Antes de la llegada de los españoles, la vida de los mayas de la actual Guatemala, tenía un profundo sentido místico, desde el nacimiento hasta la muerte vivían fieles a sus divinidades.

Los actos de la vida diaria, el trabajo, la guerra, el tiempo, la relación con la tierra, todo, formaba parte de una cosmovisión en equilibrio con el individuo, la comunidad y la naturaleza, dice Ricardo Bendaña Perdomo, S.J., en su libro La Iglesia en Guatemala.

“Celebraban los acontecimientos astronómicos y religiosos con danzas, plegarias, cantos y sacrificios en los que participaban muchedumbres dirigidas por sacerdotes que conocían el movimiento de los astros y el calendario”, escribe Bendaña.

En el siglo XVI los españoles fundaron los actuales pueblos de Guatemala, para tener control sobre la población indígena y encomendó estas concentraciones poblacionales a la tutela de santos católicos, muchos de los cuales fueron refundados o establecidos en cercanías de antiguos poblados nativos.

Así nacieron los nombres de muchos de los actuales municipios de la república, compuestos por el nombre de un santo seguido del nombre original indígena. Surgieron entonces los Sanjuanes con apellidos como Sacatepéquez, Ostuncalco, Olintepeque, Atitán, La Laguna, Amatitlán o Comalapa, por mencionar algunos.

Río de colores y tradición

En los diferentes pueblos de San Juan, la fiesta religiosa dedicada a este santo se celebra con una misa a media mañana, para después iniciar un procesión con la imagen patronal que recorre las principales calles de la localidad acompañada por centenares de devotos, conjuntos marimbísticos, toque de tambor y pito, danzas tradicionales y profusa quema de incienso y pólvora. Destacan en los cortejos las cofradías dedicadas al culto de San Juan, en cuyas sedes el festejo se prolonga hasta el día siguiente.

Por aparte se celebran actividades deportivas, culturales, artísticas, comerciales y de entretenimiento en diferentes puntos de los poblados.

El santo patrón

Por criticar con dureza la hipocresía en el vivir y las malas costumbres, San Juan Bautista (El que bautiza), pagó con su vida la virtud moral que predicaba y practicaba. Por eso se le considera el prototipo de los monjes y misioneros.

Juan es considerado el último profeta y el primer apóstol de Jesús. Su nombre significa “Dios es propicio”. Bautizó a centenares de personas en el río Jordán, entre ellos a Jesucristo. Fue hijo de Zacarías e Isabel, ambos de estirpe sacerdotal, quienes lo engendraron por gracia de Dios pues sus edades eran ya avanzadas.

El mismo Jesús lo llamó “El más grande entre los nacidos de mujer” y por ello es el único santo cuya festividad la iglesia dedica a su nacimiento, privilegio reservado sólo para Jesús y la Virgen María. Es el primer santo venerado en la iglesia con una fiesta litúrgica particular, desde hace siglos.

Pueblos encomendados al Bautista

• San Juan Sacatepéquez, Guatemala.
• San Juan Chamelco, Baja Verapaz.
• San Juan Comalapa, Chimaltenango.
• San Juan Ermita, Chiquimula.
• Amatitlán, Guatemala.
• San Juan Atitán, Huehuetenango.
• San Juan Ixcoy, Huehuetenango.
• Moyuta, Jutiapa.
• Olintepeque, Quetzaltenango.
• San Juan Ostuncalco, Quetzaltenango.
• San Juan Cotzal, Quiché.
• Alotenango, Sacatepéquez.
• San Juan La Laguna, Sololá.
• San Juan Bautista, Suchitepéquez y
• Usumatlán, Zacapa.