Revista D

La mujer de Maximón

María Batz'bal es una deidad ambigua y mítica venerada por sus poderes mágicos.

El telinel y Choy le ofrecen un trago de licor. (Foto Prensa Libre: Álvaro Interiano)<br _mce_bogus="1"/>

El telinel y Choy le ofrecen un trago de licor. (Foto Prensa Libre: Álvaro Interiano)

Rodeada de un aura de misterio, dentro de una pequeña urna de vidrio se encuentra la deidad maya María Batz’bal —mujer de Rilaj Mam (Maximón)—, quien se caracteriza por lucir un traje típico y un tocoyal en la cabeza, vestimenta similar a la de cualquier zutujil de Santiago Atitlán.

La mayoría la conoce como María Batz’bal, pero otros la identifican con los nombres de María Castelyan y Ya Peska Ch’ouriek. Mide unos 50 centímetros de largo y su cuerpo fue fabricado con palo de pito y petate. Al igual que Maximón, es venerada con velas, le ofrecen alcohol y le colocan cigarros en los labios.

Este ídolo maya se encuentra en la casa del telinel ­—sacerdote especial que cuida a Maximón— Pedro Ramírez, en el cantón Panabaj, Santiago Atitlán. Su esposa, Rosario, es la responsable de su cuidado, es su guardiana y celosamente conserva cuatro máscaras andróginas que le han sido obsequiadas como agradecimiento por los favores recibidos.

Por medio de un traductor, Rosario cuenta que parte de los cuidados que debe practicar a diario es encenderle incienso tres veces. A las 6 de la mañana, al mediodía y a las 6 de la tarde.

Si bien la habitación donde pernocta María Batz’bal es más sencilla que la de su compañero Maximón —que está en la casa del alcalde indígena, a unos tres kilómetros de distancia— y sus visitas son más escasas, está decorada como corresponde a una divinidad de esta cultura. Del techo sobresalen unos flecos de colores de papel de china y unos globos.

Los poderes de María Batz’bal se remontan a tiempos prehispánicos. Su imagen ha trascendido en el tiempo y aún goza del reconocimiento y veneración de los pobladores de Santiago Atitlán, quienes acuden a ella para pedirle favores, especialmente de protección para mujeres embarazadas, sus negocios y sus familias.

Los estudios relacionados con esta diosa maya son escasos y los que se han hecho provienen de etnólogos extranjeros, quienes la definen como una figura dual, asociada a la imagen de una joven promiscua y encantadora de hombres, y al mismo tiempo, a una abuela, protectora de la fecundidad y los tejidos.

De acuerdo a los miembros de la cofradía de la Santa Cruz, encargados del cuidado de Maximón, la veneración a este personaje femenino ha perdido importancia en Santiago Atitlán debido al cambio de fe de muchos de sus pobladores, quienes se convirtieron al cristianismo. No obstante, la cofradía lucha contra estas manifestaciones para preservar una tradición centenaria, impregnada de rituales y poderes mágicos.

Madre del pueblo

Juan Choy, de 17 años, es uno de los más compenetrados en esta espiritualidad. Es miembro de la Cofradía de la Santa Cruz y ayudante del telinel. Este joven asegura que Batz’bal es la verdadera madre del pueblo, la patrona de las comadronas y cuenta que su fiesta se celebra el 8 de septiembre.

Choy se considera un sobreviviente de sus favores. Afirma que su madre estuvo a punto de morir durante su embarazo. Su padre, un sacerdote maya, acudió con Batz’bal para implorar por la salud de su mujer. “Curó a mi madre y nací sano, por eso no la abandono, me salvó la vida”, relata con entusiasmo.

Dolores Ratzam Pablo, quien visita a Maximón, cree que Batz’bal es Ixchel, la diosa de las tejedoras, debido a que batz significa hilo y bal es el material para hacer el hilo. A pesar de que ha perdido adeptos, Ratzam está segura de que la tradición pervive. Comparte que en la casa de Maximón se guarda un huipil de esta deidad y que quienes no pueden visitarla, por la distancia, se cubran con esta prenda para orar y así recibir las bendiciones y energía de Batz’bal.

Leyenda remota

La inscripción sobre la creación de María Batz’bal está tejida de historias cruzadas, fruto de la tradición oral de varias generaciones. Una versión es la de Choy, quien comenta que ambas figuras —Maximón y Batz’bal— fueron formadas por 12 nahuales. Entre ellas, Ya Pesca Ch’ouriek y Francisca Flor de Bejuco.

La configuración del cuerpo de Bat’zbal, según su joven seguidor, ha sido un proceso lento. Hace 500 años solo tenía un huipil y el tocoyal. Los ancestros dejaron que sus nietos moldearan el resto del cuerpo de María, por lo que con el transcurrir del tiempo le agregaron el corte y los zapatos.

