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Científicos explican con una receta la composición de la Tierra

Datos aportados por investigadores de todo el mundo han hecho posible elaborar una lista precisa de ingredientes y los pasos para crear, como en una cocina, un mundo parecido al nuestro.

MADRID- ¿Qué se necesita para fabricar un planeta similar a la Tierra? Los datos reunidos hasta ahora por científicos de todo el mundo han hecho posible elaborar una receta precisa de ingredientes, pero no estaba claro si esa misma fórmula resultaría válida en otros sistemas planetarios. Un grupo de investigadores ha hallado pruebas de que sí.

“Nuestro Sistema Solar no resulta tan único como habíamos pensado” afirma Courtney Dressing, del Centro de Astrofísica Harvard Smithsonian (CÍA) y director de esta investigación. “Parece que todos los exoplanetas rocosos utilizan los mismos ingredientes básicos”. Dressing acaba de presentar su investigación durante una reunión de la Sociedad Astronómica Americana.

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En forma figurada, los ingredientes de la receta para “cocinar” un mundo como la Tierra serían:

– 1 taza de magnesio

– 1 taza de silicio

– 2 tazas de hierro

– 2 tazas de oxígeno

– 1/2 cucharadita de aluminio

– 1/2 cucharadita de niquel

– 1/2 cucharadita de calcio

– 1/4 de cucharadita de azufre

y un chorrito de agua procedente de un cometa o asteroide.

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La preparación: mezclar bien todos los ingredientes en un bol grande, amasar con las manos hasta obtener una bola redonda y colocarla después con cuidado en la zona de habitabilidad alrededor de una estrella joven. No es necesario mezclar más.

Calentar hasta que la masa se convierta en una bola brillante y ardiente de color blanco. Hornear durante unos cuantos millones de años. Enfriar hasta que el color vaya pasando del blanco al amarillo y después al rojo y se forme una costra de color marrón con tonos dorados. En este punto, la masa ya no debería emitir luz alguna.

Sazonar con un poco de agua y compuestos orgánicos. La masa encogerá un poco a medida que el vapor escape, formando nubes y océanos. Ahora apártese y espere unos cuantos millones de años más para ver qué ocurre. Si tiene suerte, una fina capa de vida aparecerá, como un glaseado, sobre la superficie de su nuevo mundo.

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Lo que Dressing y su equipo han descubierto es que esta “receta” para fabricar una Tierra resulta válida, también, para mundos en órbita de otras estrellas. Aunque no para cualquiera de ellos al azar, sino para los que reúnen una serie de condiciones específicas.

Para su trabajo, los investigadores utilizaron el instrumento HARPS-North del Telescopio Nazionale Galileo, de 3,6 metros, instalado en las islas Canarias. HARPS significa High-Accuracy Radial velocity Planet Searcher o Buscador de Alta Precisión de Velocidad Radial de Planetas, y está diseñado para medir de forma muy precisa las masas de mundos pequeños, de tamaño parecido a la Tierra. Esas medidas resultan de la máxima importancia para determinar las densidades, y la composición, de los exoplanetas detectados. 

“Nuestra estrategia durante el pasado año -explica el astrónomo de Harvard, David Charbonneau, director del equipo científico del intrumento HARPS-North- fue enfocarnos en un pequeño número de planetas que tuvieran menos de dos veces el diámetro de la Tierra y estudiarlos realmente a fondo”.

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Así, el equipo se fijó en Kepler 93b, un mundo que tiene 1,5 veces el tamaño de la Tierra y cuya orbita alrededor de su estrella dura 4,7 días. Su masa y composición no eran conocidas, pero HARPS-North determinó que era 4,02 veces la terrestre, lo que significaba sin duda de que se trataba de un mundo rocoso.

Los investigadores compararon los datos con los de diez exoplanetas con diámetros inferiores a 2,7 veces el de la Tierra y calcularon con precisión sus masas. El resultado fue que cinco planetas con diámetros menores a 1,6 veces el terrestre guardaban una estrecha relación entre sus masas y tamaños, lo que era una prueba de que todos ellos tenían una composición de hierro y rocas muy similar, y parecida también a la de nuestro propio planeta.

Los que eran más grandes, sin embargo, tenían densidades significativamente menores, por lo que, en palabras de Dressing, “para encontrar un mundo verdaderamente similar al nuestro, deberíamos centrarnos en los planetas con menos de 1,6 veces el tamaño de la Tierra, porque esos son los mundos rocosos”. Con información de www.abc.es.

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