Revista D

La antigua casa del arzobispo

Los terremotos de Santa Marta (1773) destruyeron la ciudad de Santiago de los Caballeros —actual Antigua Guatemala, Sacatepéquez—.

Entrada principal de  la antigua residencia arzobispal.

Entrada principal de la antigua residencia arzobispal.

Debido a ese suceso, las autoridades trasladaron la capital al Valle de la Ermita, bautizándola con el nombre de Nueva Guatemala de la Asunción.

Ante la ausencia de una catedral se decidió que el barroco Beaterio de Santa Rosa funcionara provisionalmente como tal. Así fue de 1787 a 1815.

Se determinó, asimismo, que el arzobispo viviera en la casa de enfrente, localizada en la esquina de la 10a. avenida y 8 calle de la zona 1 —sector antes conocido como Calle de los Mercaderes—. Esa estructura, aún en pie, se transformó en el primer Palacio Arzobispal.

La residencia

Según el libro Por los senderos de la Nueva Guatemala de la Asunción (2012), del historiador y sociólogo Aníbal Chajón Flores, el terreno fue propiedad de Cayetano Antonio Díaz durante parte del siglo XVIII. En 1779 pasó a manos de José María Vergara y, en 1780, a Julián Martínez Batres.

La casa se terminó de construir en 1791. Fue edificada con gruesos muros de adobe y techos de teja sostenidos con robustas vigas de madera —hoy dañadas por la humedad y por la acción de los insectos—.

El arzobispo Cayetano Francos y Monroy la ocupó desde entonces hasta su muerte, el 17 de julio de 1792.

En la fachada del inmueble se observan pretiles, cornisas y pilastras griegas adosadas a los muros laterales del ingreso principal. “En la puerta, en los marcos de piedra, están los emblemas de la Corona española y de la Iglesia Católica. Es una de las pocas reliquias que quedan en la ciudad”, consigna la obra La calle donde tú vives 4, escrito por Héctor Gaitán, historiador fallecido en el 2012. Estos elementos son complementados con ventanas protegidas por fuertes balcones de hierro forjado.

A esa residencia “se ingresaba por un zaguán amplio que conducía a un patio; luego estaban las habitaciones, que incluían sala, dormitorios, comedor y otras piezas que, algunas veces, se alquilaban a comercios”, escribió el también historiador Luis Luján Muñoz. “El patio tenía una fuente central y estaba circundado por corredores que servían de deambulatorio”, agrega.

La tesis de la arquitecta Paola Chinchilla Gil, además, indica que el zaguán y el patio central tenían piso de piedra; en otros sitios era de ladrillo de barro cocido.

De acuerdo con Chajón Flores, la propiedad se vendió en 1794 a Antonio Tejada. En 1822 pasó a Mariano Pizana.

En 1901, el inmueble fue adquirido por el español José García Sánchez, quien administró por muchos años la Foto Exposición. En 1933, el Registro de la Propiedad anota la división de la casa otros propietarios. “Se construyó un muro por el patio, partiendo la fuente”, asegura Chinchilla Gil en su documento. “Se hicieron modificaciones que, por supuesto, cambiaron el estado original del edificio”.

“En el cielo del ambiente que funcionaba como oficina principal se conservan frescos con variedad de diseños; es el único interior con esos detalles”, afirma Chinchilla Gil.

El 13 de agosto de 1998, según acuerdo Ministerial 328-98, el Estado lo declaró Monumento Histórico. Pese a ello, no ha sido remozado de forma adecuada. De hecho, en el 2010, parte de su cubierta se desplomó. Algunas fuentes aseguran que podría ser restaurado por la Municipalidad de Guatemala. El departamento de Urbanística de esa institución, sin embargo, no confirmó tal proyecto.

Mariana Quezada, nieta de una de las propietarias, indica que, si bien los exteriores están deteriorados, “el interior está intacto”, incluso, amueblado.

Hoy, la parte frontal que da a la 8a. calle es alquilada a piñaterías. Queda pendiente la restauración para este histórico inmueble.

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