Revista D

La poesía en el cancionero popular

El mejor poeta de México es Armando Manzanero, afirmó alguna vez el genial escritor Gabriel García Márquez, en lo que pudo haberse interpretado como una sesgada tomadura de pelo, aunque parece que el distinguido autor estaba en la propuesta de una aseveración vinculada con la verdad, a partir del indiscutible valor poético que tienen las destacadas canciones del compositor yucateco.

Es indiscutible el valor poético que tienen algunas canciones. Ilustración Prensa Libre: Mynor Álvarez

Es indiscutible el valor poético que tienen algunas canciones. Ilustración Prensa Libre: Mynor Álvarez

Porque verdaderos poemas son los encuadres líricos de las canciones Somos novios, Esta tarde vi llover y Adoro, entre otras, de tan extendida proyección que alcanzaron el interés de intérpretes famosos como Elvis Presley y, en su musicalización, que es otra expresión poética, con el prodigio del piano de Frank Mills. Aunque la puntada de Gabo, que replanteara una desafiante interpretación de lo que es la poesía en la canción popular, al colocar a Manzanero en el estrado principal de la escena literaria, tal vez habrá causado la perplejidad y hasta escozor en poetas mayores de México como Homero Aridjis, Elsa Cross, Jaime Sabines, y quizás la hilaridad de José Emilio Pacheco y hasta el revolverse en sus tumbas de los otrora máximos oficiantes de la poesía de ese país, López Velarde, Gutiérrez Nájera y Amado Nervo, que ahora descansen en paz.

No sería Manzanero el primero en recibir la consagración de poeta si ya en el pasado obtuvo el título de músico-poeta, de forma merecida y permanente, el veracruzano Agustín Lara, con toda una producción en la que el signo prevaleciente fue el de una lírica de indudable contenido poético.

Mucho antes de que los mencionados tuvieran presencia, otros autores con proyección en la poesía dispararon sus composiciones al escenario internacional. Lorenzo Barcelata se inmortalizó con el vals María Elena y Consuelo Velásquez llevó Bésame mucho a una fama que perdura hasta hoy en muchas culturas, melodías que en algunos casos prevalecieron por su peso musical y no por la lírica, tal vez breve, aunque sin duda animada por la poesía. Composiciones cuya trascendencia llegó a latitudes como el Japón y otras geografías sin aparente parentesco con la cultura hispana y que cautivaron a intérpretes como el dueto judío de Malka y Joso, que cantaron piezas de estricto linaje latino.

El ritmo de bolero resultó el adecuado hospedaje para la canción de signo poético, pero no se puede discriminar con una nómina específica de melodías con ese carácter, pues es infinita la cantidad de composiciones con el sello de la poesía como personalidad de sus letras. Es inconmensurable la constelación de canciones donde el aliento poético es la insignia que las distingue. Por supuesto que del inmenso volumen de canciones de narrativa romántica, es necesario separar la paja del trigo. Abundan las canciones de corte pasional que degeneran en una abierta misoginia —aversión a la mujer—, donde la amada es convertida en victimaria, causante del infortunio de enamorados en desventura que prefieren el suicidio antes de seguir sufriendo un amor desgraciado. Pero eso ya no es poesía, sino objeto para la investigación policíaca.

Aunque es en el bolero donde, de manera primordial, se instala el fenómeno de la poesía, otros ritmos son también habitados por composiciones con mérito poético. Poesía fundamental que casi siempre se manifiesta sin los alardes de la lírica formal. Más dada por espontaneidad que por artificio retórico. Son poemas que nacen de adentro y cuya autenticidad se descubre más por su sencillez que por proponer modelos de significación literaria. La nómina de canciones con esa virtud es infinita y en este espacio se intenta ofrecer solo un muestreo, pues una cobertura ambiciosa requiere de un estudio formal que está fuera de los límites de este artículo.

Para empezar, se citará una composición excelsa donde la música hace matrimonio con una letra breve, pero de intenso aliento poético. Se trata de Concierto para una voz, de la compositora francesa Danielle Licari, melodía que con el registro musical de un aria, contiene un poema sucinto, pero muy hermoso:

Llámame cuando vengas de sentir mi cariño/ cuando te duela el corazón/ cuando se crucen por tus ojos los míos/ cuando escuches mi canción…

Como el amor es la motivación esencial en el inconmensurable listado del cancionero con atributos líricos, destacados poetas dieron motivo para que su obra sirviera de modelo para infinidad de canciones famosas. Los Veinte poemas de amor y una canción desesperada, de Pablo Neruda, estarían entre los preferidos. Y con razón, porque con una sencillez asombrosa y considerados la más preciosa expresión en la poesía, pasaron a figurar como favoritos de la audiencia aficionada al acto poético. Otros poetas que motivarían creaciones musicales significativas fueron Juana de Ibarborou, Alfonsina Storni, Ida Vitali, y de gran magnitud José Martí, con el incomparable y bello poema La niña de Guatemala, que en magistrales interpretaciones musicales crea estados de intensa emoción:

