Revista D

Luis Galich se mantiene vigente en la música

En su estudio es todo un espectáculo. Interpreta desde una balada hasta una pieza de rap.

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Luis Galich rodeado de instrumentos musicales (Foto Prensa Libre: Esbin García)

Ingresar al estudio del artista Luis Galich se convierte en un viaje a las entrañas del país. De manera fácil se evoca la década de 1970 y desde ahí se avanza hacia el presente, escuchando música de todo tipo, desde su célebre canción Vuestros pies, que interpretó con el grupo Santa Fe  (1973), pasando por baladas, boleros, rock, bachata y cumbias, hasta  rap. Con Galich, también se puede hablar fácilmente de la situación política del país, pero sobre todo del abandono en que los distintos gobiernos han mantenido el arte y la cultura. 

Su vida transcurre saturada de música, y cuando no está en su casa es porque está con sus alumnos de canto y música, descubriendo talentos.  Su estudio se encuentra lleno de herramientas de trabajo: sintetizadores, computadoras con programas para producir música, teclados, guitarras, chirimías y libros, pero sobresale su creatividad. “Venís a buscar un músico de 62 años y te encontrás un bato rapeando. Estoy vivo, no he muerto”, fueron  sus primeras palabras. Todo esto cobró sentido cuando uno por uno hizo sonar, con versatilidad, sus instrumentos musicales, para mostrar su talento.    

¿En que proyecto anda en la actualidad?

Estoy produciendo unos discos con música propia y otros que no son míos, o sea de canciones que Luis Galich canta para ganarse la vida, pero que tienen arreglos míos. También estoy escribiendo música y ayudando a otras personas en su carrera musical.    

¿Qué diferencia hay entre el Galich que se dio a conocer con la canción Vuestros pies y el de ahora?

Toneladas de distancia. Cuando, después de bastante tiempo evalúo los conocimientos teóricos y técnicos que soportan la calidad, me doy cuenta de que en aquel tiempo era puro  feeling y nada más. Yo de conocimiento musical en el tiempo que grabé Vuestros pies (1973), no sabía ni dónde estaba do, pero mi instinto me decía que ahí era donde yo quería que fuera. La diferencia es que en aquel tiempo nuestro conocimiento técnico y teórico era casi nulo, pero el feeling era lo que hacía todo, el corazón, de plasmar una idea profunda.

Aquella época era muy inocente y sana, había menos conocimiento y tecnología, pero mucha mayor entrega; ahora hay menos, aunque en mi caso no; ahora tengo mucha más entrega, puesto que antes todavía tenía el arrojo de andar de arriba para abajo buscando cosas, y en cambio ahora sé lo que quiero.

¿Significa que la música es más sentimiento?

Sí. Creo profundamente en que como un buen artesano se pueden aprender muchas habilidades y trascender. Yo soy un hombre de 62  años, para muchos ya estoy viejo, pero ese feeling que le he  puesto a la música es lo que me mantiene vigente, mi nombre suena y me mantiene vivo en el pensamiento de la gente, porque quiera que no me mantengo con cierta actualidad, pero es por el  corazón que le pongo a cada función. La técnica es muy importante y ahora me permite hacer muchas cosas con mayor facilidad, pero si no le pusiera el corazón no estuviera vigente.  

Después de Vuestros pies y La mitad de mi naranja, ¿qué fue de su vida?

Me tuve que ir del país algunos años, porque cuando llegó la famosa transición a la democracia del presidente Vinicio Cerezo (1986),  confié en que iba a haber un cambio para bien, pero mi criterio político me decía que Vinicio no iba a ser muy bueno para el país, como al final sucedió, por lo que  luché en contra de eso —participé en la campaña presidencial de Mario David García— y haber cometido la osadía de  pelear contra él me costó caro. Me tuve que ir a Canadá, donde viví 15 años, los cuales me alejaron de la escena artística guatemalteca. Reconozco que perdí años muy importantes de estar acá;  sin embargo, fui a desarrollar otros aspectos como el conocimiento del mundo, la música electrónica; trabajé en barcos cruceros, donde adquirí una experiencia invaluable de cómo manejar audiencias y público, y me dio una perspectiva de cómo es percibido lo que nosotros hacemos, que somos de mucho talento, pero afuera se nos ve como medio salvajes. Cuando volví, en 1994,  encontré el país en el proceso en el que aún va, pero para mí es mi tierra, la que me produce una gran cantidad de inspiración y es donde he querido plasmar una enorme cantidad de ideas que algún día saldrán a luz.

Al estar en el extranjero, ¿su visión del país se consolidó?

Definitivamente, me hizo ver que Guatemala es un país increíblemente talentoso, productivo, y que los guatemaltecos no saben el potencial de ciencia y arte que hay en él, porque lamentablemente el proceso socioeconómico y político que estamos viviendo no nos ha permitido llegar al punto de empezar a salir del subdesarrollo. Eso implica que hay una gran cantidad de personas que solo viven para subsistir, no para dedicarse a cosas que podrían, eventualmente, dejar huella. Sin embargo, cada vez hay más gente que sobresale a escala mundial como Arjona, ahora Gaby Moreno, quien ha logrado tocar en lugares especiales.

