Revista D

Un edén en peligro

Kiribati corre riesgo de desaparecer a causa del cambio climático.

Panorámica de la isla Bonriki (Foto Prensa Libre: Traveler.es)

Panorámica de la isla Bonriki (Foto Prensa Libre: Traveler.es)

La República de Kiribati es un paraíso donde residen 104 mil 500 personas. Está conformada por 33 atolones —21 de ellos inhabitados— en medio del océano Pacífico, exactamente a dos mil kilómetros al norte de Hawái, a más de dos mil cien kilómetros al sur de Bora Bora, a cinco mil 500 kilómetros al este de Los Ángeles, y a seis mil 700 kilómetros al oeste de Sídney. Lejos, lejos.

Ese territorio, antes perteneciente a la colonia británica de las islas Gilbert y Ellice, tiene altas posibilidades de desaparecer a causa del cambio climático —ninguna parte de Tarawa, su isla principal, se alza a más de dos metros sobre el nivel del mar—.

Así, pues, cualquier creciente de agua puede ser devastadora. “Tenemos un clima relativamente estable por ahora, pero una variable de los patrones climáticos que nos empuje hacia el cinturón de huracanes podría borrarnos del mapa”, informa Anote Tong, presidente de esa nación, en declaraciones a la BBC.

De momento, en Kiribati se efectúa una campaña internacional para financiar el desarrollo de métodos que les permita resistir los cambios y trasladar a su población a otra parte en caso de que el mar afecte las islas. Pero, mientras le encuentran una solución al problema, también deben resolver cómo mejorar el abastecimiento de alimentos, agua y acceso a la salud para sus habitantes.

Peter Sinclair, asesor de recursos acuáticos del Secretariado de la Comunidad del Pacífico, explica, por ejemplo, que en caso de que el agua del mar llegue por encima de la tierra firme, “habría salinización de los acuíferos subterráneos por un tiempo de entre 15 meses a dos años. Esto haría que el agua fuera imbebible”.

A esto se le suma el problema de la basura. Cerca de los centros más poblados de las islas, las playas están cubiertas por todo tipo de desechos. “Cuando sube la marea, parece un paraíso. Cuando la marea se retira, se observa la degradación horrible causada por los humanos”, declara Cliff Julerat, ingeniero del Ministerio de Obras de Kiribati.

Los obstáculos se acentúan con la migración. Tarawa Sur, la isla capital de ese país, es una pequeña franja de tierra —16 kilómetros cuadrados— donde habitan alrededor de 50 mil personas. Es demasiado, pues hay unas tres mil 200 personas por kilómetro cuadrado, tan poblado como Tokio o Hong Kong. Para ello, el Gobierno afirma que incentivará la actividad sostenible en las islas circundantes para que la gente no tenga necesidad de mudarse a Tarawa en busca de oportunidades.

Travesía

Llegar a Kiribati desde Guatemala requiere de tiempo y dinero. Solo el boleto de avión ronda los US$3 mil 750 —Q28 mil 400—. El viaje, además, requiere de al menos dos días, haciendo escala en Los Ángeles, California, para luego ir hacia Nadi, Fiyi, y desde ahí volar a Tarawa, sitio donde japoneses y estadounidenses tuvieron un fuerte enfrentamiento durante la Segunda Guerra Mundial.

El país, localizado en los confines del mundo, tiene una singular isla conocida como Christmas, descubierta el 24 de diciembre de 1777 por James Cook —no debe confundirse con la isla Navidad australiana—.

Christmas, también llamada Kiritimati, se sitúa al este de la Línea Internacional del Tiempo, una localización que la posicionaría entre los últimos lugares donde terminan los días, meses y años. Sin embargo, eso no sucede desde 1995, pues desde entonces tiene el mismo horario que el resto de Kiribati. Ahora, en cambio, presume de empezar todo antes que en cualquier parte del mundo.

Entre 1958 y 1962, EE. UU. e Inglaterra hicieron pruebas nucleares sin avisar a los habitantes de la zona. Ambos países han afirmado que hoy no quedan rastros de contaminación.

En cualquier caso, Kiritimati tiene fantásticos parajes como París, bautizado así por el cura francés Emmanuel Rougier, quien vivió allí entre 1917 y 1939 y fue el responsable de la plantación de casi un millón de cocoteros. Está, asimismo, Londres, una región que tiene un pequeño puerto donde llegan los cruceros y botes mercantes.

Aquellos sitios, en definitiva, tienen vistas tan maravillosas como las que se muestran en las postales y folletos de viajes. Un auténtico paraíso, pero con problemas.

Fuentes: National Geographic, El País, BBC Mundo, CIA Factbook y ViajesOceanía.com

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