Revista D

Hacia la paz interior

La meditación ayuda a encontrar equilibrio en la vida. Conduce hacia la paz y la libertad.

La meditación es un largo camino que conduce al conocimiento de sí mismo (Foto Prensa Libre: Álvaro Interiano).<br _mce_bogus="1"/>

La meditación es un largo camino que conduce al conocimiento de sí mismo (Foto Prensa Libre: Álvaro Interiano).

¿Qué es meditar? No solo se trata de sentarse en silencio. En cambio, es aprender a relacionarse con uno mismo y entrar en un estado de “no mente”. Para Osho, maestro espiritual hindú, es “deshacerse por completo de la memoria, imaginación, pensamientos, deseos, expectativas, proyecciones y estados de ánimo”. Una vez logrado, se encuentra una libertad sin límite. “Esa es la experiencia de estar con Dios, Buda o como se quiera llamar: dhamma, tao, verdad o nirvana”, prosigue.

Así que meditar es estar en una especie de vacío, cuando ya nada hay por expulsar del cuerpo. Es conocerse.

¿Cómo hacerlo?

No hay que hacer nada. Así es de simple. Por la naturaleza humana, sin embargo, es difícil comprender, ya que la mente exige procesos “tangibles”.

De esa cuenta, para empezar, se debe elegir el momento justo para iniciarse en la meditación. La mayoría lo busca cuando se siente desdichada, ansiosa, tensa o nerviosa o porque se padece una enfermedad, pero ese es el peor instante, ya que es como ir en contra de la corriente.

Entonces, ¿cuál es la mejor época? “Ahora”, destaca Andrés Montano, budólogo y representante de Casa Tíbet de Guatemala.

Un siguiente nivel básico lo brinda Osho, quien recomienda sentarse todos los días en un rincón, durante al menos 30 minutos, cerrar los ojos y contemplar las imágenes que aparecen. “Cuanto más se mire la oscuridad, más claro se verá”, escribe en su libro ¿Qué es la meditación? Hacia el centro de tu ser.

Pero, inevitablemente, la mente divaga y surgen pensamientos de cualquier índole. “Hay que dejar fluir las ideas como lo hacen las imágenes en una pantalla; basta con observarlas y hacerlas objetos propios; contemplarlas sin pensar en ellas. Si no, se habrá caído en la trampa de la mente”, indica Osho.

De hecho, esa es la clave de la meditación: la contemplación. “Es ser testigo”, explicaba Buda. Es ser como un espejo, el cual se limita a reflejar y no juzgar lo que proyecta.

“En esos momentos, uno no se queda dormido; al contrario, se está más consciente”, explica Montano. “Cuando surge el vacío, toda la energía se transforma en una llama de despertar”, agrega.

Por eso, cuando vienen los pensamientos, hay que expulsarlos de inmediato. Buda solía decir: “Si cuando se medita se siente éxtasis, de inmediato hay que bañar en éxtasis a toda la existencia”. Con esto se refería a que se debe compartir cualquier sentimiento para no acumularlo y, así, volver al vacío.

“La meditación es la vía que conduce al nirvana”, refiere la filosofía shramánica. Precisamente en ese camino hay que sentirse agradecidos por la existencia tanto como sea posible, así sea por cosas pequeñas como por las grandes. Por el simple acto de respirar. “No tenemos ningún derecho sobre la existencia, de modo que aquello que se recibe es un regalo”, apunta Osho.

El camino hacia el conocimiento del interior, por supuesto, no sucederá en un día, ni en una semana ni en un mes. Incluso podrían pasar años. Es un largo viaje sin atajos. La meditación no es una flor de temporada. Es más bien como un árbol enorme que necesita tiempo para extender sus raíces. Por eso se necesita paciencia. “Lentamente, la oscuridad desaparece. Surge una luz que no proviene de fuente alguna; es ahí cuando uno se empieza a conocer a sí mismo y a entender que, en realidad, solo el interior es lo que existe, mientras que ‘el afuera’ —lo que creemos vivir todos los días— es un sueño”, destaca Valentina Torricelli, experta en yoga y quien imparte clases en Guatemala.

Ir hacia la vida

Para muchos, la meditación es una especie de truco para escapar de la vida. Esto es considerado un contrasentido para quienes la practican. “La meditación es ir hacia la vida”, insiste Montano, pues implica dejar de lado el deseo y abandonar los pensamientos. Es disfrutar “el aquí y el ahora”.

De hecho, Osho explica que quien vive en el futuro tiene una vida falsa, porque el mañana nunca llega. Coincide Montano: “El pasado y el futuro no existen; siempre es el presente”.

Esto es importante porque la muerte aparece en cualquier momento, pero no hay plena consciencia de ella. Eso se dilucida en el hecho de que el ser humano tienda a postergar las cosas. De eso hay una anécdota que trata de tres viajeros que llegan a Roma a visitar a un viejo amigo filósofo. Este le pregunta a uno de ellos: “¿Cuánto tiempo te quedarás?”, a lo que el hombre responde que tres meses. “Entonces podrás ver bastante de la ciudad”, dice su interlocutor. Otro comenta: “Yo solo permaneceré seis semanas”, a lo que el anfitrión expresa: “Entonces verás más que tu compañero”. El tercer turista anuncia que solo estará dos semanas, pero el amigo filósofo le indica: “Eres el más afortunado, porque serás capaz de verlo todo”.

Los tres viajeros quedaron perplejos ante tal deducción. El camarada les explica: “Quien tiene menos tiempo para estar en Roma, saldrá a visitar los sitios de interés con más premura que el que tiene más tiempo. ¿Por qué? Porque la gente tiende a posponer y por esa razón, muchas veces se queda sin conocer lo esencial”.

