Revista D

¡Yo siempre perdí Matemática!

Es el primer guatemalteco en acreditarse como experto desarrollador de Google, educador nato y ávido lector de Philipe K. Dick.

Adrián Catalán, Ingeniero en Sistemas. Foto Prensa Libre (Érick Ávila)

Adrián Catalán, Ingeniero en Sistemas. Foto Prensa Libre (Érick Ávila)

Adrián Catalán es Ingeniero en Sistemas y tiene tres maestrías; una en  Educación en línea, otra en Negocios y una tercera en  Redes y Seguridad. Es el primer desarrollador guatemalteco de Google para Android. Uno de los ocho expertos en Latinoamérica al que el gigante  tecnológico pide apoyo en la región.  

Tiene 29 años -que dicho sea de paso- no aparenta. Va vestido con jeans, playera y sudadera. Su actitud desenfadada lo hacen pasar por cualquier estudiante universitario.

Es un maestro por vocación y está convencido de que todos aprendemos de formas diferentes, por tal razón considera que el sistema de educación tradicional del país no siempre funciona. Para demostrar su teoría,  hace pocos meses le enseñó a un grupo de  chicos con problemas de aprendizaje a construir un robot-cohete utilizando como materiales  una pequeña computadora, botellas plásticas, cartón y foami.

¿Cómo fue la experiencia de trabajar con un grupo de niños con problemas de aprendizaje y qué técnica utilizó con ellos?

¡Fue  recompensante! Creo que todos tenemos el mismo talento, independientemente de donde hayamos nacido, pero las habilidades cambian.

¿Cómo lo hice? Les enseñé a emplear el software  JavaScript, que casi cualquier página web lo usa, pues se volvió muy popular. Tuve esta iniciativa porque en los viajes que hice a  Estados Unidos conocí a expertos del JavaScript que experimentaban con fabricar un robot con este sistema.

¿El propósito era explicarles robótica?

(Su mirada es vivaz. habla rápidamente) Buscamos que quien sepa un poquito de programación pueda construir robots. La robótica  era  un campo muy cerrado.

Este robot-cohete es uno de tantos experimentos que se han hecho.  Está armado con una minicomputadora de bajo costo (US$35) conectada a un pequeño motor y a un censor de altura. Después de lanzarlo,  el censor empieza a trabajar, y a cierta altura, el cohete comienza a descender;  el motor gira y  entonces es cuando abre un paracaídas.

Estoy convencido de que todos tenemos el derecho de aprender, no importando cómo lo hagamos, podemos alcanzar lo que queremos construir.

 Actualmente es catedrático en  la Facultad de Ingeniería de la universidad Galileo. ¿Era bueno en Matemática?

¡No! Yo siempre perdí Matemática. De hecho, no participé en el acto de graduación porque perdí esa clase y Biología. Fue un reto familiar convencer a mi papá de que quería estudiar Ingeniería en Sistemas.

¿Qué lo hizo pensar que podría convencerlo de lo contrario?

(Risas) Hay algunas habilidades que se traen.

—Se levanta para mostrar al robot Philipe, uno de los proyectos en los que trabaja—  Mi mamá tenía que hacer un regalo así que compró un reloj muy bonito para el hijo de una amiga. Lo guardó. Cuando llegó el día de entregarlo no lo encontró, casualmente a mí tampoco; estaba detrás de un sillón con el reloj totalmente desarmado.

¿Cuántos años tenía?

Seis años.

En mis presentaciones siempre muestro una fotografía de cuando era  niño y explico: este soy yo unos segundos antes de experimentar un flujo de electrones pasando por mi cuerpo. Agarré un cable pelado y me electrocuté. Pudo haber sido terrible, pero  no pasó a mayores. Así se aprende: experimentando.

Su papá es  radioaficionado y  su mamá maestra. ¿Su entorno influyó en su futuro?

  Mis facetas de hacedor de tecnología y de educador vienen, definitivamente, desde el hogar.

El sistema educativo tradicional está hecho para que el estudiante se adapte, pero yo nunca lo logré.  Perdí en 5º bachillerato Matemática y Biología, comprendí las matemáticas cuando llegué a la universidad y empecé a estudiar Lógica Matemática, que es la base de la programación de software.

