Este códice debe su nombre al lugar donde se encuentra, en la biblioteca estatal de Dresde, Alemania. Consta de 39 láminas, con escritura en ambos lados. Tiene una longitud aproximada de 3.56 metros y originalmente estaba doblado en forma de acordeón. Hoy se exhibe en dos partes, cada una con una longitud más o menos de 1.8 metros.
Está elaborado en papel de amate, el cual se sabe que los mayas obtenían de la corteza de la higuera silvestre, a la que llamaban huun. Los antiguos fabricaban este material desde inicios del siglo V, y las evidencias arqueológicas muestran que era superior al papiro egipcio, en textura y durabilidad.
Hallazgo confuso
No se tiene certeza de si el descubrimiento de este manuscrito se remonta al conquistador español Hernán Cortés, quien posiblemente lo encontró en la ciudad de Chichén Itzá, Yucatán. El documento se remitiría al Posclásico, hacia el año 1250. Aunque el epigrafista inglés John Eric Thompson dio a conocer en 1972 que el material tuvo una probable primera edición durante el Clásico.
Se presume que Cortés lo envió a las cortes del rey Carlos V, en Madrid, y este lo remitió a una de sus residencias en Viena.
Lo cierto es que las primeras noticias de la existencia del códice datan de 1739, cuando Johann Christian Götze, director de la librería real de Dresde, lo obtuvo de un propietario privado, en Viena. Este lo donó a la Biblioteca, donde actualmente se encuentra.
El códice pasó inadvertido cerca de 70 años, hasta que el científico alemán Alexander von Humboldt incluyó algunos fragmentos en la publicación Vues des Cordillères, la cual se cotiza hoy a precios de colección.
Posteriormente, varios estudiosos hicieron copias del manuscrito a finales del siglo XIX. Los bombardeos a la ciudad de Dresde por los aliados, durante la Segunda Guerra Mundial (1945), causaron daños severos en el documento, el cual absorbió humedad que borró partes de su texto e imágenes.
Contenido
En la década de 1950, el lingüista ruso Yuri Knorosov publicó un artículo sobre la estructura de la escritura maya, en la que asigna valores fonéticos y de morfemas a varios signos jeroglíficos. Tomó como base el alfabeto creado por Diego de Landa. Tuvo como detractor a Thompson, seguidor de la escuela cronológica e ideográfica, quien tomó como base el calendario maya.
Knorosov propuso que el códice tiene 10 partes o capítulos: 1. sacrificios humanos, vestimenta de los dioses; 2. ofrendas y ocupaciones de los dioses; 3. Portentos de las mujeres; 4. Movimientos del planeta Venus, ciclo de ocho años; 5. Medios años lunares, ciclo de 33 años; 6. Ciclo 2.3.0. Conquista de Yucatán; 7. Las ocupaciones del dios de la lluvia durante el año de 364 días; 8. Fenómenos celestes; 9. Ciclos de 52 y 4 años y por último, las ocupaciones del dios de la lluvia.
Hasta el momento, la escuela fonética y silábica es la que ha ganado terreno entre los especialistas americanos. El desciframiento aún es incompleto, aunque hay avances importantes.
Análisis semiótico de la forma arbórea
en el Códice de Dresde, Silvia Mónica
Salgado Ruelas /angelfire.com/famsi.org