Revista D

Viajes de placer en alta mar

Los cruceros son micromundos donde los turistas disfrutan  todo lo que ofrece una gran ciudad. A las costas del país  se espera que  arriben 165 mil 680 viajeros en la temporada 2017-2018. 

El crucero Celebrity Infinity es uno de los 120 cruceros que se planea que lleguen a las costas de Guatemala en la temporada 2017-2018. Foto Prensa Libre: Álvaro Interiano.

El crucero Celebrity Infinity es uno de los 120 cruceros que se planea que lleguen a las costas de Guatemala en la temporada 2017-2018. Foto Prensa Libre: Álvaro Interiano.

Los cruceros son enormes palacios marítimos que llevan a bordo un sinfín de comodidades que buscan satisfacer a los miles de turistas que transportan. Si por fuera impresionan por su descomunal tamaño, por dentro dejan sin aliento por el lujo y confort. Hay de todo: camarotes con vistas al mar, salones de spa, piscinas al aire libre o techadas, gimnasios, canchas de baloncesto y papi futbol, restaurantes de especialidades, bares, casino, teatro, exposiciones de arte —en ocasiones con obras de Picasso, por ejemplo—, tiendas exclusivas y distintos ambientes de descanso. Unos de mayor tamaño tienen salones de boliche, pistas de carritos o de patinaje, cines e instalaciones de simulación de paracaidismo.


Estas embarcaciones zarpan de Estados Unidos y llegan a nuestro país luego de visitar México —si es por el Océano Pacífico— o algunas islas caribeñas, si acaso la travesía  empieza  en el Atlántico. “Viajo por lo menos una vez al año; me gusta Guatemala porque su gente es muy  hospitalaria”, expresa Jayden Williams, un señor alto y canoso que reside en las afueras de Los Ángeles, California.
Williams y su esposa estuvieron de paseo en nuestras tierras a mediados de noviembre, cuando el crucero Celebrity Infinity desembarcó en Puerto Quetzal, Escuintla. En ambos era notorio su estado de relajación, desde su forma de vestir hasta en su rostro sonriente. Él vestía un sombrero de paja y llevaba una cámara fotográficacolgada al cuello, mientras que ella sostenía una pequeña mochila donde guardaba algunos llaveros y playeras con motivos guatemaltecos que recién había comprado a una artesana antigüeña.
Existen registros de que a Guatemala han llegado estas expediciones desde principios del siglo XX, provenientes de Estados Unidos y Europa. A mediados de la década de 1990 empezaron a arribar con mayor frecuencia “aunque fue hasta el 2004 que se potenció la industria”, expresa Melissa de Smith, coordinadora de cruceros del Instituto Guatemalteco de Turismo (Inguat).
Según estadísticas de esa dependencia, la temporada 2008-2009 ha sido la más fructífera de esa rama turística en los últimos 10 años, ya que se tuvo la visita de 107 de estos navíos. Sin embargo, en la 2017-2018 se proyecta romper el récord, ya que atracarán 120, los cuales se calcula que aporten al menos US$7 millones a la economía nacional.

Monstruos del mar

Los puntos de llegada principales son Puerto Quetzal, Escuintla, y Puerto Santo Tomás de Castilla, en Puerto Barrios, Izabal.
El Celebrity Infinity, de la compañía Celebrity Cruises, zarpó de San Diego (CA) con dirección a Cabo San Lucas y Puerto Vallarta, en México, para luego dirigirse a Puerto Quetzal, adonde arribó el 14 de noviembre.
Este lujoso monstruo marítimo tiene capacidad para  dos mil 449 pasajeros y  mil tripulantes, quienes, a modo de curiosidad, tienen arduas jornadas de trabajo durante seis y ocho meses, lejos de la familia y amigos. El pago, claro, es bastante bueno: entre US$2 mil y US$4 mil mensuales.

Esa gente está sumamente especializada: hay chefs, mecánicos, electricistas, zapateros, sastres, fontaneros, floristas, entrenadores, masajistas, dependientes de tiendas y un enorme etcétera. Todos tienen la misma misión: que los turistas  la pasen bien y que no les haga falta nada.
El movimiento en alta mar es prácticamente imperceptible, excepto, claro, cuando hay un fuerte temporal. No obstante, las naves son de alta tecnología y ahora son de los medios de transporte más seguros.
El placer de viajar en uno de estos monstruos flotantes tiene distintos precios, según la clase elegida. Para un tour de 15 días, por ejemplo, se deben  pagar US$1 mil 200 por persona, lo  cual incluye hospedaje, alimentación y shows, excepto casinos, bar y excursiones en tierra. El precio es elevado si se compara con el salario mínimo de Guatemala, el cual ronda los Q2 mil 750 (unos US$365), pero para el público objetivo no representa demasiado. “La mayor parte de cruceristas son residentes de Estados Unidos, Canadá y Europa, y más del 70 por ciento tiene una edad superior a los 60 años”, expresa De Smith. “Asimismo, el 75 por ciento está jubilado y sin deudas”, agrega.
Incluso, hay cruceros tan costosos que algunos turistas llegan a pagar entre US$850 mil y US$1 millón por tener acceso a ellos de forma ilimitada durante un año.

