Revista D

Destinos turísticos

Si desea escalar un volcán y optar por el Pacaya, también tendrá la posibiidad de conocer San Viciente Pacaya y la Laguna de Calderas.

La laguna Calderas es parte del área protegida del parque nacional.

La laguna Calderas es parte del área protegida del parque nacional.

Guatemala es un país de volcanes, y uno de los más fáciles de escalar es el Pacaya, en San Vicente Pacaya y Amatitlán. Su altura es de dos mil 552 metros sobre el nivel del mar y está activo desde 1965, cuando hizo su primera erupción registrada en la historia moderna.
Este coloso es el más visitado por el turismo nacional —20 por ciento— y extranjero —45 por ciento son estadounidenses, 10 canadienses y el 25 restante, europeos—.
Las cifras totales indican que en el 2012 llegaron 60 mil turistas y este año, a noviembre, 45 mil.

Los mejores horarios para iniciar el ascenso son a las 7.30 y a las 15.30. Quien desee vivir la aventura puede elegir entre dos rutas. La primera, el sendero La Corona, que es más corta, pero también con un camino más inclinado, por lo que se recomienda para personas con óptimas condiciones físicas, aunque se puede alquilar un caballo. Sin embargo, este paso tiene mejores vistas y en un día despejado puede verse el mar con un par de buenos binoculares.
La segunda ruta inicia en el centro de visitantes San Francisco de Sales, que cuenta con baños, tienda y restaurante. Esta es más larga, pero el recorrido es más fácil y bajo vegetación. Ambos senderos están vigilados por guardarrecursos y policías de turismo.

La administración del parque requiere que todos los visitantes se anoten antes de subir y que vayan acompañados de un guía certificado que presta sus servicios por Q100 para grupos no mayores de 15 personas. Si desea ir a caballo el precio es de Q100 para subir y la misma cantidad para bajar, pero, siempre se puede negociar.

Muchos eligen subir por el centro de visitantes y bajar por La Corona, pues ambos senderos llegan al nuevo cráter. Arriba es posible visitar la antigua meseta, el área de hornos, el antiguo cráter y las cuevas, pero estas por el momento están cerradas al público por razones de seguridad.
“El volcán se ha convertido en una importante fuente de ingresos para la comunidad, pues la plaga de roya provocó la pérdida del 80 por ciento de la cosecha”, afirma Jorge Contreras, encargado del centro de visitantes.

La mayoría de la población está invirtiendo en cambiar la variedad de café que siembra por una que sea resistente a la plaga y otros han optado por cultivar el aguacate hass.

La laguna
Además de conocer el pueblo y el volcán, este viaje permite visitar la Laguna de Calderas. Con una extensión de 35 hectáreas, que da cobijo en su interior a un antiguo cráter del que actualmente nace agua y al cráter principal del volcán.

Pero este sitio enfrenta también dificultades, pues los habitantes del lugar luchan por integrarse a este circuito turístico. Sin embargo, es una tarea difícil, ya que quienes viven a la orilla de la laguna no permiten la instalación de los servicios necesarios para los visitantes. Del lado de San Vicente Pacaya es donde hay posibilidad de darse un chapuzón o pescar.

Desde la jurisdicción de Amatitlán, la laguna provee de agua a los pobladores, pero nadie paga por el servicio, y la contaminación avanza, ya que no hay drenajes y los lavaderos municipales no funcionan.

“Los operadores de turismo que traen a los extranjeros no nos toman en cuenta. El Inguat no ha venido a supervisarnos y la Municipalidad no hace nada por nosotros”, indica Leonardo Peralta, delegado de medioambiente del Consejo Comunitario de Desarrollo.En el 2000, el área que comprende desde la aldea El Cedro hasta la Laguna Calderas fue declarada como zona protegida y se busca desde entonces su conservación; no obstante, debido a que abunda el roble, existe la tala de esta especie. Aunque las personas que talan cuentan con permisos cortan incluso los árboles que brindan el servicio de barrera natural en los caminos principales.De igual forma opera una compañía geotérmica que produce una gran cantidad de energía que se exporta y no representa beneficio para la población, pues se encuentra libre de impuestos por un período de 10 años según la Ley de Energía Renovable del Ministerio de Energía y Minas.

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