para el desarrollo espiritual, profesional y cultural de una persona. Leer a Miguel Ángel Asturias, por supuesto, también lo es, ya que es uno de los escritores más laureados y uno de los precursores del boom latinoamericano.
Sin embargo, empezar con obras como El señor presidente, Hombres de maíz o Mulata de tal podría ser, de cierta forma, contraproducente, porque son complejas.
Por ello, Clara Lucía Pérez Arroyave, investigadora y tallerista en temas de Literatura, promotora de lectura y escritura, recomienda que la lectura del Nobel 1967 empiece desde edades tempranas.
En el caso de los niños que aún no leen les queda magnífica la cantata de Orellana y que sus padres les reciten fragmentos de Los cuentos del Cuyito.

Para quienes cursan entre 1ro. y 6to primaria se les aconseja la obra completa de Los cuentos del Cuyito y fragmentos del cuento de El hombre que lo tenía todo todo todo, mientras que desde 1ro. básico se comprende mejor la novela, así como la Antología poética.
Por último, a los de bachillerato se les puede incentivar a leer El espejo de Lida Sal.

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