Escenario

Actividad física en niños con necesidades especiales

Todos, en sus marcas, están listos y atentos al aplauso que indica el inicio del partido. "Me pongo ansioso porque quiero meter goles", expresa Denilson, invidente de 12 años que detiene el balón con agilidad y fuerza para evitar que entre en su portería.

Estudiantes de la Escuela Santa Lucía, del Comité Prociegos y Sordos, juegan goalball. (Foto Prensa Libre: Brenda Martínez)

Estudiantes de la Escuela Santa Lucía, del Comité Prociegos y Sordos, juegan goalball. (Foto Prensa Libre: Brenda Martínez)

CIUDAD DE GUATEMALA – La escena antes descrita pertenece al juego de goalball, un deporte creado específicamente para invidentes o personas con baja visión. Participan tres jugadores de cada equipo, quienes emplean una pelota parecida a la de volibol, con cascabeles en su interior y cuyo sonido les ayuda a ubicar su trayectoria. El objetivo es anotar goles al adversario y lanzarse acostados cuando se escucha que el esférico está en movimiento, para evitar que ingrese en su arco. La práctica del goalball les ayuda a desarrollar su sentido auditivo y orientación del espacio.

Las actividades deportivas de niños con necesidades especiales son imprescindibles para estimular su desarrollo físico, mental y emocional.

Deportes como natación, atletismo, ajedrez, futbol sala, baloncesto y montañismo, que practican en las escuelas del Comité Prociegos y Sordos de Guatemala, les ayuda a nivel integral. “La forma de impartir las clases es distinta, pero la esencia del deporte es la misma”, indica Jorge Mario Cifuentes, coordinador del Programa de Recreación y Deportes del Comité.

“El ajedrez nos sirve para agilizar la lógica, la memoria, el cálculo y el tacto”, explica Miguel, niño invidente de 13 años.

A menores con discapacidad auditiva se les enseña a correr en pareja y  seguir instrucciones. (Foto Prensa Libre: Brenda Martínez)

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MÁS BENEFICIOS
Deportes como atletismo, natación, futbol, taekwondo y boliche ayudan a los menores con síndrome de Down a desarrollar su motricidad gruesa, necesaria para un mejor aprendizaje, destrezas de autonomía, independencia, coordinación y equilibrio, e influyen de manera positiva en su autoestima, dice Sylvia de Bihr, directora educativa de la Fundación Margarita Tejada, que atiende a niños con esa característica.

La actividad física también conlleva beneficios sociales, determinantes para su integración, al tiempo que les transmite mucha motivación, seguridad, confianza y son fundamentales para que no sean sedentarios, explica Gerber Jiménez, maestro de Educación Física de la Escuela Santa Lucía.

De Bihr recomienda a los padres no sobreproteger a sus hijos y darles la oportunidad de que se ejerciten, controlar su alimentación, motivarlos, acompañarlos a los entrenos y permitirles competir. De hecho, estudiantes de ambos establecimientos educativos han destacado en competiciones a escala nacional e internacional.

Niños invidentes disfrutan del agua en la clase de natación, en la que aprenden a adaptarse. (Foto Prensa Libre: Brenda Martínez)

Cifuentes refiere que el problema es que en la familia de estos pequeños se considera el deporte como un actividad secundaria y no lo valoran para su desarrollo e integración. “No hay que limitarlos a ser niños, a ensuciarse, a experimentar y a que sean capaces de solucionar situaciones”, añade.

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“Es muy importante que durante la actividad física sean vigilados por adultos, para evitar que se lastimen”, resalta Brynner Marroquín, maestro de Educación Física de la Escuela de Comunicación Total del Comité. “Aunque tienen ciertas limitaciones, no las tienen en el sentido de querer sobresalir”, puntualiza Cifuentes.

Fuentes consultadas: Comité Prociegos y Sordos de Guatemala, teléfono 2382-1823, y Fundación Margarita Tejada, teléfono

ESCRITO POR:

Brenda Martínez

Periodista de Prensa Libre especializada en historia y antropología con 16 años de experiencia. Reconocida con el premio a Mejor Reportaje del Año de Prensa Libre en tres ocasiones.