Eran de lirios los ramos/ y las orlas de reseda/ y de jazmín la enterramos/ en una caja de seda//  Era su frente la frente/ que más he amado en mi vida…// Se entró de tarde en el río, la sacó muerta el doctor/ Dicen que murió de frío/ yo sé que murió de amor…

Entre  paz y  sensualidad

No sería el amor el único objeto para la composición musical con propósito poético. La paz, la aspiración por un mundo mejor, el rechazo a las injusticias, la exaltación de los valores humanos han sido tópicos de inspiración en el panorama de la canción en Latinoamérica. El cubano Silvio Rodríguez es exponente de esa tendencia con sus numerosas composiciones de rica vena poética, aunque prevalezca el amor como razón preferida. Ejemplar es la canción El breve espacio en que no estás:

Todavía quedan restos de humedad/ sus olores llenan ya mi soledad/ en la cama su silueta se dibuja cual promesa/ de llenar el breve espacio en que no está…

Hay en estas canciones un signo de sensualidad, de erotismo envuelto a veces en un entorno sutil cuando no de abierta franqueza como en las canciones de Ricardo Arjona, que se resuelven en la exaltación de lo cotidiano con un lenguaje conversacional que embellece la proyección creativa.

La producción de Arjona es amplia y de mucho reconocimiento, en una variación de motivos que revaloran el compromiso social y el sentimiento humano. Llegan entusiastas al circuito del amor canciones como la bella melodía Fuiste tú, de reciente presencia e interpretada con acierto por el autor y la dulce Gaby Moreno.

Fuiste tú, demás está decir que sobra decir tantas cosas/ o aprendes a querer la espina o no aceptes rosas. / Jamás te dije una mentira o te inventé un chantaje/ las nubes grises también forman parte del paisaje…

De voz portuguesa

Roberto Carlos, del Brasil, forma parte también de esa nomenclatura de cantautores, orientados a diversificar la temática de sus composiciones como en el caso de la canción Amigo, que encomia la amistad como signo de fraternidad humana:

Tú eres mi hermano del alma, realmente mi amigo/ que en todo camino y jornada está siempre conmigo./ Aunque eres un hombre, aún tienes el alma de un niño,/ aquel que me da su amistad, su respeto y cariño…

Es así que la poesía encontró en la música el adecuado medio para no quedar resignada a su sola existencia en la letra impresa, que eventualmente la destinaría a languidecer marchita en los libros. No así rescatada en la canción, donde se ha lanzado a trotar por la calle, a recuperar su presencia en  los parques, forjar el amor, domiciliarse en el corazón y la mente de todos.

Anglo

La cultura inglesa es vasta en la producción de la canción-poesía, pero un resumen sobre el tema rebasaría las expectativas de espacio para este análisis. Pero se puede destacar de forma breve lo más sobresaliente: Bob Dylan, por ejemplo, fue y lo es un destacado compositor estadounidense, distinguido poeta y compositor musical que impactó desde sus inicios con poemas musicalizados como Blowing in the wind. En algún momento también serían aclamadas como canciones plenas de poesía la popular Yesterday, de Paul MacCartney, de los Beatles, y de quien se dice que tardó año y medio en escribir la letra. No menos impactante resultaría la bella composición Imagine, del también Beatle John Lennon, contenida en un mensaje de conmovedora invocación humana.

Leonard Cohen, con amplia y prestigiosa bibliografía e integrante de la nómina de los más destacados poetas de Canadá, luego de una transición residiendo en un monasterio del Tíbet, en su retorno al país surgió cantando sus poemas y la fama que tuvo dos décadas atrás se multiplicó con la atracción de un público compuesto por una multitud de jóvenes. Canta terrible, con una voz grave que al parecer es algo así como su “marca registrada”. Una de sus canciones favoritas es la titulada No hay curación para el amor. Hace poco fue aclamado en Barcelona, durante una gira por España, donde efectuó con éxito varias presentaciones.

Nuestra laureada poeta Ana María Rodas también podría cantar sus poemas, pero aunque entre sus atributos está el de poseer una bella voz de contralto, se reserva esa gracia para regocijo en privado y porque además considera que no hay música que armonice con los poemas de la izquierda errática.

Y volver, con la frente marchita/ las nieves del tiempo/ platearon mi sien./ Sentir, que es un soplo la vida/ que veinte años no es nada/ que febril la mirada/ errante en las sombras/ te busca y te nombra.


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