Revista D

“Un país sin identidad está a la deriva”

Las costumbres navideñas constituyen el patrimonio intangible de los guatemaltecos.

Beatriz Quevedo, Directora Ejecutiva de Casa Mima, tiene más de una década de trabajar en torno a los Misterios de la Navidad y sus tradiciones. (Foto Prensa Libre: Estuardo Paredes)<br _mce_bogus="1"/>

Beatriz Quevedo, Directora Ejecutiva de Casa Mima, tiene más de una década de trabajar en torno a los Misterios de la Navidad y sus tradiciones. (Foto Prensa Libre: Estuardo Paredes)

La conservación del patrimonio intangible de los guatemaltecos, como las tradiciones navideñas, es uno de los principales objetivos de Beatriz Quevedo, directora ejecutiva del museo Casa Mima.

La temporada navideña, que dura poco más de dos meses, inicia el primer domingo de Adviento —último domingo de noviembre—, continúa con la quema del diablo, la procesión de la Virgen de Concepción, la celebración de la Virgen de Guadalupe, las posadas, Navidad, Día de Reyes y de Candelaria. La mayoría de estas fiestas son acompañadas de ponche, buñuelos, tamales y rezados. Quevedo apuesta por el rescate de estas tradiciones familiares y de barrio que forman parte de la identidad guatemalteca.

¿Se están perdiendo las tradiciones?

La Ciudad de Guatemala ha cambiado muchísimo, debido al crecimiento urbano, los barrios se han transformado. Hoy las colonias tienen portones de seguridad provocando que la vida barrial que giraba alrededor de una parroquia esté desapareciendo.

Antiguamente, toda la gente se involucraba en las actividades que se programaban durante la época navideña. Los vecinos se conocían y los servicios estaban cerca, por ejemplo, el panadero, la costurera, el sastre, el zapatero y otros. Los largos desplazamientos a través de automotores han provocado que ya no se comparta con los vecinos.

¿Todavía existen puntos en la ciudad donde las tradiciones son importantes?

Sí. Tuve la oportunidad, por ejemplo, de participar en el rezado y procesión de la Virgen de Concepción (8 de diciembre) en el barrio Moderno, zona 2, lo cual ya no se acostumbra en otras zonas.
En este lugar, sin embargo, todavía colocan en la puerta de las casas por donde pasará el recorrido, un banderín, y claro, no podían faltar las alfombras de aserrín.

En este barrio también se ha recuperado la tradición de las loas —actos que representan la lucha entre el bien y el mal— durante la procesión. Todos acompañan el cortejo. Seguramente existen otras dinámicas en otros puntos de la ciudad.

¿Considera que esta procesión es de las pocas tradiciones navideñas que todavía perviven?

La identidad folclórica se conserva en ciertos lugares, pues el crecimiento urbano no ha llegado a todos lados. La quema del diablo, que es herencia de la Concepción, por ejemplo, se celebra en casi todo el país. Los fogarones parten de las luminarias, que encendían las personas ante el paso de la procesión de la Virgen, la cual salía en la madrugada. Con el tiempo esta costumbre se fue transformando porque las personas pretendían purificarse para recibir a la Virgen, por lo cual decían que quemaban al diablo un día antes. Así quedó arraigada la quema del diablo.

Esta costumbre también se está perdiendo.

Los ambientalistas insisten en que no se enciendan fogarones con basura, por eso ahora se queman piñatas con forma de diablo, pero se conserva la tradición de tomar y compartir ponche. La celebración de la Concepción se perdió.

¿Cómo interpreta las similitudes y diferencias de los nacimientos en el mundo?

Lo asombroso es ver que en todos los países, sean de tradición católica o no, tengan expresiones de amor a Jesús a través de estas representaciones.

Desde Japón hasta los países africanos, es lindo ver cómo cada uno le imprime sus propias características culturales que van desde la forma y color de los ojos, cabello y piel. En Guatemala, recuerdo un nacimiento hecho en el Altiplano, en el cual en lugar del buey y la mula, colocaron un cerdo y un perro.

La imaginería antigua es valiosa, aunque no todos la consideran así.

