Escenario

Ale Mendoza desnuda su alma en entrevista   

Ale Mendoza  es uno de los cantantes más reconocidos en Guatemala. Su meta es conquistar el país, luego el mundo. El artista habla de su vida fuera del escenario. 

Ale Mendoza es un hombre de retos, nunca pensó ser cantante. Hoy anhela trascender fronteras con su música. (Foto Prensa Libre: Álvaro Interiano)

Ale Mendoza es un hombre de retos, nunca pensó ser cantante. Hoy anhela trascender fronteras con su música. (Foto Prensa Libre: Álvaro Interiano)

Luces, música, fiesta, movimientos de cadera, sensualidad,   reguetón. Ale Mendoza, el cantante, ronda en ese ambiente, pero Alejandro Mendoza Castillo —su nombre real— disfruta también perderse  entre plantaciones de café, árboles de limón y de mango, y entre el cacareo de gallinas, el trinar de los pájaros y el mugido  de  las vacas. En ese escenario transcurrió parte su infancia, en una finca ubicada en la aldea  Amberes, en Santa Rosa.

Los vecinos lo recuerdan como “El canche”, un niño inquieto que corría por todos lados, que aprendió a manejar bicicleta antes que hablar y que  no temía montar a  caballo “a pelo”, como él dice.

Si el viejo tractor de la finca hablara contaría las veces que Alejandro lo condujo para ir a recolectar café, cuando era niño, así como los momentos que de adulto se ha sentado  frente al timón para regresar  en el tiempo.    

“Este ha sido mi refugio, un  lugar de sanación, un sitio familiar. Acá soy yo”, confiesa, acomodado en un sillón de madera, relajado, pero sin  dejar de conversar. “Soy una persona hiperactiva. Mi cabeza va más rápido que mi lengua”, agrega con una sonrisa y asegura que la chispa y la energía la heredó de sus padres, Édgar Mendoza y Kattyna Castillo.

Gorra, playera sin mangas para mostrar sus trabajados  bíceps, arete en la nariz, tatuajes en un brazo,  lentes oscuros y cadenas, son parte de la imagen  que adoptó como  artista, pero también de su personalidad fuera del escenario.
Se considera una persona sin pelos en la lengua, extrovertida,  que no teme a los retos. Al contrario, los disfruta, es por eso que ahora es cantante. 

¿Deporte o canto?

Alejandro tiene cuatro hermanos y es  el único que se dedica  de lleno a la música. Pero esto hubiera  sido distinto de no ser por su hermano Diego que lo retó  a incursionar en la música.

“Realmente lo mío era el deporte. Si no hubiera sido cantante estaría metido en el deporte hasta los dientes”, indica. Futbol, voleibol, tenis de mesa, motocross, cualquier práctica le cautivaba.   

Fue en la Navidad del 2007 que  descubrió que podía cantar, cuando  junto a su hermano le regaló a su familia una canción. Ese momento, sin saberlo, marcó su  camino hacia el escenario. 

Mientras cursaba el Bachillerato, que se le hizo difícil debido a su  poco interés en los estudios,  recibió clases de canto  —en el Instituto Angélica Rosa— de manera irregular  por un año. Poco a poco le encontró el gusto a tomar el micrófono y expresarse. “Fue  allí donde dije: ‘Esto es lo mío’”, afirma.

Su padre no estaba  convencido de que su hijo fuera cantante. Él  quería que continuara con sus estudios, pues   “de la música no se vive en Guatemala”, le decía.

Alejandro se sintió retado por su papá e insistió en seguir con su gusto por el canto y hacerlo de manera profesional. Lanzó  su primer sencillo, Poema. Para entonces ya había salido  del bachillerato.

Para continuar con  su sueño  trabajó como vendedor de autos. Quería reunir el dinero para financiar su primer disco.
Luego de sus siguientes sencillos, Todo un sueño y Solamente tú,  el desaliento llegó. No podía costear su carrera.

Se acercó a su padre para solicitarle ayuda. “Le dije: ‘Voy a ser famoso un día. Tenés que creer en mí’. No sé si alucinaba  o vivo en una alucinación, porque sigo creyéndolo. Siempre quise ser grande”, dice sin titubear.

Su padre le regaló   Sueño  = Realidad, su álbum debut que en  el  2012 vio la luz. Esa fue la  patada para que   Ale Mendoza apareciera en la escena musical nacional.