¿Cuál es su sistema para aprender?

Aprendo poniendo atención; no me sirve tomar notas. Cuando estaba en el colegio se me olvidaba hacer las tareas y  perdía puntos por no hacer la carátula. Además, éramos 40 o 50 en la clase.

Según su teoría, el sistema de educación  tradicional no se adapta a las necesidades de  todos los chicos.

Yo adquirí una cultura general enorme y lo agradezco, pero tengo que reconocer que el sistema  no funciona.

Precisamente es por eso que en la universidad he hecho un esfuerzo en enfocarme en las personas, en descubrir cómo aprenden.  He visto personas brillante a las que  someto a un examen y sudan, ¡no saben qué hacer!

¿Qué tipo de juguetes le gustaban al chico que experimentaba fluidos de electrones?

(Risas) Siempre que mi papá viajaba le decía: ¡quiero un Lego!

¿Seguía el instructivo o le gustaba descubrir otras posibilidades?

Siempre he sido muy cuestionador, por eso ha sido complicado relacionarme con quienes dan por sentado todo. Llevo  las cosas al límite. Me gusta mucho que las personas se sientan incómodas, en el sentido de sacarlas de su zona de confort,  para ver algo nuevo. De niño, los Lego eran diferentes a los de ahora; podía hacer con ellos lo que quería. En cambio  los rompecabezas me parecían interesantes, pero  solo tienen una solución.  ¡Sigo coleccionando legos!  Para mí siempre ha sido vital  que haya más de un camino para llegar a un lugar y que no tenga que restringirme. ¡Hay que poner en práctica la creatividad!

 ¿Cómo dio el salto para llegar a Google?

Hace   algunos años fui a Google I/O, que  es un congreso de desarrolladores  en donde cada año se presentan y discuten las aplicaciones web de Google y nuevas tecnologías. En el 2010 fui a  Silicon Valley, en San Francisco, donde están las oficinas de Google. Fue mi primer viaje solo.

En esa conferencia, un developer relations, que es un encargado de explicar cómo se  relaciona la empresa,  nos llamó a un grupo de centroamericanos y nos dijo frente a un mapa de América: Tenemos  algo aquí en el sur y en el norte, en el centro no hay nada. Pensé,   quiero que eso cambie.  Como llevaba un poco de tiempo involucrado con la comunidad tecnológica local, en el 2010 organicé el grupo de desarrolladores de Google que ha ido evolucionando un poco en el camino.

En palabras sencillas ¿qué hace un desarrollador de Google?

Un desarrollador de software escribe instrucciones para la computadora, para que haga una cierta tarea. Entre esas áreas en las que se puede asignar una tarea hay dos principales: la web y los móviles. Cuando se usa, por ejemplo, WhatsApp o Facebook, se tiene que saber que hubo  trabajo de muchos desarrolladores.  Google ofrece oportunidades para terceros. Como desarrollador puedo usar algo de lo que tiene Google y  crear una aplicación, por ejemplo, para Android. Además de los empleados que se dedican a esto a tiempo completo, en Google  habemos terceros que utilizamos sus productos. En muchos casos, a pesar de ser una empresa gigantesca, no se dan abasto. Se apoyan en quienes tienen simpatía por sus productos para buscar soluciones tecnológicas.

Usted es un Google Developer Expert.

Es un reconocimiento de parte de ellos para quienes trabajamos con  productos puntuales de Google, en mi caso con Android.

He diseñado materiales en español, entre estos, una guía que leyeron 150 mil personas. Hice un curso masivo en línea para otras 10 mil. Significa que cuando Google necesite apoyo en esto puedo hacerlo sin ser empleado, ni recibir un salario.

¿Qué beneficios tiene?

Imparto  conferencias, cursos, apoyo a empresas en América Latina y Estados Unidos y sigo aprendiendo.  

 ¿Tiene también una empresa tecnológica?

Desarrollamos aplicaciones para móviles. No ha sido un camino recto. Nos juntamos cuatro personas de las que quedamos dos. No  queríamos hacer lo tradicional. Eventualmente alguien nos contrató para hacer un video juego para hacer publicidad. Así nació Elemental Geeks.

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