Creo que es lo natural. Sucede con los muebles y todos los objetos antiguos, pues dejan de valorarse. Una refrigeradora nueva representa deshacerse de la vieja. Nos gusta tener lo nuevo, lo bonito.
Cuando se reconoce el valor histórico, familiar y cultural se guarda. Conozco casos de personas que han tirado objetos valiosos a la basura por desconocer su valor en ese momento. Hace 50 años no había protección de bienes, pues no existía esta demanda. Cuando se empezaron a dar cuenta del valor se elevaron los precios. Tan es así que es ilegal comercializar este tipo de piezas, ya que están resguardadas por la Ley de Protección del Patrimonio Cultural.

¿Cuáles son los principales cambios que observas en las posadas navideñas?

Es una tradición que muchos adultos recuerdan con añoranza porque la vivieron de jóvenes en sus barrios o colonias, en donde los vecinos y amigos eran fundamentales en esta dinámica. Hoy, estos adultos las organizan con algunas variantes, por ejemplo, no sale los nueve días que dura la novena o solo sale unos días antes del 24.

Es una tradición que también se ha tenido que adaptar a las circunstancias de una ciudad grande. A veces la posada se organiza por una familia y diferentes miembros llevan el anda en carro o picop para trasladarla de casa en casa. En otros casos, se hace un recorrido corto alrededor de la manzana.

¿Observa esfuerzos que revivan estas tradiciones?

Es esperanzador ver que siempre hay proyectos para mantener las tradiciones vivas. Un ejemplo fue la grabación de dos CDs de música navideña guatemalteca por Producciones Kyria, en 1998 llamados Nochebuena en Guatemala, y uno especialmente dedicado a la posada guatemalteca.
Para las posadas que hemos recibido en el museo, hemos repartido la letra de los villancicos por escrito y hasta hemos tenido que repasar la tonada. Mucha gente ni siquiera sabe que lo que canta, generalmente, es de la tradición mexicana.

¿Considera que el árbol de Navidad ha sustituido los nacimientos o más bien se armonizan?

Ciertamente la influencia del norte nos ha llegado con el árbol de Navidad en las casas. Pero no creo que sustituya al nacimiento. No puedo saber con certeza cuánta gente dejó de poner el nacimiento, pero sí puedo asegurar que la mayoría de personas a mi alrededor lo sigue elaborando. Con algunas modificaciones, claro, además del árbol.

Para empezar, las casas ya no son tan grandes, por lo que poner el nacimiento en una habitación, como antes, es imposible. Por otro lado, nos han llegado visiones de todas partes del mundo que hemos querido introducir en nuestras casas. De esa cuenta, hay nacimientos tradicionales con pastores de Chinautla o de la Antigua, pero también hay quienes gustan de colocar los misterios que han traído de lejos, u otros hechos en China, comprados en Guatemala, que imitan nacimientos napolitanos, rusos o españoles. Hay quienes tienen un gusto especial por coleccionar nacimientos.

¿También la figura de Santa Claus ha desplazado al Niño Jesús?

En cuanto a quién trae los regalos, Santa Claus le ganó el espacio al Niño Dios.

No soy ninguna socióloga o antropóloga para analizar el cambio. Pero el simple sentido común me dice que es más fácil creer que un señor de rojo, a quien se ve en las esquinas, puede llevar los regalos, y no el Divino Bebé, que está naciendo al mismo tiempo en que llegan los regalos. Es una simple contraposición de lo tangible y lo intangible.

¿Por qué es importante conservar estas celebraciones?

Un país sin identidad está a la deriva y esto se guarda con el patrimonio material e inmaterial. Es obligación nuestra cuidarlo para que lo sigan disfrutando las generaciones venideras.

¿Cómo ve a futuro la celebración de estas tradiciones?

Creo firmemente que las tradiciones son importantes para mantener nuestra identidad como guatemaltecos y para mantenernos unidos como familias, por lo que se debe llevar a cabo esfuerzos como sociedad y como familia para mantenerlas.
Digo esfuerzos porque todo conlleva tiempo en la preparación, gasto, traslados. Sin embargo, son esfuerzos que valen la pena. No hay nada más satisfactorio que después de un día largo y probablemente de una estar un buen rato en el tráfico, llegar a una casa conocida, tener un momento de crecimiento espiritual y luego sentarse alrededor de la mesa, con gente querida, a comer nuestra comida tradicional.

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