Revista D

Sesenta años de saqueos en Petén

 El trabajo de Óscar Quintana Samayoa es reconocido como un aporte multidisciplinario para la protección del patrimonio prehispánico.

El arquitecto Oscar Quintana presenta un estudio sobre 128 sitios   arqueológicos en el Noreste de Petén. (Foto Prensa Libre: Álvaro   Interiano)

El arquitecto Oscar Quintana presenta un estudio sobre 128 sitios arqueológicos en el Noreste de Petén. (Foto Prensa Libre: Álvaro Interiano)

Luego de casi dos décadas de trabajo en la selva petenera dedicados a la identificación, conservación y restauración de los sitios arqueológicos, el doctor en Arquitectura Óscar Quintana Samayoa (1952) presenta el libro Ciudades mayas al noroeste de Petén, análisis urbanístico y de conservación, el cual fue editado en Alemania en el 2013.

El ejemplar —continuación de un primer volumen— contiene un catálogo de 128 sitios arqueológicos de esta zona petenera, con cerca de mil 500 edificios con arquitectura expuesta y en permanente peligro, debido al saqueo. Muchos de estos, perdidos entre la inmensidad de la jungla.

Como arquitecto, Quintana ha aportado una visión distinta en la manera de intervenir los sitios arqueológicos. Aunque al principio fue visto con recelo por la comunidad de arqueólogos, hoy su trabajo se reconoce como parte de un aporte multidisciplinario en la protección del patrimonio prehispánico.

Estudió durante cinco años Conservación de Monumentos, en Munich, Alemania, y fue allí donde nació su interés por la arquitectura maya, tras conocer a su mentor, Wolfgang W. Wurster, del Instituto Alemán de Arqueología. Más tarde, concluyó el doctorado en la Universidad Politécnica de Valencia, España.

Tiene amplia experiencia profesional, pero igual de grande y sencillo es su carácter, así como su espíritu de explorador.

Su trabajo comenzó en Tikal, donde se dio cuenta de que la forma como se estaban interviniendo los monumentos no era la más adecuada.

No me hacían caso, seguían con el mismo sistema. Además, todo se concentraba en Tikal. Dabas una vuelta alrededor y se estaban cayendo el resto de edificaciones. No podía trabajar bien allí, por los criterios, así que organicé, junto a varios colegas extranjeros, lo que se llamó la I Mesa Redonda. Hicimos un recorrido por Petén, y de ahí nació la idea de otro proyecto: Yaxhá-Nakum-Naranjo. Esto fue en 1989.

¿Cuál era el problema con este sistema que empleaban?

Se regían por el método de intervención de la escuela de Pennsylvania; es decir, no se intervenían los edificios en forma integral, sino solo en las fachadas para impresionar al visitante. Lo peor de todo es que lo siguen haciendo, pues el criterio no ha cambiado en 50 años.

¿Cuál era su criterio, entonces, para intervenir estos edificios?

No atender solo las fachadas, sino todo el espacio urbano; la plaza, el patio. Esto se llevó a cabo, por ejemplo, en Yaxhá, en la que se manejó la vegetación. De esa cuenta, esta ciudad y Nakum permiten una mejor visualización. La ventaja que se tuvo fue que en Yaxhá no estaba tan restringido el manejo de la vegetación.

El aporte de la cooperación alemana fue vital para rescatar estos sitios. ¿Cuál es el escenario actual?

El concepto era atender la arquitectura visible a punto de derrumbarse. Cuando se pudo analizar la condición de los edificios y el patrimonio, era obvio trazar un programa de rescate. De hecho, en 25 años se han caído edificios. La gente piensa que no pasa nada, pero se están deshaciendo, y los saqueadores los abren.

Su libro es un catálogo que presenta 64 fichas técnicas nuevas e incorpora 128 sitios. ¿Cuál es el principal aporte arqueológico?

Es el resultado de casi 20 años de labor, realizados de 1987 al 2006, con Q80 millones invertidos, entre profesionales, equipo, andamios y más. Se trata de un trabajo regional que salió de Tikal y tomó una radiografía del área noreste de Petén, lo cual era inexistente.

