Revista D

Refugio del pavo de cacho, el quetzal y ranas

Vecinos buscan que el Cerro Cruz Maltín, donde viven especies como el venado, el coche de monte, la chacha negra y la salamandra, sea protegido. 

Entre la humedad propia del bosque nuboso y la que generan los 23 nacimientos de agua del Cerro Cruz Maltín, en Soloma, Huehuetenango, ranas de distintas especies saltan como evidencia  de que el vital líquido rebosa en el lugar.
Algunos pavos de cacho (Oreophasis derbianus), de una variedad que solo se encuentra en la región y que está catalogada en peligro de extinción, hacen de este paraje su hogar.    
En medio de este  manto verde también se escuchan, de repente, los chillidos de los monos aulladores (Alouatta sp), los  monos araña (Ateles geoffroyi), los graznidos de las chachas negras (Penelopina nigra), los gruñidos de los coches de monte (Tayassu tajacu), los balidos de los venados colorado (Mazama americana) y, por supuesto, los cantos del quetzal (Pharomachrus mocinno).
Este santuario de la fauna y la flora, que se extiende por cinco mil 129.83 hectáreas, se encuentra en medio de  ríos, valles y montañas sagradas del municipio Soloma, Huehuetenango, a una altura que oscila de los mil cien a los dos mil 800 metros  sobre el nivel del mar.
Está conectado con otras áreas que ya están protegidas bajo distintos regímenes, como el Parque Regional de Todos Santos Cuchumatán, la zona de Pepajau Magdalena y la Reserva de Biosfera Visis Cabá del departamento de Quiché.
“Es parte de un corredor biológico que ofrece protección y conservación de la flora y fauna”, explica Rolando Gómez, delegado departamental de  la  Fundación para el Ecodesarrollo y la Conservación (Fundaeco).
Su riqueza  natural despertó el interés de los vecinos y organizaciones que velan por  el medioambiente, por lo que desde el 2007 llevan a cabo gestiones para que sea  declarada tierra protegida conforme una iniciativa de ley que la  plantea como Refugio de Vida Silvestre categoría III, de la Ley de Áreas Protegidas.
“La propuesta se encuentra en su segunda lectura en el Congreso de la República”, dice Sammy Palacios, coordinador del Sistema Guatemalteco de Áreas Protegidas del Consejo Nacional de Áreas Protegidas (Conap).
 

Diversidad   biológica

Una   expedición de biólogos de Fundaeco en este sector permitió  establecer que  la zona es habitada por especies que se encuentran dentro de la lista de “peligro crítico”, como la salamandra Dendrotriton cuchumatanus (CR), endémica de Guatemala, que fue redescubierta ya que se creía extinta, porque no se le veía desde 1990. “Los  investigadores   encontraron un ejemplar  juvenil dentro de una bromelia en la parte  alta del cerro”,  cuenta el delegado de Fundaeco.
En una quebrada del bosque también  observaron varias ranas de la especie Plectrohyla ixil (CR) y  Plectrohyla hartwegi (CR), lo cual es muy valorado por los biólogos debido a que es una señal de la buena salud del bosque.  
En la parte alta del cerro  ubicaron ejemplares de las especies Craugastor Lineatus y Craugastor brochi. “Son indicadores de la calidad de la pureza de la reserva, gracias a que no ha habido presencia del ser  humano”, afirma Fundaeco.

Mucha riqueza

La región es irrigada  por  23 fuentes de agua, principalmente de las comunidades Crinolina, Floresta y Poxlac. Además,  los vecinos obtienen en los alrededores del bosque materias primas para sus artesanías.
El área está dividida en tres: zona núcleo, usos múltiples y amortiguamiento. Las tierras son propiedad del Estado, lo cual evita que existan pugnas con los pobladores. “No hay propietarios privados ni comunitarios”, enfatiza el funcionario  de Conap.  
En el Cerro Cruz Maltín hay zonas de vida de bosque muy húmedo subtropical —cálido— y bosque húmedo o muy húmedo montano bajo subtropical, por lo que su diversidad es importante para la investigación.
La  masa boscosa ofrece beneficios  directos e indirectos a las comunidades aledañas porque  protege las cuencas, capta y almacena  el vital líquido y recicla la  materia orgánica, “pero lo principal es que contribuye a la conservación de las especies amenazadas”, afirma Gómez.

Protección de vecinos

Evaristo Pedro Bautista, representante de los vecinos de la  aldea la Floresta, Soloma, relata que desde  hace varios años   se  organizaron para efectuar rondas de vigilancia en los alrededores del Cerro, con el objetivo de evitar que haya tala y caza ilegal, porque están conscientes  de que el lugar es un  pulmón y refugio de la vida silvestre del país.
El campesino explica que  tratan de orientar a los jóvenes para que continúen con esta tarea, puesto que   es la única forma de  garantizarse un futuro con recursos renovables y un medioambiente saludable.
Miguel Jacinto Velásquez, otro poblador, comenta  que “en los países industrializados no hay paz, ni sana convivencia debido a que no disfrutan de  aire de calidad por  la excesiva contaminación y viven con limitaciones  de agua, sin embargo, nosotros  residimos   en un paraíso rodeado de árboles y animales”, resalta.
El funcionario de Conap indica que  al  ser  declarada  Refugio de Vida Silvestre,  se apoyaría  a los comunitarios asignándoles un  guardarrecursos, “porque en la actualidad  solo trabajan los vecinos  de manera   ad honoren y Fundaeco”.
Agrega  que otro  de los puntos importantes es que al  ser declarada como zona  protegida se completarían   nueve áreas de este tipo  en Huehuetenango.

Urge declararla

Sergio Alonzo, representante de la Asociación de Organizaciones de los Cuchumatanes e integrante de la Mesa Departamental por el Cambio Climático, afirma que el reconocimiento como área protegida permitirá implementar proyectos de compensación social para los vecinos, quienes tendrán beneficios por cuidar los  recursos.  “Se pretende diversificar los cultivos para evitar que se afecte el bosque”, comenta.  
Bautista considera que es urgente que el Congreso de la República cumpla con este proceso, porque   en algunas zonas la frontera agrícola  amenaza la reserva natural, lo cual  permitirá tener un aprovechamiento controlado de los recursos y a la vez protegerlos.
Espera que la declaración se convierta en   una herramienta que les permita incrementar las acciones preventivas y de protección de  la zona, porque  también  es un lugar de descanso para las aves migratorias.
Palacios comparte  que  desde el 2007 el Conap ha acompañado este  proceso  con   talleres de socialización en  las siete comunidades de influencia en el área y que  durante las actividades se les dio a conocer cuáles son  las ventajas que van a  tener    y cuáles serán  las restricciones si el área llegaba a declararse protegida en la categoría número III. 
“Todos los comunitarios estuvieron de acuerdo y de conformidad con el tema, por lo que se firmaron actas, en donde dieron el aval para la protección del área”, afirma Palacios.
El representante de  la Mesa departamental del Cambio Climático dice que  si no se evitan los  daños a la  reserva “se pondrá en peligro la diversidad de especies,  entre ellas, el quetzal y el  pavo de cacho y los mantos acuíferos”.

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