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Ricardo Jerez: “Volví a sentir el gusto por jugar al futbol”

Colombia le cambió la vida a Ricardo Jerez Figueroa. Después de 17 meses fuera de casa, Richi aprovechó unas cortas vacaciones para visitar a su familia, a la que extrañaba, y con la que puede compartir todo lo que ha logrado últimamente.

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El 2 de enero del 2013 viajó a Colombia en busca de una motivación. Llegó a Medellín como un desconocido, ahí lo esperaba su representante y el gerente del club Alianza Petrolera.

Su estadía fue en Yopal, la capital del departamento de Casanare. Ahí no había mucho qué hacer, de su apartamento a los entrenamientos; el calor era insoportable —hasta 38 grados centígrados—, un lugar seco, árido y con un centro comercial para visitar.

El equipo recién ascendido a la categoría Primera A, del portero nacional jugaba en esa ciudad, en lo que terminaban de arreglar el de Barrancabermeja. Fueron seis meses en Yopal, en los que aprendió a conocer mejor a sus compañeros.

El día de Jerez

Desde junio del 2013 se instaló en Bucaramanga, junto a Ana Lucía Palacios, su esposa.

Desde temprano —6.30 horas— se prepara para integrarse a los entrenamientos del equipo. Conduce por la autopista de Floridablanca y, en ocho minutos, se encuentra en el estadio Álvaro Gómez Hurtado. Si ese día no puede utilizar su vehículo, por la contaminación, utiliza el bus del club que recoge a todos los jugadores que lo desean. A las 8 horas comienza el trabajo, que dura alrededor de unas tres horas, para luego tomar la merienda con sus compañeros.

A mediodía retorna a casa. Antes nadaba por las tardes en la piscina del club. Sin embargo, su rutina cambió desde que nació Leandro Fabián Jerez Palacios, su primogénito —14 de enero del 2014—, ahora prefiere arrullarlo y compartir las tardes soleadas.

Recuerda que a los dos días de haber nacido Leandro, tenía que viajar a Cartagena para el reacondicionamiento físico y no pudo entrar al parto, porque había un paciente con hepatitis B y por seguridad no dejaban ingresar a nadie. “Solo lo vi un segundo y fue el momento más especial en mi vida”, confiesa.

En la ciudad, Ricardo disfruta con su familia de los centros comerciales, de la modernidad del lugar, así como de la moda, característica de los colombianos.

“Volví a tomarle el gusto al futbol”

Ricardo ahora se nota más feliz, y lo confiesa. “Volví a tomarle el gusto al futbol, algo que había perdido”, dice, y no es para menos, el portero de 1.92 metros de estatura y titular de la Selección Nacional era muy criticado y cuestionado. “Algunas personas en Guatemala iban al estadio a maltratarme, pero esto cambió”, asegura.

Sin embargo, el comienzo en Sudamérica no fue sencillo, pues muchas personas cuestionaban su capacidad por ser guatemalteco, pero con sus partidos ha demostrado sus cualidades.

“En Colombia no denigran la profesión de futbolista, al contrario nos tratan como profesionales que somos. Me siento realizado de tener una vida así”, indica el portero.

Entre muchas de las cosas que valora Ricardo figura la puntualidad con la que les pagan, además tienen contratos profesionales de 14 cuotas al año y prestaciones, sin importar la posición que ocupen en la tabla de posiciones.

Su buena actuación en el equipo hizo que el año pasado recibiera una de las mejores noticias de su carrera. Ricardo recuerda que regresaban de un partido en Boyacá y compartía el asiento del avión con un directivo, quien le aconsejó que comprara una su casita en la ciudad, pues el club tenía intenciones de comprarle sus papeles.

Lo primero que hizo al aterrizar el avión fue comentarle a su esposa, pero ese día no pasó nada. El fin de semana jugó contra Cali y el miércoles siguiente lo citaron en las oficinas.

Sin tener que negociar tanto, aceptó y firmó con el club hasta diciembre del 2016. En Guatemala sus papeles pertenecían a Marquense; sin embargo, antes de viajar, el presidente del club lo dejó libre, por lo que ahora quien puede negociar por él, es Alianza. “Es el contrato de mi vida”, dice ilusionado.

Y no es para menos, en Colombia, Ricardo tiene la opción de jugar en otros países de Sudámerica y torneos internacionales, si su equipo termina mejor en la clasificación del próximo campeonato.

La evolución

El guardameta nacional, formado en las categorías especiales de Comunicaciones, confiesa que junto a su preparador Jhon Freddy Vanstrahlen ha crecido mucho, además de las exigencias del futbol colombiano. “Allá se ataca de local y de visita, no se especula como en Guatemala. Siempre hay que trabajar, no hay ningún partido en el que uno esté relajado”, comenta.

Según Ricardo, los balones le llegan por todos lados, son más rápidos, técnicos y fuertes los oponentes, en comparación con la Liga Nacional.

” Ahora soy un jugador más completo. Ha cambiado mi rutina de entrenamiento y cuento con el mejor preparador de porteros que he tenido en mi vida. He crecido mucho en la coordinación de los pies, en la reacción, en todo”, confiesa el guatemalteco de 28 años.

Sus objetivos

Después de las vacaciones en el país y de presentar el show La batalla de arqueros Ricardo Jerez, el guardameta regresó a Colombia para la pretemporada con su equipo en Cartagena, con miras al próximo campeonato que empieza el 18 de julio, después de la Copa del Mundo.

“Esta temporada esperamos que nos vaya mejor, buscaremos meternos entre los primeros ocho y mi objetivo es consolidarme más en el plantel. Queremos hacer más grande al equipo”, reconoce el guatemalteco.

Su disciplina ha mejorado, principalmente en su alimentación. Ahora luce más delgado, pero como el mismo explica, ha subido de peso y tiene menos grasa, pues cada 15 días tienen controles con los médicos y nutricionistas, además les practican pruebas sorpresa de dopaje durante todo el campeonato.

Aunque no olvida la comida guatemalteca, disfruta de la bandeja paisa, de las crepas y del postre Santafereño, así como del plátano, dulce de membrillo, la sopa Ajiaco —caldo de gallina con papa, zanahoria, elote y otros condimentos—, y la infaltable pasta y carne de res.
No obstante, lo que más extraña es a sus papás —Ricardo y Agueda—, la casa de San Lucas en la que creció y vivió desde los 11 años, a su hermana Denis, su tía Carmen y sus sobrinos.

Junto a Leandro Fabián y su esposa, Ana Lucía, emprendieron esta aventura que le ha dado más de lo esperado y por lo que lucharán cada jornada que tenga que colocarse los guantes del Alianza Petrolera, su casa, en donde volvió a tomarle el gusto al futbol, algo que había perdido, pero que de nuevo lo hace vibrar y sentirse vivo abajo de la portería, un amor que lleva en la sangre y que lo hace distinto. Así es Ricardo, el mejor portero nacional.

“Ahora soy un jugador más completo. Cuento con el mejor preparador de porteros que he tenido en mi vida”.”Volví a tomarle el gusto al futbol, algo que había perdido. En Guatemala la gente me iba a maltratar”.

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