Revista D

Mártires de la fe

Las escalofriantes imágenes de 21 cristianos coptos egipcios en traje naranja, arrodillados en fila a la orilla del mar con sus respectivos verdugos dieron, recientemente, la vuelta al mundo, generando indignación y rechazo.

El asesinato de los 21 cristianos egipcios a manos de la milicia Estado Islámico (EI) causó indignación y rechazo.

El asesinato de los 21 cristianos egipcios a manos de la milicia Estado Islámico (EI) causó indignación y rechazo.

Ha sido un capítulo más de una serie de asesinatos perpetrados por el grupo miliciano Estado Islámico (EI), cuyos cerca de 25 mil efectivos han sembrado el terror en el Medio Oriente.

Las víctimas habían sido capturadas en la ciudad de Sirte, en la costa libia, en dos incidentes aislados, en diciembre y enero. A pesar de la inseguridad y el caos que padece Libia, allí viven miles de egipcios que han dejado su país ante la falta de expectativas.

“Esta no es la primera vez que un grupo yihadista —terrorista islámico— libio asesina a inmigrantes cristianos coptos. Hace aproximadamente un año, fueron hallados en una playa los cadáveres de siete, una minoría que representa aproximadamente el 10 por ciento de la población egipcia”, cita el diario español El País.

Tampoco ha sido la primera vez que hombres, mujeres y niños han sido perseguidos como consecuencia de su fe, mas bien ha sido una constante en la historia, aunque los cristianos, en sus distintas denominaciones, han sido mayoría.

“Se estima que en el 2012 murieron por sus convicciones religiosas 105 mil cristianos, es decir, un muerto cada 5 minutos”, afirmó el sociólogo Massimo Introvigne, coordinador del Observatorio de la Libertad Religiosa en Italia, quien añadió que se trata de “proporciones espantosas”.

“Las zonas de riesgo son muchas, pero se pueden identificar básicamente tres: los países donde es fuerte la presencia del fundamentalismo islámico: Nigeria, Somalia, Mali, Pakistán y algunas regiones de Egipto; los países donde aún hay regímenes totalitarios comunistas, encabezados por Corea del Norte, y aquellos donde existen nacionalismos étnicos, como el Estado de Orissa, en India”, explicó.

En Orissa, por ejemplo, en el 2014, cinco cristianos fueron asesinados, entre ellos un niño de 11 años, por odio religioso. Junto a ellos, más de 300 sacerdotes, pastores y líderes de las comunidades cristianas han sido atacados, golpeados y heridos, sumado a 2 mil mujeres y niños, víctimas de la violencia. Los autores son grupos extremistas hindúes, según el blog Loyola XXI.

Para el periodista español Jorge Marirrodriga, de El País, “es difícil describir en unas pocas frases el sentimiento de abandono absoluto y desamparo total que sienten los cristianos de Siria e Irak. Este mensaje, reiterado en la constante peregrinación que desde hace unos meses realizan los representantes de diferentes confesiones por platós de televisión y redacciones de medio mundo no ha terminado de calar en las sociedades a las que se dirigen. No están sufriendo una situación calamitosa o una tribulación remontable cuando se solucione –si es que lo hace— el conflicto. Sus comunidades están siendo literalmente barridas del mapa”.

En dichos países, el simple hecho de ir a misa o asistir al catecismo constituye un peligro. Mare Fromager, director de una organización humanitaria católica dedicada a estudiar las persecuciones religiosas (AED), afirmó que los cristianos conforman hoy el grupo religioso más perseguido y discriminado del mundo.

En un estudio reciente, esa organización dio a conocer que el 75 por ciento de los atentados contra la libertad religiosa que actualmente ocurren tienen como blanco a los cristianos.

Dar la vida en defensa de la fe eleva a estas personas a la categoría de mártires —del griego testigo—, una opción heroica y que se remonta a la época de Jesucristo y los primeros cristianos, hace dos mil años, y sigue vigente hasta nuestros días.

El islam radical

En el Oriente Medio los conflictos se remontan desde las antiguas tribus beduinas, pero es hasta el siglo XXI cuando afloran los grupos extremistas, explica Rodrigo Fernández Ordónez, catedrático del curso Aproximación histórica a los conflictos de Oriente Medio en la Universidad Francisco Marroquín.

“La guerra de Irak en el 2003, provoca el choque de dos visiones del islam: chiitas y sunitas”, refiere.

