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Arsenio Champet es el peregrino del futbol mundial

Sus ojos fueron testigos de la consagración de Diego Maradona en el Mundial de México 1986, de la polémica de Edgardo Codesal en Italia 1990, del penalti que falló Roberto Baggio en Estados Unidos 1994, del cabezazo de Zinedine Zidane a Marco Materazzi en Alemania 2006 y del golazo de Andrés Iniesta en Sudáfrica 2010.

El guatemalteco Arsenio Champet ha asistido a siete mundiales y estará en Brasil 2014. (Foto Prensa Libre: Carlos Ventura)<br _mce_bogus="1"/>

El guatemalteco Arsenio Champet ha asistido a siete mundiales y estará en Brasil 2014. (Foto Prensa Libre: Carlos Ventura)

QUETZALTENANGO – Él es Arsenio Champet, un guatemalteco que ha vivido en carne propia los últimos siete mundiales.A sus 66 años, Arsenio puede presumir de unos ojos y recuerdos privilegiados, porque pocas personas en el mundo han presenciado tantos hechos históricos de la Copa del Mundo.
Es fanático de la selección brasileña, y entre sus tantas anécdotas están los tantos de Ronaldo en Japón y Corea 2002: “los goles del gordito”, dice con una sonrisa. De esa forma describe tantos momentos que lleva en la memoria y el corazón.

Todo un peregrino

Champet es un dermatólogo que vive en un área lejana del centro de Quetzaltenango. Su casa es hermosa, adornada con jardines y decorada con objetos de valor, pero su verdadero tesoro está adentro: un salón con tres vitrinas gigantescas que se iluminan al abrir las cortinas de más de seis metros de alto y que son exclusivas para su colección de recuerdos de los mundiales de futbol, desde México 1986 a Sudáfrica 2010.
Pósteres, mascotas mundialistas, monedas conmemorativas, lapiceros, tazas, balones oficiales, gorras, bufandas y pines; más de cien artículos exclusivos que muestra únicamente a sus amigos más cercanos.

“Todo empezó para el Mundial de México 1986. Estudié en esa ciudad y unos amigos me invitaron para ir a ver la final. Me fui por tierra y logré entrar al juego, cuando Argentina fue campeona y Maradona levantó la copa”, recuerda Champet.
Después de ese viaje comenzó la peregrinación a cada mundial de futbol.

Pero antes de continuar la entrevista y relatar sus muchas historias, Arsenio se disculpa: “Permítanme, soy puro brasilero y necesito colocarme la playera de Brasil. Así podemos hablar mejor”.

Se pone la verdeamarelha y no podía ser otra que la 9, la de Ronaldo, su máximo ídolo en el futbol. “Vi casi todos sus goles en los mundiales”, refiere, orgulloso.

Pero además de los goles del brasileño, Champet ha podido vivir otros hechos históricos, que la mayoría de fanáticos del futbol en el Mundo solo vieron por televisión.

Sigue molesto

Se jugaba la final de Italia 1990 entre Alemania y Argentina. Champet se encontraba en el graderío, detrás de una de las porterías del estadio Olímpico de Roma cuando el árbitro mexicano Edgardo Codesal marcó un penal polémico a favor de los alemanes, a pocos metros de donde él se hallaba.

El gol lo anotó Andreas Brehme y Alemania se consagró campeón.

“Sigo sosteniendo que no era penalti. Estaba sentado ahí cerca y Codesal se lo inventó. El estadio se llenó de puros alemanes y con ese gol ganaron ese campeonato”, asegura Champet.

Además de esa polémica final, fue testigo de uno de los mayores osos de la historia, cuando al portero René el Loco Higuita le quitaron el balón de los pies y Roger Milla anotó el gol para Camerún, que eliminó a Colombia 2-1.

“En ese mundial observé seis partidos y ese fue en Nápoles. Fue muy famosa esa jugada porque Higuita llamaba mucho la atención”, recuerda.
También sufrió la eliminación de su Brasil, en manos de Argentina, con un pase de oro de Maradona a Claudio Caniggia, en Turín (1-0).
“Dolió esa eliminación, pero Argentina hizo un gran mundial. También vi cómo dejaron fuera a Italia en penaltis y la gran actuación de Sergio Goycoechea”, afirma.

Excelente organización

Cuatro años más tarde llegó el turno de Estados Unidos 1994, un mundial que Champet recuerda por su excelente organización.
“Es impresionante la organización de Estados Unidos. Observé muchas cosas, pero destaco eso, porque lo hacen de maravilla, no fallan en nada”, dice.

