Revista D

“Deberíamos dar lo mejor de nosotros a los pobres”

Sus largas travesías a pie tenían la intención de recordarles a los pobres que no están solos.

Hentzen efectuó extensas caminatas para hacer conciencia sobre la pobreza (Foto Prensa Libre: Unbound.org)

Hentzen efectuó extensas caminatas para hacer conciencia sobre la pobreza (Foto Prensa Libre: Unbound.org)

Roberto Hentzen decía que “caminar es la forma más humilde de transporte”. Esta máxima la tomaba muy en serio, pues en 1996, con 60 años, salió de Kansas City, EE. UU., para caminar seis mil 437 kilómetros hasta Guatemala. A tal proeza la llamó “El peregrinaje de fe”.

Pero, ¿cuál era el objetivo de esta travesía? Simplemente hacer consciencia sobre la pobreza.

Hentzen nació en 1936 en Kenny Heights, Kansas —falleció en el 2013 en Guatemala—. Fue uno de los creadores de la Fundación Cristiana para Niños y Ancianos (CFCA, en inglés), una organización sin fines de lucro que ayuda a familias de escasos recursos en 21 países de América, África y Asia.

Sus programas se basan en el apadrinamiento de niños, jóvenes y ancianos, sin importar sus creencias religiosas. La institución, hoy llamada Unbound, atiende al “llamado del Evangelio de servir a los pobres”, por lo que “invita a personas de buena voluntad a vivir en solidaridad” con los más necesitados, según se consigna en su sitio web oficial. Hasta ahora, la fundación apoya a más de 300 mil personas —poco más de 85 mil en Guatemala—.

El marchista

Bob, como también se le conocía, durante su travesía hasta nuestro país, en 1996, dijo: “Caminar con los pobres es una manera de recordarles que no están solos, que se les escucha y que se aprende de ellos”.

Desde esa fecha hizo de Guatemala su residencia, aunque no era la primera vez que pisaba estas tierras. Ya había estado aquí entre 1967 y 1973 para hacer obras sociales. Poco antes, con el mismo objetivo, había llegado a Colombia (1959-1963).

Precisamente en esos países “se enamoró de los más necesitados”, expresa Paul Pearce, director de estrategia global de Unbound.

De esa cuenta, en 1981, Bob y sus hermanos Bud y Jim Hentzen, Nadine Pearce y su amigo Jerry Tolle —un exjesuita que había servido en Honduras—, fundaron la antes llamada CFCA. Sus oficinas eran el sótano de la casa de Bob, en Kansas City. Aquel era un proyecto pequeño pero que prometía mucho. En la actualidad es una de las organizaciones sin fines de lucro más grandes que tienen base en Estados Unidos. Hasta el 2010, la institución había invertido US$1 mil millones de donativos en varios proyectos.

Pese a la enorme maquinaria administrativa que se requiere para ello, Bob nunca fue un hombre de escritorio. Le gustaba estar con la gente. Compartir con ella. Escuchar sus necesidades. “Su oficina era el camino. Su sala de juntas era la casa de un niño apadrinado y su familia”, se lee en un reportaje reciente de la revista Tierra Sagrada, editada por CFCA.

Hentzen era un ejemplo. En cierto evento público, sacó un sobre doblado del bolsillo de su camisa y leyó la carta que le había escrito Shaima, una chica filipina de 14 años que le contaba sobre su participación en un prestigioso concurso de matemática. Le fue tan bien que se ganó una beca universitaria completa. Bob se sentía orgulloso.

En diciembre del 2009, empezó otra titánica caminata. A esa la llamó Walk2gether —en español se llamó “Caminan 2juntos”—. Consistió en recorrer los 12 mil 875 kilómetros que separan a la Ciudad de Guatemala de Valparaíso, Chile. Esto implicó recorrer 12 países en 18 meses. “Peregrinar significa esperanza, sacrificio y mucha fe”, dijo. Lo hizo para conocer a parte de las 183 mil familias que su organización apoya en esa región. Para Bob, valió la pena.

Deceso

El 8 de octubre del 2013, Bob Hentzen falleció en su vivienda, en San Lucas Tolimán, Sololá, por enfermedad común. Tenía 77 años. Unbound sigue con el camino que Bob contribuyó a trazar. El único objetivo: ayudar a las personas de escasos recursos en todo el mundo.

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