El sencillo   Ready To Go —que se incluye en esa  primera producción—, lo puso en el mapa. El videoclip   suma más de 23 millones de vistas en YouTube.

“Que de tu primer disco salga un buen sencillo que logra  millones de views  y gran aceptación,  es una inyección  de energía  para decir: ‘¡Quiero seguir!’”, dice con la misma emoción de un niño, aunque los lentes oscuros que no se apartan de su rostro impiden ver la chispa  en sus ojos.

Ale no ha abandonado la idea de destacar en el extranjero y  conquistar un Billboard o un Grammy, pero antes triunfará en  su tierra. 

Diego —su hermano y el compositor de sus canciones— siempre me dijo:  ‘Vas a conquistar tu patria para luego viajar, para que luego tu gente te impulse y te dé su apoyo para traspasar fronteras’”.

Ale Mendoza ha lanzado dos discos de estudio, y en puerta está el tercero.
  • Sueño = Realidad salió en el 2012 e incluyó el tema Ready To Go, que sonó fuerte en el extranjero.
  • Esto es otra cosa se estrenó en el 2016, con 14 temas, entre ellos Esta noche.
  • Progresivo saldrá este año. Incluye Piloteando la nave.

Sonido urbano

“Hoy el reguetón es lo que está pegando. Luis Fonsi, un cantante pop, tuvo que unirse a Daddy Yankee para revivir. Todo en la música  es cíclico y hay que ir  con  la ola. No podés nadar contra la corriente”, dice. 

Fue por eso que migró del pop latino —género con el cual comenzó su carrera—, al sonido urbano que se hace presente en  su segundo disco,  Esto es otra cosa (2016), y  sin duda se escuchará en su próximo álbum titulado    Progresivo, del cual se desprenden los sencillos  Piloteando la nave y Quitémonos la ropa.

“Canto reguetón, pero sin denigrar a las mujeres —como ocurre con algunas letras—. Lo hago con sensualidad sin caer en lo vulgar. No hay necesidad, no  me voy a ensuciar  solo para que peguen las canciones”, afirma, mientras piensa y se refiere a su madre: ”Si ella oye algo así, qué pensaría de mí”.

Para ir de acuerdo con el género que interpreta, su look sigue la misma línea.

Alejandro Mendoza nació el 9 de mayo de 1991. Tiene 26 años. Estudió primaria, secundaria y bachillerato en el Colegio Evelyn Rogers. Artísticamente admira al puertorriqueño Chayanne, mientras que en lo deportivo, su otra pasión, a Cristiano Ronaldo.

Uno de los sueños de Ale es ser padre de una niña, en unos años. “Me veo como papá. Creo en el matrimonio, en la familia. Sin mis padres y hermanos no sería quien soy”.

¿Qué dice su piel?

Sus primeros tatuajes los hizo antes de comenzar su carrera como cantante. Tiene escrita en la piel la palabra “esencia” y  siete estrellas que representan a su familia, sus cinco hermanos y sus padres.

El micrófono que lleva  dibujado “es mi arma para defenderme”, en tanto que un diamante lo representa a él.

Tiene una guitarra que le recuerda el día que se casó con la música; un águila, una brújula, un ancla, una rosa que simboliza a la mujer, el eterno personaje  en sus canciones. 

Hay dos más, y  tienen un significado muy especial para él. Lleva un crucifijo y unas manos en posición de oración que le recuerdan  su intimidad con Dios, y la frase “Dale  pues”, que es el eslogan de su carrera.

Las redes sociales son y han sido fundamentales en su trayectoria artística, y él se ocupa de alimentarlas, claro, con la ayuda de un equipo que lo asesora. En Instagram tiene más de 93 mil seguidores, mientras que en Twitter más de 35 mil.

Si no tuvieras RETOS, no tendrías EMOCIONES. Hoy en @prensa_libre un reportaje genuino. Ve y busca el tuyo. #Progresivo

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ESCRITO POR:

Ana Lucía Ola

Periodista de Prensa Libre especializada en temas comunitarios, con énfasis en Salud y Educación, con 17 años de experiencia. Reconocida con el Premio de Prensa Libre en categoría Reportaje, en 2019. Premio de la UPANA por Informar a la población guatemalteca sobre la realidad en nutrición y desnutrición en el país, en 2019. Diplomado El periodismo en la era digital como agente y líder de la transformación digital impartido por el Tecnológico de Monterrey.