Los sunitas de Al Qaeda en Irak son expulsados a Siria, luego de perder la guerra civil en Irak (2003), y junto con radicales sirios formaron más tarde ISIS, un grupo de militantes salafitas (pureza del islam), identificados con una visión apocalíptica de su religión.

“Nacen como una guerrilla en contra del presidente sirio y ha evolucionado con los estudiantes musulmanes sunitas de todas partes del mundo. Se les da un espacio para defender la fe. Encuentran un sentido a la vida”, afirma Fernández Ordóñez.

Uno de sus objetivos es formar un Estado Islámico —que abarcaría principalmente Siria, Egipto e Irak; aunque podría extenderse a Argelia y Nigeria— y reinstaurar el Califato (desde el año 634) un sistema donde Estado y religión son uno solo, y declarar la sharia, es decir, El Corán y la sunna (tradición), como única ley.

En este objetivo, ISIS es excluyente de cualquier otra minoría religiosa: cristianos y chiitas deben ser eliminados.

La buena noticia, sostiene Fernández Ordónez, es que la extrema violencia ha generado el efecto contrario, una reacción de rechazo. De manera que han surgido milicias para combatir a este grupo radical y sus células como Boko Haram en Nigeria.

Luego de la masacre contra los egipcios, los campamentos de los extremistas en Libia fueron bombardeados, situación que los ha debilitado y aislado, tanto en lo económico como en lo político, afirma el experto, aunque admite que esta es una guerra compleja.

De políticos y santas

El término mártir, de acuerdo con el sacerdote Manuel de Jesús Chilín, se circunscribe a la iglesia católica, como aquella persona que derrama su sangre en defensa de la fe.

En la Edad Media, los nombres de mártires abundaron, pero un reconocimiento reciente se le debe al papa Francisco quien canonizó en el 2013 a los 800 cristianos de Otranto, Italia, que fueron asesinados en 1480 por el ejército otomano.

El camino del martirio también contempla la pureza. Es el caso de la pequeña santa italiana María Goretti, una niña de 12 años que en 1902 murió víctima de 14 puñaladas por defender su castidad. “El martirio y la virginidad son las dos maneras sublimes de vivir el cristianismo”, afirma el sacerdote. RD-150315-martires-goretti-alg-1.jpg

Héroes de guerra

En la Segunda Guerra Mundial destacan los nombres de tres mártires. Edith Stein (1891-1942), fue condenada a la cámara de gas en Auschwitz como judía. De origen alemán, se convirtió al catolicismo, en la orden carmelita. Era una mística y se le conoce como Santa Teresa Benedicta de la Cruz O.C.D, copatrona de Europa. Fue canonizada en 1998 por el papa Juan Pablo II.

Maximiliano Kolbe, fraile franciscano polaco, quien murió en un campo de concentración nazi. Ofrendó su vida a cambio de la de un prisionero que iba a ser ejecutado. Fue declarado santo en 1982.

También se recuerda a Dietrich Bonhoeffer filósofo, pastor y teólogo luterano polaco, participante del golpe de Estado fallido en el que se intentó asesinar a Adolf Hitler.

Fue arrestado y encarcelado y finalmente enviado a un campo de concentración, donde fue condenado a morir en la horca en 1945. Tenía 39 años, de acuerdo con la página de la Fundación Raoul Wallenberg.

Bonhoeffer fue considerado mártir por su fe; fue absuelto de cualquier crimen por el gobierno alemán en la década de 1990. El calendario de la Iglesia Episcopal en los Estados Unidos de América recuerda el 9 de abril, fecha de su martirio.

Su teología es considerada un referente tanto para cristianos liberales y conservadores y se le recuerda como una personalidad de resonancia ecuménica. “Fue ejecutado 20 días antes de que Hitler terminara con su vida”, comenta Otero.

En 1996, la guerra civil en Argelia acabó con la vida de siete monjes trapenses del monasterio de Nuestra Señora del Atlas, quienes fueron secuestrados en marzo de ese año y posteriormente decapitados por rebeldes islamistas, según el sitio wordpress.com. Eran franceses y se dedicaban a la oración y al trabajo en el campo. Se habían rehusado a colaborar con los guerrilleros, más tarde, se les exigió abandonar el monasterio, al igual que todos los extranjeros, a lo que ellos se negaron.

Previendo su final, el abad principal Christian de Chergé dejó un testamento que para muchos cristianos es hoy un testimonio de vida. Actualmente se encuentra abierto su proceso de beatificación, junto a otros 12 asesinados en Argelia durante los años de guerra en dicho país.

