Escenario

Un vistazo a la vejez desde el séptimo arte

En el marco del Día del adulto mayor, que este martes se celebra en Guatemala, estas son cinco películas donde las canas dan verdaderas lecciones de vida.

Temía hacerme viejo, hasta que comprendí que ganaba sabiduría día a día”, dijo el escritor Ernest Hemingway, autor del popular relato  El viejo y el mar.

El novelista estadounidense tenía  razón, los adultos mayores  atesoran enseñanzas que solo se adquieren con el paso de los años.

Este martes, en el marco del Día del adulto mayor que se festeja en Guatemala, se da un vistazo a la vejez a través de los ojos del cine. Se presentan  cinco películas que muestran los  rostros de la senectud, un etapa que no tiene porque ser aburrida.

En pantalla

Carl Fredricksen es el protagonista de la película animada Up (2009), de Disney.

Él es  un anciano que ha sufrido la pérdida de su esposa y sin ella  su existencia se torna  oscura y sin sentido, hasta que aparece un simpático  explorador, Russell. El niño le enseña  que nunca se es viejo para  disfrutar de la vida.

Otra historia es la de Jack Lemmon que tenía 69 años y Walter Matthau, 74,  cuando  protagonizaron en 1994 la comedia  Dos viejos gruñones, sobre un par de vecinos que no se toleraban,  aunque en el fondo no podían vivir uno sin el otro.

Cocoon, una cinta en honor a las canas, se estrenó en 1985 y en su elenco aparecieron veteranos de Hollywood como Wilford Brimley, Hume Cronyn, Jack Gilford y Brian Dennehy.

La  historia presentó a  un grupo de ancianos que encontró la fuente de la juventud, e intentó vivir al máximo el resto de sus días. La película ganó dos estatuillas del Óscar.

El oscarizado Morgan Freeman hizo el papel de Hoke Colburn, el conductor de un Cadillac al servicio de  una viuda jubilada, en la película El chofer de la señora Daisy (1989). La amistad entre los dos surge con los años hasta el punto de vencer los prejuicios raciales.

El último barquito de papel fue una película guatemalteca que se ambientó en el 2028, sobre un viejo marinero llamado Salomón, que relató sus aventuras y hazañas a Rafael, su nieto.

La historia fue primero un cortometraje que protagonizó Claudio Lanuza, luego se convirtió en un largometraje con la actuación de Salomón Gómez.

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