Haroldo Sánchez conversó con Prensa Libre, acerca de su libro.

¿Qué narra la novela?

La historia que narra es un aporte a los jóvenes sobre la historia del país, desde el punto de vista de un periodista. Con lenguaje sencillo narra cada acontecimiento con la mayor certeza posible. Quiero que sea mi aporte a la juventud para que tengan más y mejor conocimiento de nuestra historia.

Fue como una retrospectiva sobre la historia del país. ¿Qué encontró en ese recuento?

Que hemos sido un país rico, pero saqueado. Mucha gente le ha hecho daño y por eso es altamente contradictorio. Por un lado somos gente con muchas esperanzas en un país que ha sufrido. El país tiene una memoria histórica muy corta. Un ejemplo claro es la historia de la contrarrevolución. Muchas veces, al pedirles opinión a los jóvenes sobre este hecho resumen su visión a que Árbenz tuvo un gobierno comunista y que por eso fue derrocado, nada más. Una visión distorsionada que ha dejado la educación de Guatemala. El libro quiere ser una alternativa para esa historia oficial.

¿Por qué la historia es tan ajena al guatemalteco?

Lo veo como un mecanismo de defensa ante la realidad. Es una herencia del conflicto armado interno. En su tiempo no se discutió, por ejemplo, las consecuencias del conflicto y se pretendió que acá no se supiera nada, que es algo para olvidar, pero esto no funciona así. Se necesita entender el pasado, enfrentarse a ese momento en la historia que tanto conflicto nos causa para superarlo. No sirve de nada ignorarlo. Eso nos ha traído consecuencias nefastas. Un ejemplo claro es el nazismo en Alemania, hasta que se enfrentaron a ese pasado y aceptaron lo que pasó y lograron pasar la página. Eso no sucede acá.

¿Qué mensaje le deja el abuelo a su nieto en el libro?

Que solo conociendo la realidad de lo que sucede en el país se puede forjar un destino distinto. Guatemala merece que todos la amemos sin vendas conociéndola en su historia.

La cita

El autor tendrá este viernes, un conversatorio sobre la novela a las 19 horas, en la sala Miguel de Cervantes, en el marco de Filgua, en el Parque de la Industria, zona 9. La admisión a Filgua es de Q5.