Fue hecho por los abuelos que decidieron ir a la montaña a buscar un palo de pito, pero este no podía ser cualquiera, debía ser uno que les silbara. Al encontrar esa señal, lo cortaron y así surgió María. “El palo empezó a llorar”, relata.

Diego Chávez, artista santiagueño, indica que es una larga historia, pero asegura que el origen de María se remonta a los creadores nahuales, antes de la llegada de los franciscanos a Santiago Atitlán, hecho que se documenta hacia 1538.

Agrega que una de las mujeres del nahual fue violada por un español y estos reflexionaron en qué podían hacer para proteger al pueblo, fue así como surgió Maximón, el cual tenía la capacidad de convertirse en hombre, mujer y zorrillo. Sin embargo, en vez de cuidar a las mujeres, este personaje empezó a engañarlas. De castigo, le cortaron los brazos y parte de las piernas, por eso es pequeño de estatura. Es entonces cuando surgió la figura de una mujer como su pareja que pudiera “quitarle las mañas”.

Dualidad femenina

Vincent Stanzione, especialista en mitología y religiones comparadas, autor del libro Rituals of Sacrifice, identifica a Batz’bal, por un lado, con la siembra, la fertilidad y la abundancia, mientras que por el otro observa a una mujer lujuriosa, con la capacidad de transformarse en tigre que corre tras los hombres.

El libro Ancient Maya Women, editado por la estadounidense Traci Ardren, refiere que el culto a las deidades abuelas se remonta al Clásico, y posteriormente se practicaba en los grupos mayas achí y zutujil. Entre los atitecos zutujiles, todas son variantes de la Virgen María y una característica es que se basan en una dicotomía de edad.

Así, la esposa de la deidad principal se identifica con un aspecto joven y viejo a la vez. La mujer joven la describe como “promiscua, locuaz, ruidosa, escandalosa, coqueta, juguetona y que detesta el trabajo”. Por el otro lado, la esposa abuela es una figura formidable asociada con el hilado, el tejido y la brujería.

Combina entonces aspectos de una madre venerada, asociada a la fertilidad y al mismo tiempo con una mujer bestial con poderes de bruja destructiva. En este aspecto la comparan con Chak Chel, que combinaba estas dos personalidades.

Allen Christenson en su libro Art and Society in a Highland Community habla de la presencia de María Castelyan entre la mitología atiteca y su relación con la Creación. “Como deidad patrona del Lago de Atitlán, supervisó el nacimiento de los tres volcanes, tejió la tela del cielo nocturno y el manto de la Tierra sobre su telar de cintura”, anota.

La refiere como la figura de una abuela, también conocida como Francisca Batz’bal, quien participó en la primera plantación del maíz, la primera molienda de esos granos para convertirlos en masa comestible y con la creación de Maximón. Y en su forma joven, como la esposa de Maximón, asociada con la brujería, la promiscuidad y la capacidad de enloquecer a los hombres, escribe Christenson.

Stanzione opta por remontarse a los orígenes del sincretismo religioso en este poblado para explicar este fenómeno. Indica que este comienza con la incursión de los frailes franciscanos a Santiago Atitlán y pueblos aledaños con el objetivo de evangelizarlos. “Su visión de enseñanza de la Biblia se adaptó con los temas de la naturaleza, el ciclo del maíz y el calendario maya, lo cual aprovecharon para introducir a sus santos en este ciclo natural”, explica.

Agrega que fue así como surgieron las cofradías y la relación con el Rilaj Mam —Maximón— ya existente, el cual se mantiene como abuelo de los zutujiles. Un ritual clave de esta simbiosis religiosa es la que se practica durante Semana Santa, cuando el Miércoles Santo el Rilaj Mam sale de su capilla, es colgado en el atrio de la iglesia católica “se sacrifica primero”, y espera la crucifixión de Jesús el Viernes Santo.

Desplazados

En los últimos años, los ritos del pueblo zutujil se encuentran en una encrucijada. “Antes, la cofradía estaba unida con la católica“, lamenta Choy. A raíz de esta situación, el dinero para comprarle velas e incienso a la Batz’bal ha mermado. Sus detractores los acusan de practicar brujería, pero ellos lo niegan.

Somos una mezcla entre católicos y mayas“. Ahora los católicos no se juntan con las cofradías y se quieren separar de la tradición maya, pero los ancestros no lo hacían”, expresa Choy.

Según Stanzione, Batz’bal ha adoptado un rostro similar al de una española, se ha olvidado su nombre por uno más castellano y la naturaleza de sus mujeres tejedoras se ha visto también desplazada por otras actividades.

En cuanto a que si esta deidad tiene poderes o no, Stanzione indica que esto depende de cada quien. “La magia es una realidad para las personas que lo creen posible”, afirma.

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