Es decir, ¿antes de esta radiografía no se contaba con datos?

No. Hay un atlas arqueológico, pero es muy académico. No registra arquitectura en peligro ni saqueos.

En cambio, este es un programa que permite regresar al sitio para identificar los cambios registrados, pues hay toda una metodología —ficha— que ayuda a actualizar datos. Lo usé para una consultoría del Plan Maestro Yaxhá-Nakum-Naranjo, y pude demostrar que el saqueo existe dentro y alrededor del parque.

¿Qué revela sobre los saqueos?

Hay una lista que suma cuatro mil saqueos. De los 128 sitios, 127 han sido saqueados. Uno no, porque es propiedad privada. En Yaxhá, por ejemplo, se rellenaron casi 600 saqueos.

Hace falta un proyecto grande de conservación preventiva y no tanto buscar hallazgos importantes.

¿Es posible detener el saqueo si se involucra a la población?

En cierta forma sí. Los parques son fuente de trabajo, pero en algunos casos, si se acaba el empleo, roban. Son ya 60 años de saqueo continuo y a gran escala. Esto es un indicador de la condición actual del patrimonio, que le da un carácter de mayor emergencia.

Otro fenómeno que sucede en la parte sur es que ya no hay árboles, sino zonas ganaderas. Ahora los sitios están expuestos a los pastizales, y eso es peor que estar dentro del bosque.

Se estima que en Guatemala hay unos cinco mil sitios arqueológicos, pero ¿cómo se define un sitio?

Hay una descripción usada por los chicleros: “Caballo, plantel y reinado”. Esto se refiere al tamaño de los sitios: reinado es grande, plantel es mediano, y caballo, pequeño. Es divertido, pues es un lenguaje del siglo pasado, y si les dices a los viejos que quieres ir a un sitio arqueológico, no te entienden.

Hay infinidad de términos. Por ejemplo, en la actualización del Plan Maestro de la Reserva de Biosfera Maya (RBM) definieron sitios centrales, periféricos y menores. Pero esto no lo entiende la gente, y confunde. Creo que la primera es una definición válida.

¿Qué tropiezos tuvo para encontrar sitios perdidos en la selva?

A los guías les pedía que me llevaran a un reinado y que tuviera arquitectura. Una vez pasé casi dos días caminando y no encontramos nada. Muchas veces los guías se escapaban a media selva. Fuimos a varios sitios; nos mostraban el que no era. Entonces el guía particular se subía a los árboles para divisar el sitio Corozalón, y así logramos llegar, en medio de la selva, sin camino.

¿Cuál es la importancia de la región noreste?

Es un espacio de cien kilómetros cuadrados, en el que está concentrada gran cantidad de ciudades grandes. Son sitios arbitrarios, 128, desde mi visión de arquitecto. Es una zona gigantesca y excepcional que conserva la mayor riqueza arqueológica y arquitectónica del Clásico maya.

¿Cuáles son las prioridades para el manejo de la zona?

Hay mucho que hacer. Por eso hay prioridades y niveles, para lo cual se elaboró un esquema de acciones preventivas y estrategias. No es lo mismo en todas partes. El método propone, en algunos casos, trabajar para documentarlo y taparlo para el futuro. Esto porque no hay recursos ni acceso. Es mejor congelar el sitio. El problema es que casi nadie te da dinero para este tipo de labor, pues es difícil comprender esto.

¿Continúa la cooperación alemana?

Ya terminó. Siempre quedó abierta la puerta para nuevos proyectos. El problema es que los directores cambiaron y las prioridades ya no están en América.

Hoy los donantes carecen de esta visión grande. La mayoría de proyectos cada vez tienen menos recursos y dependen de hallazgos sensacionales como tumbas o frisos grandes, que es más específico, a diferencia de una visión mayor del sitio como un conjunto.

¿Cuáles son las principales conclusiones que usted publica en su libro?

En los años 1960 se hablaba de un estilo Petén, y solo era Tikal. Con este trabajo casi se puede definir el estilo que caracteriza a esta región. Esta parte es el verdadero corazón del mundo maya.

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