Lo mismo sucede en la vida. Las personas actúan como si tuvieran mil años y dejan para después lo que pueden hacer ahora. “Si uno supiera que solo le queda un día de vida, ¿qué haría? En primer lugar, ya no pensaría en cosas innecesarias; en cambio, se dedicaría a amar, rezar y meditar. Lo esencial no debe ser postergado”.

Eso lo enseña la meditación; es decir, a sentir ese perpetuo “ahora”, una cualidad con la que se nace pero que se pierde con el tiempo. Eso se comprueba con solo mirar a los ojos de un bebé. En ellos existe un enorme silencio y una abismal inocencia. Ellos están en estado meditativo, el cual abandonan cuando son iniciados en la sociedad, cuando empiezan a razonar. Pero los meditadores creen que esa condición se puede recuperar. Volver a sentir “el aquí y el ahora” y el “yo soy”. Esto último es de vital importancia. Buda le llamaba autocontemplación, el místico George Gurdjieff lo denominaba “recuerdo del yo” y el filósofo Jiddu Krishnamurti le decía consciencia.

Montano destaca eso: al comer, hablar, caminar o hacer cualquier actividad, siempre recordar el “yo soy”; tener consciencia de uno mismo, de lo que se hace y de lo que pasa alrededor. De esa forma se puede llegar a cambiar la forma de vida. “Una persona que se comporta con furia ante determinada situación, podría actuar con profunda compasión y amor si practica constantemente la meditación”, refiere Torricelli.

Esa es una pequeña variación que sucede al meditar. “Surge un ser nuevo, con conocimiento de sí mismo, tranquilo, relajado, sensible, estable, equilibrado con el mundo y con claridad de mente”, puntualiza Montano.

Es encontrar equilibrio entre el exterior y el interior. Eso está en una enseñanza zen que dice: “Camina en el río, pero no dejes que el agua te toque los pies”. Significa que se puede estar en el mundo, pero no ser del mundo.

O como dice Osho: “La meditación es alegría, festividad, diversión, carcajada; es vivir alegre sin finalidad alguna. Es estar como un niño que juega en la orilla del mar, juntando caracoles y piedras de colores. ¿Con qué finalidad? No hay propósito alguno. Así es simplemente”.

ENTREVISTA

Andrés Montano, budólogo de Casa Tíbet de Guatemala, explica algunos aspectos de esta técnica milenaria, que practican cientos de personas en el país.

¿Qué es la meditación?

Es entrenar a la mente a habituarse con los estados mentales virtuosos de amor, compasión, sabiduría, paciencia y tolerancia. Es un tiempo que se dedica para interiorizar y dominar los estados mentales dañinos como el enojo, los celos, la envidia, el apego o la avaricia. Con una mente estable, el practicante puede aprovechar mejor su tiempo y vive de forma menos egoísta, más tranquilo y satisfecho; ayuda a desarrollar una relación equilibrada con nosotros mismos y con el entorno.

¿Sirve, incluso, para morir mejor?

Así es. El ser humano tiende a acumular posesiones y ver hacia el exterior, pero nunca busca en su interior, que es donde está lo más importante.

Aunque se desconoce qué sucede después, nuestro estado mental previo a morir determina el siguiente. La meditación brinda un estado mental de paz y serenidad, deshaciendo la angustia, el apego o el odio.

¿Cómo se medita en forma correcta?

Lo principal es disfrutar; no debe ser tortuoso. Hay muchas técnicas y cada quien decide con cuál se siente más a gusto. Muy importante, eso sí, es sentir la respiración. Ese es el primer paso. Eso pacífica nuestras emociones y nos recuerda que estamos vivos; es el puente entre lo consciente y lo inconsciente.

¿Por qué se medita en posición de flor de loto, tal como se representa con frecuencia a Buda?

Es solo una postura que brinda estabilidad y que es cómoda. En cuanto a las manos juntas, significan la unión de la sabiduría y la compasión.

¿Qué mantras emplean?

En el budismo son una especie de protección mental. También funcionan como objeto de atención o focalización, como la respiración. Existe, por ejemplo, el Om mani pad me hum, el cual, al recitarlo, evoca un sentimiento de entrega y compasión.

¿Con la meditación es posible eliminar las emociones que conducen a un estado de ánimo negativo y que perjudican la paz interior?

Por supuesto; esa es la meta. Es lo que en el budismo se llama liberación o nirvana.

¿Hay beneficios físicos con la práctica de la meditación?

Claro, y mejor si se combina con ejercicios como yoga o tai chi.

GRUPOS

En Guatemala existen sitios que enseñan diferentes técnicas de meditación. Una de ellas es la Vipassana, un método de hace más de dos mil 500 años que consiste en “penetrar a través de la verdad aparente hasta llegar a la verdad última de la estructura mental y física”. De esa forma, una persona puede liberarse de la agitación y la ira para, luego, experimentar felicidad auténtica, refiere Nilda Tumax. “Es un proceso de purificación mental; erradica el sufrimiento y enseña a afrontar la vida de forma tranquila y equilibrada. Lo más importante es que se eliminan las tres causas de la infelicidad: el deseo, la aversión y la ignorancia”, agrega.

YOGA

Esta disciplina se originó en India. Por su naturaleza, está relacionada con las prácticas de meditación hinduista, budista y jainista. Según Valentina Torricelli, maestra de yoga en las variaciones ashtanga y rocket, esta técnica brinda bienestar físico y mental. “Practicarlo de forma constante hace que uno disfrute con más intensidad el aquí y el ahora”, refiere. “Es como desconectarse; eso brinda mucha paz interior”.

De acuerdo con la experta, el yoga se puede practicar sin importar la edad.

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