La llegada

Al arribar al puerto, algunos turistas  deciden quedarse adentro, relajarse en el jacuzzi, nadar en las piscinas o dormir en alguna de las numerosas estancias. Otros optan por bajar y conocer un poco del país.
En Guatemala, el destino más apetecible es Antigua, ya que les  atraen  sus calles empedradas y arquitectura colonial. Desde Puerto Quetzal hay una distancia de una hora y media. “Ofrecemos un recorrido express por la iglesia de La Merced, el mercado de artesanías, la fábrica de chocolate y el parque central. Luego del almuerzo emprendemos el regreso, porque el barco debe continuar el viaje”, dice un operador de turismo.
De hecho, es raro que un crucero pernocte en uno de nuestros puertos.
Ese tiempo limitado no es obstáculo para conocer otros puntos del país, ya que hay algunos que salen muy temprano por la mañana para tener tiempo de visitar el Lago de Atitlán, “aunque sea para tomar una foto”, dice entre risas el mismo  operador turístico. Otros más osados llegan a las ruinas de Tikal, en Petén. “Se transportan en helicóptero o avioneta”, menciona De Smith.
Los costos de estos tours, por supuesto, no están incluidos en el viaje. Para ir a Antigua Guatemala se deben pagar unos US$50, mientras que a Tikal, US$600.
En el caso de los que desembarcan en Santo Tomás de Castilla, los destinos más populares son Quiriguá, Punta de Manabique, Bahía de Amatique, las playas de Punta de Palma, Río Dulce, Lívingston, Castillo de San Felipe y el sendero Las Escobas, entre otros. “Del lado del Atlántico ofrecemos un caribe verde, arqueología y aprendizaje sobre las culturas maya y garífuna”, resume De Smith.

La pregunta es: ¿vale la pena visitar esos sitios en tan solo unas pocas horas? Para César Lucas, asistente de operaciones de cruceros del Inguat, la respuesta es sí. “Hay que recordar que la mayoría de cruceristas tienen edades superiores a los 60 años. Ellos, aunque están sumamente interesados en nuestra cultura e historia, les basta con ver pinceladas y no son de ‘gastar suelas’. Muchos de ellos, incluso, deben caminar con la ayuda de un bastón o una scooter”, comenta.  “Prefieren ver, aprender y regresar al barco, quizás para comer o descansar”, añade.

En el punto

La otra opción, más económica y que requiere menos esfuerzo, es quedarse a pasear en los puertos, tanto en Escuintla como en Izabal. En ambos casos, los turistas son recibidos con música de marimba en vivo y por una oficina de información del Inguat, la cual brinda folletos con los destinos más hermosos de nuestro país. Asimismo, hay algunos recuerditos gratuitos  bastante curiosos para ellos, como las muñequitas quitapenas, pelotas bordadas antiestrés, ronrones o broches con pajaritos.
“Sabemos que ese tipo de turistas estarán en nuestro país solo unas ocho o 10 horas; nuestro objetivo es que en ese lapso queden enamorados de Guatemala y motivarlos  a regresar para un viaje más extenso”, refiere Lucas.
Después de escuchar las notas marimbísticas, los cruceristas se dirigen a los diferentes stands instalados en el sitio. En Puerto Quetzal hay restaurantes, bares, puntos de wifi y productos típicos que ofrecen más de un centenar de artesanos. Está, asimismo, el interesante Museo del Jade Maya, el cual ofrece joyas y adornos de ese material. “A los turistas les encanta saber cuál es su nahual; muchos se llevan un recuerdo personalizado”, expresa Otto Pérez Valdez, quien atiende el lugar.
Por las mañanas también es posible ver un pintoresco desfile en el que se exhiben los trajes tradicionales de las distintas etnias guatemaltecas.

Adiós, Guate

El viaje por las tierras guatemaltecas finaliza a eso de las 17 horas, cuando el barco se prepara para zarpar y navegar durante  la noche. Los próximos puntos para el Celebrity Infinity fueron  Puntarenas, Costa Rica; cruce por el Canal de Panamá; la ciudad panameña de Colón; Cartagena, Colombia; y finalizó  en Fort Lauderdale, Florida, donde, de seguro, habrán seguido dejando dólares. “Calculamos que cada uno de ellos gasta en Guatemala un promedio de US$90”, declara De Smith.
Aquellos turistas, sin duda, ya estarán bastante relajados y pensando en un viaje más.

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