Escenario

La utilidad del jade en la historia maya

Para las culturas mesoamericanas (México, Guatemala, Belice, El Salvador y Honduras) el jade o jadeíta es una de las piedras más representativas del poder y la belleza, y su uso se remonta a mucho antes de la invasión española

Placa de jade hallada en Nebaj, Quiché. Pertenece al Clásico maya.

Placa de jade hallada en Nebaj, Quiché. Pertenece al Clásico maya.

“En las culturas mesoamericanas, que incluye a la maya, el jade era una piedra de culto, pero principalmente de poder”, explica el arqueólogo Daniel Aquino.

Los objetos creados a partir de esta piedra fueron diversos. “Máscaras, pecheras y objetos ornamentales se han encontrado en las excavaciones. Los accesorios de jade eran muy comunes; se cree que existían en todos los estratos sociales”, agrega Aquino.

Del uso del jade en las sociedades mesoamericanas se tienen antecedentes muy antiguos. “En ciudades como Kaminaljuyú se ha encontrado restos y piezas completas elaboradas de este material, por lo que podemos pensar que este ya se usaba desde la época del Preclásico tardío, entre los años 400 a.C. al año 250 d.C.”, detalla Aquino.

¿Por qué era tan importante el jade? “Su color era su distinción; el verde era asociado con las hojas de maíz y este era y sigue siendo la base de la alimentación en Mesoamérica”, opina la arqueóloga Bárbara Arroyo.

Aplicaciones

Hay varios debates respecto del uso cotidiano del jade. “Antes se pensaba que era solo para gobernantes, pero ahora se sabe que el pueblo también lo usaba como ornamento”, dice Aquino. “Se han encontrado pedazos de madera que fueron pintados de color verde para simular jade”, añade.

Importancia

Guatemala tiene el único yacimiento de jade. “La cuenca del Motagua tiene reservas únicas. Hay estudios que revelan que en las Verapaces pueden haber otros yacimientos”, explica Aquino.

Los pueblos que administraban estos recursos tenían un gran poder y preponderancia sobre la región. Se piensa que una de las principales fortalezas de la ciudad de Quiriguá era la administración de la salida del jade por el río Motagua. Algo similar sucedió con Cancuén, en Petén.

El color

Aunque el jade tiene distintas tonalidades, el verde siempre fue por excelencia el más buscado. Durante el preclásico (2000 a.C. al 250 d.C.) los mayas se inclinaron por los tonos oscuros y con los tonos claros, casi traslúcidos, trabajaron pendientes y collares.

En el Clásico (300 al 900 d.C.) la preferencia fue por el verde más vivo.

Única en la región

Su nombre proviene de la expresión española piedra ijada — piedra de cadera—, ya que esta era vista como una cura a los problemas renales, en la Nueva España durante el siglo XVI. Con el tiempo la expresión se convirtió en su nombre actual, el cual se conserva. 

En la arqueología se conoce como jade a las piezas verdes comúnmente asociadas con la jadeíta, la crisopasa, la cloromelanita y algunos cuarzos. En cuanto a minerales el jade solo tiene dos tipos: la nefrita, que se encuentra en Asia, y el jade jadeítico, único en Mesoamérica.

El jade jadeítico  es rico en sodio y aluminio, por lo que sus colores son blanco, verde, azul verdoso y violeta. Su dureza es alta y ocasionalmente traslúcida. Su superficie toma un mejor color cuando se somete a un prolongado proceso de pulido, desgaste y bruñido. Según estudios, el jade que se usaba en  tiempos prehispánicos provenía de la cuenca del Motagua y lugares cercanos.

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