Vida

Aliada de la educación

El auge en la tecnología actual debe aprovecharse en todos los ámbitos del diario vivir, sobre todo cuando se trata de la educación en colegios y universidades.

Amílcar del Cid, coordinador de Formación Docente de Santillana, durante El Consultorio.

Amílcar del Cid, coordinador de Formación Docente de Santillana, durante El Consultorio.

Ante el rápido desarrollo de dispositivos móviles, redes sociales y plataformas virtuales, muchos padres de familia y maestros ven con recelo el uso que los jóvenes les dan a estas nuevas herramientas. Cada vez son más las dudas que surgen en establecimientos educativos sobre si usarlas en los salones de clase.

“Lo más dramático en los entornos virtuales es el temor por falta de conocimiento, ya que los adultos no nacimos con estos dispositivos, mientras que ahora es fácil ver a un niño de 5 años aprendiendo a usar las funciones de uno de estos aparatos”, explicó ayer Amílcar del Cid, educador y coordinador de Formación Docente de Santillana, en El Consultorio, programa que se transmite por prensalibre.com.

De acuerdo con el experto, el gran reto actual en las clases es que los directivos de los colegios, los padres de familia y los educadores enfrenten la era digital mediante la pedagogía digital. Esto quiere decir que si estas personas empiezan a ver el internet, las computadoras y otros dispositivos como herramientas a las que se les puede sacar provecho, y si se le enseña desde pequeño al niño a usarlas correctamente, su aprendizaje será mejor y más rápido que con la enseñanza convencional.

“Esta metodología no debe ir desligada de la formación de valores y la interacción social que debe tener todo estudiante; al contrario, la complementan porque hay momentos para usar la tecnología, que son supervisados por el profesor y los padres de familia”, indicó del Cid.

Integración total

El implemento de la web y tabletas en las aulas desarrolla en los estudiantes la capacidad analítica y de pensamiento crítico, dijo Del Cid.

“La ventaja de los aparatos tecnológicos y lo que se adquiere por internet es que toda esta riqueza de aprendizaje se logra manipulando, es decir, mediante la manera más natural de aprender, que es haciendo”, expresó el educador. La responsabilidad de que esto se lleve a cabo con éxito es de los padres y directores, quienes deben estar en constante comunicación, agregó.

“Estamos integrados cuando trabajamos aprovechando todas las herramientas. La tecnología es solo una implementación a los procesos pedagógicos. Lo que prevalece es lo metodológico y lo didáctico como formación del ser humano”, expresó.

Las etapas de aprendizaje

De acuerdo con Del Cid, la implementación de entornos virtuales —en los que se usa internet— en los colegios va apegado al Currículum Nacional Base. En prescolar se utilizan aplicaciones de desarrollo psicomotriz, en la primaria se enseña a que el estudiante se familiarice con habilidades para integrar la tecnología en su campo, a nivel medio se enseña a aplicar los procesos aprendidos, y en la universidad, el joven

desarrolla su pensamiento crítico.

Redes sociales y fuentes

Con mucha razón los padres se preocupan por el uso que se les pueda dar a  Facebook y Twitter, y por ello es importante el papel del docente en este proceso. “No todo se puede mezclar, porque son procesos lentos de alta carga pedagógica los que se dan en la clase. Para estas redes tiene que haber otro tiempo. En ambientes educativos lo ideal es enseñar a través de juegos, porque el estudiante se divierte y se interesa más por aprender”, indicó Del Cid.

Accesibilidad en el país

En Guatemala la mayoría de la población no tiene acceso a internet, pero esto no es un impedimento para implementar, a paso lento, la tecnología en la educación, según Del Cid. “Lo primero es empezar a hablar del tema.  Tenemos que entender que el mundo cambió, que los estudiantes aprenden de manera diferente. Además, hay más celulares que habitantes en el país; podemos ir pensando en incluir elementos educativos en los dispositivos, de manera dinámica”, explicó.

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