Desde las distintas visiones de fe, laicos, catequistas y religiosos, así como situaciones muy diversas, todos ellos comparten el hecho de convertirse en figuras de inspiración para sus seguidores. “Morir en defensa de la fe es la máxima expresión de ser cristiano”, concluye el sacerdote Chilín.

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Testigos de la fe
 
En Guatemala el conflicto armado interno dejó decenas de mártires, entre sacerdotes, catequistas y demás miembros de la  Iglesia Católica, al igual que en  El Salvador.
“El asesinato  del sacerdote estadounidense Guillermo Woods, el 20 de noviembre de 1976, y luego del párroco Hermógenes López Coarchita, el 30 de junio de 1978,  fueron el aviso claro para indicar que toda la Iglesia  había entrado de lleno en la mira contrainsurgente”, relata el documento Testigos Fieles en la iglesia de Guatemala, que elaboró una lista provisional de 103 nombres, entre sacerdotes guatemaltecos y extranjeros, catequistas y miembros de Acción Católica muertos durante el conflicto armado. 
El libro describe el drama de muchas comunidades cristianas que quedaron desmanteladas, iglesias y oratorios cerrados, y en el peor de los casos, ocupados por fuerzas del Ejército. “Se demonizó toda la labor de la Iglesia, se tildó de guerrilleros a todos los catequistas”, refiere.   
Además de esta nómina, existe otra mayor, de la Diócesis de Quiché, con nombres aún no  depurados, por falta de investigación, indica el hermano marista Santiago Otero,  quien forma parte de la Comisión creada por la Conferencia Episcopal para investigar la causa de los mártires de la Iglesia en Guatemala.
Otero revisa la extensa lista y cita la historia detrás de cada nombre. A su vez recuerda que se entregó un primer inventario en la segunda visita del papa Juan Pablo II en 1996, y luego otro más  en el 2000, año del Jubileo.
Pero así como hubo mártires de la fe durante el conflicto armado, también se dieron casos de sacerdotes que colgaron los hábitos y tomaron las armas. Uno de estos fue el jesuita español Fernando Hoyos, anota Otero.
Camino a los altares  
Parte del  listado de los 103 religiosos asesinados o desaparecidos durante el conflicto armado. Dieciséis  de ellos ya iniciaron  el camino a los altares por la vía del martirio. 
Arquidiócesis de  Guatemala: Obispo Juan José Gerardi; Hermógenes López Coarchita, y fray Augusto Ramírez Monasterio. 
Diócesis de Quiché:  P. José María Gran Cirera, P. Faustino Villanueva Villanueva MSC, p. Juan Alonso Fernández, catequistas: Rosalío Benito. Otras parroquias: Juan Barrera Méndez, Gaspar Reyes Hernández, José Itzep Michicoj, Diego Xinic Ramírez, Nicolás Tum Castro, Domingo del Barrio Batz, Tomás Ramírez Caba.
Vicariato de  Izabal:  reverendo Tulio Marcel Maruzzo Rappo; catequista: Luis Obdulio Arroyo.
Diócesis de  Sololá: P. Stanley Rother. (Santiago Atitlán).  
Diócesis de  Huehuetenango:  P. Guillermo Woods, catequistas: Francisco Juan Mateo, Andrés José Primero, Francisco Andrés, Laureano Díaz Montejo y hermano Santiago Miller.
 
El Salvador
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En  El Salvador otro mártir  inició el camino a los altares: monseñor Óscar Arnulfo Romero (1917-1980), asesinado de un disparo al corazón mientras oficiaba misa.
“Se le declaró  mártir de la Iglesia porque sus homilías y su postura frente al gobierno lo hizo en fidelidad al Evangelio, no fue un discurso político”, expone el sacerdote Manuel de Jesús Chilín.  
Su proceso de beatificación y canonización comenzó en 1994. Ahora lo conocen como “el profeta y mártir de la Américas”.
Otro hecho  sensible en la memoria  del vecino país son los mártires de la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas (UCA) en donde ocho personas fueron abatidas el 16 de noviembre de 1989. Entre ellos seis jesuitas, incluyendo el rector, Ignacio Ellacuría  y el vicerrector Ignacio Martín Baró. Un crimen a manos del Ejército, según el sitio aleteia. Entonces fueron  acusados  de promover  la Teología de la Liberación.

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