Revista D

Literatura erótica

La literatura erótica hoy se reinventa para, también, llegar al público adolescente, que estáávido de nuevas sensaciones y formas de lectura en un momento en el que, hastiados de tanta crisis y ausencia de perspectivas futuras, buscan vías de escape.

La literatura erótica hoy se reinventa para, también, llegar al público adolescente.

La literatura erótica hoy se reinventa para, también, llegar al público adolescente.

Ha sido precisamente la crisis y el brusco descenso en las ventas de libros lo que ha llevado a las editoriales a buscar nuevos horizontes y poner sus ojos en lo poco que actualmente triunfa. Ejemplo de esto es la atracción del público por los vicios ocultos de los protagonistas de Cincuenta sombras de Grey, pues el resultado en las ventas ha sido favorable.

En ese marco, El chico malo, de la joven escritora de ficción romántica Abbi Glines (Birmingham, Alabama, 1977) figura en el Top Ten de los libros juveniles más vendidos de Amazon, con un tórrido romance protagonizado por la buena de Ashton y el típico chico malo, Beau Vincent.

Aunque parte de la tradicional historia de amor entre adolescentes, este nuevo boom literario va un paso más allá, y entra en una frontera en la que antaño las editoriales temían incursionar por no suscitar controversia y ser acusadas de atrevidas en las escenas eróticas y sensuales destinadas a un público no adulto.

Sin barreras

La onda expansiva de Cincuenta sombras de Grey, unido a la necesidad de captar nuevos lectores y vender libros, y fundamentalmente a la facilidad que ha dado el internet a la hora de acceder a cualquier tipo de información de alto contenido sexual, ha hecho que las barreras se hayan derribado, y las editoriales se han lanzado, sin dudarlo, al mercado del sexo literario.

En El chico malo abundan las escenas tórridas entre sus dos protagonistas —antiguos amigos de la infancia—, retratadas por Glines con un lenguaje fresco y directo, con el que consigue empatizar con los jóvenes, hablando “en su idioma” y de las cosas que les preocupan y que les suceden: como padres demasiado estrictos, peleas en el instituto, los exámenes y, cómo no, el amor y el sexo.

Si fueras mío, continuación de El chico malo, en el que el personaje de Lana, la prima de Asthon, una muchacha tímida y dulce, atrapa con su atractivo juego de seducción a Sawyer, con el corazón roto tras perder a su exnovia —Asthon— y a su mejor amigo, Beau Vincent, en unos encuentros en los que acaban saliendo chispas.

En España, donde este fenómeno es relativamente nuevo, se acaba de publicar París, luna roja (Destino), una novela de la escritora Blanca Álvarez (Coaña, Asturias, 1957), quien, en una entrevista, recuerda que empezó en el mundo de la literatura cuando ganó el primer Premio Internacional de Poesía Erótica Cálamo, en la década de 1980.

“La literatura erótica es algo que me ha preocupado y me ha interesado desde siempre”, asegura la autora, y explica que en París, luna roja se planteó hacer “un cuento al revés”, en el que el guapísimo “a reventar” es el chico, Dámaso, y la chica juega con la “desventaja” de no ser “la belleza oficial” que incluso tiene, por su origen oriental, los ojos estrábicos.

Aunque Álvarez admite que en la novela hay tres o cuatro escenas explícitas de sexo, asegura que las mismas están “poéticamente relatadas”, y entre otras cosas, añade que el sexo, para ella, es “poético”, aunque advierte de que el texto lo leyó una alumna suya y le dijo que se había quedado con ganas de encontrar a un hombre así, a lo que la escritora le contestó: “Quizás no los haya”.

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