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Algunas marcas registradas, por su fama, se han vuelto de uso común.

Marcas generalizadas (Fotoarte: Mynor Álvarez)

Marcas generalizadas (Fotoarte: Mynor Álvarez)

Se va al supermercado y uno busca Kleenex, ya sea de esa marca o de cualquier otra, pero al fin y al cabo, así se les llama a los delgados pañuelos desechables. Por lo regular, no se pregunta a los dependientes por cuchillas para afeitar, cinta adhesiva, bebidas energizantes o comprimidos de ácido acetilsalicílico, sino por Gillette, Tape, Red Bull o Aspirina. Estas son las llamadas marcas genéricas, vulgarizadas o de uso común.

A primera vista, la elevación a la categoría de genérica de una marca solo podría traer beneficios para su propietario. Sin embargo, ciertos casos hacen pensar en los riesgos que conlleva la excesiva popularización, como pasó con Sony, que en Austria perdió los derechos sobre su marca registrada Walkman porque la Corte Suprema consideró que no había vocablos que lo sustituyeran.

Uno de los casos más curiosos es el de Birome, marca comercial con la que se vendieron los primeros bolígrafos del mundo, fabricados en Argentina en 1942. Birome, como marca, fue olvidada porque desapareció de la actividad publicitaria, incluso de las etiquetas. Hoy, en algunos países de Sudamérica, hay quienes se refieren a los lapiceros con el nombre de esa antañona firma.

Google, con el temor de perder los derechos sobre su bien valorada marca, solicitó formalmente al editor de un diccionario en internet que retirara la entrada Google como sinónimo de “búsqueda en la web”. Su petición fue atendida, aunque sigue poniéndole atención, sobre todo con diccionarios tan populares como el Merriam-Webster o el Oxford English Dictionary.

Hoy, una de las marcas que más se han popularizado es iPod, por lo que los expertos en mercadeo han tenido que trabajar para relacionarlo con Apple, a fin de que se diferencie de los competidores que fabrican reproductores de música.

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