Hay muchos chapines, por ejemplo, que incursionan en hacer cine; están los jóvenes que trabajaron la animación de la película Narnia, lo cual era insospechado hace 20 años, pero poco a poco Guatemala incursiona en campos donde realmente se puede aprovechar el potencial intelectual que hay en ella.

¿Qué es lo que falta; estar consciente, descubrirlo o apoyo?

Básicamente, falta que los gobiernos se den cuenta de que esta nación no se va a levantar a punta de controlar las drogas, debido a que esa guerra es impeleable, no se va a ganar. Se trata de accionar inteligentemente contra este fenómeno. Tienen darse cuenta de que si no se exporta el talento nacional, no vamos a llegar a ningún lado. Acá tenemos cerebros en abundancia y talentosísimos, pero es un producto que se exporta muy poco. El arte, que para mí es uno de los mejores productos, no se vende fuera del país. Habemos varios que hemos logrado salir al extranjero y allá nos damos cuenta de eso.

¿Qué tanto incide el hecho de que no haya una política de Estado?

Probablemente habrá problema por lo que voy a decir, pero es necesario expresarlo: Me extraña mucho que desde que se firmaron los famosos acuerdos de paz ha sido una política institucional de los gobiernos que el Ministerio de Cultura se le  asigne a personas de nuestra sociedad multicultural y plurilingüe, de lo cual yo no tengo nada en contra de ellas, pero eso no quita que a quienes se ha encomendado dirigir los destinos culturales hayan sido puestos por intereses espuriamente políticos y no por capacidad. El resultado de esas decisiones es que los  niveles del arte y la  cultura en Guatemala son malísimos, no digamos el manejo de los presupuestos. Qué tiene que ver un ministro de Cultura haciendo negocios de pelotas, mientras la Orquesta Sinfónica palidece, el Coro Nacional mendiga, el edificio de la  Academia de Ballet de Guatemala se cae a pedazos.

A cada uno de los ministros no se les recuerda porque hallan puesto una estatua o porque hicieron un evento maravilloso, se les recuerda porque compraron pelotas y otras cosas. ¿Qué pasó con el Baktún 13? Era una época trascendental para el mundo, no era de Guatemala, era a escala mundial ¿Qué pasó?, nada.

Los artistas son los que tienen la misión de la vida de darle humanidad a la raza, eso que solamente los seres humanos pueden dar. Una pintura o una melodía que muevan el alma, eso solo lo hace un artista, esas son las personas que dejan en la historia lo que uno considera cultura.    

¿Qué pasó con su pensamiento y la política?

Aprendí la lección y me retiré totalmente. Me di cuenta de que para ser político se necesitan tres cosas vitales: tener el corazón metido en el congelador y dejarlo ahí; tener un carácter muy especial y tener poder económico para defenderse, porque se es terriblemente atacado y como ahora es muy fácil trascender los niveles humanos, antes se mataba menos gente. Mi criterio al respecto de lo que es  humano difiere mucho de lo que ahora es política y me duele lo que está pasando. Mi militancia concluyó en 1986 y jamás volveré a meterme, yo no soy para ello. Creí que mis ideales podrían trascender.

¿Cómo se define ideológicamente?

Soy una persona sumamente humanitaria, creo en la verdadera libertad y no en el libertinaje; creo que todos debemos aprender a respetar las reglas porque si no, nunca vamos a llegar a nada. Siempre he creído en lo siguiente: “La sangre derramada es un claro testimonio de aquel precio que pagamos y que grita en la memoria lo aprendido en la historia que el engaño y la mentira no genera libertad”.   No vamos a ser libres mientras sigamos, como decía Alfonso Portillo, que había que engañar  para llegar a la presidencia.

Nunca vamos a llegar a tener un desarrollo si basamos nuestros ideales en mentiras, porque tarde o temprano lo descubrimos y ahí  principiamos otra vez el círculo vicioso de que este gobierno no sirve, ni el otro.

¿Cómo ve a los partidos políticos?

Mientras no haya un verdadero control de cómo se financian los partidos políticos, no sabremos qué intereses hay detrás de ellos; mientras no tengamos un Tribunal Supremo Electoral con verdaderos poderes vinculantes seguiremos igual, viendo a un señor que lleva dos años y medio de estar violando la regla de que no se puede hacer publicidad política y sigue y sigue, pero qué son US$125 por brinco —multa— cuando una campaña puede llegar a valer US$100 millones.  Mientras no tengamos esa capacidad de poner freno a este tipo de personas, que flagrantemente abusan, no vamos a llegar a ningún lado. Mientras las instituciones sigan igual de podridas, no vamos a llegar a nada. No podemos seguir poniendo curitas cuando se deben hacer suturas enormes; mientras sigamos así, la vida se nos seguirá yendo.

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