Revista D

Impresionantes imágenes que revelan la belleza del Canal de Chiquimulilla

En Monterrico, Santa Rosa, no solo hay playas, también puede recorrer el Canal de Chiquimulilla y adentrarse a un hermoso hábitat donde conviven varias especies de animales y plantas.

La Reserva Natural de Usos Múltiples Monterrico, está administrada por el Cecon (Centro de Estudios Conservacionistas) de la Universidad de San Carlos. (Foto Prensa Libre: Tono Valdés)

La Reserva Natural de Usos Múltiples Monterrico, está administrada por el Cecon (Centro de Estudios Conservacionistas) de la Universidad de San Carlos. (Foto Prensa Libre: Tono Valdés)

Paralelo a la costa del Pacífico de Guatemala y con un paisaje único; así es el Canal de Chiquimulilla, el cauce artificial que se ha convertido en un paraje turístico, pues además de sus 140 kilómetros de extensión —atraviesa tres departamentos: Escuintla, Santa Rosa y Jutiapa— y 2 mil 800 hectáreas de manglares, es el refugio para de una exuberante flora y fauna que ha sido retratada miles de veces, la mayoría por nacionales, pero cada vez más por foráneos.


Este enclave es alimentado por varios ríos, entre ellos Cojolate, Achiguate, María Linda, Los Esclavos y el Nuevo Paz, así como por otras corrientes menores, lo cual permite que más del 85 por ciento de su trayecto sea navegable y cuente con puntos idóneos para practicar pesca o avistamiento de aves.

Su construcción, que tuvo como fin primordial ser una vía de acceso para el intercambio de productos comerciales, fue autorizada en 1887 por el presidente Manuel Lisandro Barillas, y su inauguración llegó seis años más tarde, durante el mandato del general José María Reina Barrios.

Más que playas


Pese a que los principales atractivos para los visitantes de Monterrico sean el mar, la playa y toda la fiesta que se monta, sobre todo en esta época, tomar una excursión para conocer su Reserva Natural de Usos Múltiples, que forma parte del Canal, es altamente recomendable.

 “Desde nuestra comunidad parten muchos tours que, relativamente, son accesibles, pues los hay de Q100 por persona —en grupos de hasta 20— o los de Q150 en adelante, dependiendo de los privilegios que se deseen”, asegura José Ángel Cuellar, quien forma parte de Eco Guías. 
“Es importante salir a las cinco de la mañana para contemplar el alba y con este marco observar los volcanes Pacaya, Agua, Fuego y Acatenango”, comenta Cuellar.

El periplo, que puede ser de hasta dos horas en una lancha con o sin motor, ofrece dos mil 800 hectáreas entre bosques de mangle.
Estos son estructuras vegetales que, además de formar hermosos y caprichosos paisajes verdes que parecen derramarse sobre el agua, son esenciales para muchas zonas del planeta donde, sin embargo, están desapareciendo.

También cobijan especies de aves de paso, así como a moluscos, peces y crustáceos, muchos de ellos importantes para la alimentación humana. Sus enmarañadas armaduras protegen a estas especies de sus depredadores y resultan un lugar estratégico para el aparejamiento y la cría.

De igual forma proporcionan protección contra catástrofes naturales, haciendo de parapeto contra los vientos, y capturan hasta 17 toneladas de dióxido de carbono por hectárea.

Qué se puede ver


Si bien hay diversidad de fauna, lo que los visitantes observan con más frecuencia son aves —garzas, gavilanes y gaviotas—. “Y si la fortuna nos acompaña tendremos la oportunidad de ver animales en peligro de extinción —caimanes, tortugas de agua dulce e iguanas—”, dice Cuellar.
En Monterrico, además de visitar el Canal, hay muchas otras cosas divertidas para experimentar, como el avistamiento de cetáceos. La ciencia los ha dividido en dos subórdenes, el de los odontocetos —que tienen dientes—, como los delfines y los cachalotes, y los misticetos, que tienen barbas, entre estos las ballenas.
La mejor época para este menester es entre diciembre y abril, incluso hasta mayo, ya que en esos meses la posibilidad para su avistamiento se eleva hasta un 80 por ciento, aunque para la buena visibilidad hay que tener en cuenta factores como el viento, el oleaje y la nubosidad.

Estos tours son mucho más caros, pues tienen un costo entre Q900 y Q1 mil cien por persona, si acaso se viaja en una tiburonera, o hasta Q1 mil 300 si se decide ir en un yate, pues este incluye varias comodidades.
Pero si lo que busca es relajarse y tomar el sol, Monterrico cuenta con una buena cantidad de hoteles frente a playas de arena negra, los cuales, claro está, ofrecen servicio de restaurante y bares. Los hay de todas clases, desde los de una estrella hasta los de tres.

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