Vida

Creer

Cada estación del año tiene su encanto. La Semana Mayor tiene su misterio y su propia historia; no se puede ocultar que nos provoca también sentimientos de nostalgia… Sí, ese colorido de la estación veraniega; dígame que no nos inspira, que no nos sacuden el sentimiento los morados y los lilas de las acacias y los matilisguates de flor.

Rina Montalvo

Rina Montalvo

Quienes siguen una disciplina religiosa dedican estos días a la conmemoración de actos litúrgicos, que rememoran un pasado de la historia milenaria del cristianismo. Sobresale el recorrido de las procesiones con impresionantes escenificaciones que mueven multitudes. Esta es la cultura de nuestro pueblo, que le da identidad desde tiempos remotos.

Así, la Semana Santa aparece con su mística y su dejo de nostalgia. Ese profundo misterio de la vida y de la muerte de un Hombre que vino al mundo para ser el Hijo de Dios, porque así estaba anunciado desde siglos atrás, en cumplimiento de esta profecía de Isaías 53.12: “Por lo tanto, yo le daré parte con los grandes, y con los fuertes repartirá despojos; por cuanto derramó su vida hasta la muerte, y fue contado con los pecadores, habiendo Él llevado el pecado de muchos, y orado por los transgresores”.

El problema para la mayoría es: Creer. Pero Dios tiene su tiempo y todos, algún día, estaremos unidos por la fe y creeremos en las promesas y los llamados de las escrituras que fueron inspiradas por Dios. Grandes intelectuales, científicos y talentosos hombres de letras como Miguel Ángel Asturias, llegan en su momento a dejar su agnosticismo y aceptar lo absoluto. Escribió este poema que tituló Creer: “Creer no es nada fácil, no es solo algo que se tiene o no se tiene. / Tampoco es un don gratuito por Dios, sino algo que se conquista todos los días, en lucha contra la duda, el desengaño y la vacilación. / La fe es un acto de responsabilidad, una valentía moral. / Si en el momento supremo de la muerte se me demostrara de una manera incontrovertible que Dios no existe y que no hay una vida eterna, no me arrepentiría de haberlo creído toda mi vida y de haber actuado en función en aquella creencia”.

Cómo me hubiese gustado publicar completo este poema de Miguel Ángel Asturias, de contenido tan profundo y con tanta sabiduría y espiritualidad. Lo que me queda claro es que debemos hacer un alto a esta vida de agitación y frenesí y tomar el camino que Jesús nos trazó para alcanzar la fe y la salvación. Aunque el mundo sea lo contrario, podemos hacer de nuestra vida un oasis de paz y de amor. Nuestra meta debe ser fortalecer nuestra fe y creer.

Este tiempo de reflexión es para meditar sobre la vida de Jesús, el Cristo, y fundamentalmente creer en su Resurrección. Creer que Cristo vive y que está presente en cada corazón que le busca. ¿Quién era Jesucristo? ¿Qué hizo? ¿A qué vino? Preguntas y respuestas que nos dan los Evangelios en la Biblia.

rina.montalvo@gmail.com

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