Vio cuatro partidos, entre ellos la eliminación de España en Boston, por 2-1 ante Italia. “Cerca de nosotros había unas españolas que no paraban de llorar”, recuerda.

Se deleitó con la dupla de oro Romario-Bebeto y la final que se jugó en el estadio Rose Bowl, de Los Ángeles.

“Había muchos brasileros y el ambiente era impresionante. Fue dramático porque se definió en penaltis y Baggio, quien fue muy importante para los italianos, mandó la pelota para arriba”, comenta.

Para el olvido

La única final de los mundiales que no pudo disfrutar fue la de Francia 1998, porque los encargados del viaje no les entregaron las entradas, momentos antes de que se jugara.

“No vimos la final entre Brasil y Francia porque nos fallaron con los boletos. Nos los daban unas horas antes de cada partido y en esa ocasión éramos más de 60 guatemaltecos; solo pudieron entrar unos cuantos. El partido lo vimos en una televisión chiquita, en un restaurante”, recuerda con resignación.

Goles de su gordito

Japón y Corea 2002 fue uno de los mundiales que más disfrutó, dice Arsenio, porque presenció los goles de Ronaldo en la final contra Alemania.
“El gordito anotó dos goles en la final a Oliver Kanh, de Alemania. Es algo impresionante, lo tengo muy presente porque él es mi ídolo del futbol”, afirma.

También en ese mundial fue donde más partidos observó, pues entró a siete. “Ese país no es muy futbolero y había muchas entradas disponibles”, expresa.

El cabezazo de Zidane

“Cuando Zidane perdió la cabeza”, responde Champet al preguntarle sobre el Mundial de Alemania 2006.
Entró al estadio Olímpico de Berlín y vio el duelo entre Francia e Italia, en la final que será recordada por el cabezazo que le dio Zidane a Marco Materazzi.

“Se supone que le dijo que era un musulmán y su madre, una prostituta. Todo el mundo se enteró de ese cabezazo y hasta burla hicieron”, comenta.

En esa final, Italia se consagró campeona del mundo, luego de que David Trezeguet falló un penalti para los franceses.

“De inmediato me recordé del penalti fallado por Roberto Baggio. Pensé que se había compensado ese fallo de 1994”, cuenta.

El gol de Iniesta

En su última estadía, Sudáfrica 2010, fue testigo de uno de los momentos más grandes de España, cuando Andrés Iniesta marcó el gol del título, ante Holanda.

“Iniesta es un jugadorazo. Controló bien la pelota y sacó el tiro que terminó en el gol para España. Momento inolvidable”, refiere.
En ese mundial también estuvo presente en el encuentro entre Uruguay y Ghana, cuando Luis Suárez cometió mano en el área y se marcó tiro penalti.

“El jugador de Ghana Asamoah Gyan falló el penalti y entonces el partido se fue a los penaltis, donde fallaron los africanos y al final Suárez quedó como héroe, porque Uruguay se clasificó”, dice.

Brasil lo espera

El Mundial de Brasil lo espera. Ya tiene entradas para un partido de cuartos de final, una semifinal y la gran final, que se disputará en el Maracaná, de Río de Janeiro. “Las cosas han cambiado mucho. Ahora, por internet, mi hijo me consiguió las entradas, que son carísimas”, indica.
Será su octavo mundial y Champet cuenta su secreto para poder asistir: “Es mi pasión, y mi entretenimiento es el futbol, porque no solo voy a mundiales, también soy seguidor del Xelajú y viajé a Guadalajara, cuando eliminamos a las Chivas en la Concachampions del 2012”.

Según Champet, la clave está en ahorrar. “Por ejemplo, no cambio de carro a cada rato. El que tengo lo compré hace ocho años y está bien. No gasto en cosas innecesarias durante tres años”, comparte el fanático, quien aconseja no hospedarse en hoteles cinco estrellas ni en hostales. “En Corea nos dijeron que cada tiempo de comida salía en US$100, pero encontramos restaurantes de US$20”, dice.

El tiempo pasa y ya serán ocho mundiales. Con 66 años, Champet espera ir a más. “Quisiera ir a más, pero todo depende de la salud. Si hay posibilidades lo haré, pero no quisiera estar muy limitado. He visto a personas que van en silla de ruedas, y así ya no me gustaría”, confiesa el peregrino de mundiales, que ya ansía tomar el avión que lo llevará a Brasil.

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