Vida

Una labor que marca vidas

La mayoría de personas tienen o recuerdan a un profesor que cambió sus vidas, ya sea por una experiencia positiva o por haber experimentado malos momentos bajo su tutela.

Maestros hablan  de sus experiencias dentro de este campo profesional. (Foto Prensa Libre: Ángel Elías)

Maestros hablan de sus experiencias dentro de este campo profesional. (Foto Prensa Libre: Ángel Elías)

CIUDAD DE GUATEMALA – “El arte supremo del maestro consiste en despertar el goce de la expresión creativa y del conocimiento”, dijo el físico alemán Albert Einstein, y su frase resume en muchos aspectos la labor ideal de todo educador que se inclina por esta profesión.

Este miércoles se celebra el Día del Maestro en el país y la felicitación es especial para aquellos que emprenden esta labor con vocación, la principal cualidad que cualquier educador debería de tener, de acuerdo con Mireya Montenegro, Vanesa Torres y Eriberto Álvarez, quienes desempeñan esta profesión en diferentes áreas. Ellos fueron los invitados del martes último al programa El Consultorio, que se transmite martes y jueves por www.prensalibre.com.

Maestros hablan de sus experiencias dentro de este campo profesional. (Foto Prensa Libre: Ángel Elías)

Cada uno de ellos, desde su experiencia y particular área educativa, coincide en que lo principal es saber detectar en los estudiantes sus fortalezas y habilidades, y generar un desarrollo acorde a estas. También refieren que esta es una labor que se emprende con mucha paciencia y amor, en donde la mayor satisfacción radica en cada pequeño logro que tenga el estudiante, y cada sonrisa y agradecimiento que ellos tengan por el papel que jugaron en su vida.

RITMO
Pasión musical

“Ser maestro es una de las profesiones más lindas que hay”, expresa Eriberto Álvarez, quien ha dedicado muchos años de su vida a impartir clases de guitarra. Actualmente labora como docente de guitarra clásica en el Conservatorio Nacional de Música.

“Yo no sabía que iba a ser maestro, pero el trabajar con jóvenes fue desarrollando en mí una pasión por enseñar y compartir mis conocimientos.  Por eso estudié profesorado en pedagogía”, explica el educador. “Si se quiere ser maestro de esta disciplina, además de la habilidad musical,  se debe tener el amor para enseñar, que es la parte más importante porque las artes requieren bastante paciencia para impartirlas”, añade.

“He trabajado en colegios, en programas de gobierno y más, pero lo más  relevante para mí es cuando los niños, jóvenes y los adultos que confían en mi trabajo se van con esa gratitud de haber recibido una información buena. La mayor satisfacción  es que al encontrarlos por las calles o en cualquier lugar  me digan: ‘Adiós profe; yo me acuerdo de usted y lo que me enseñó y ahora estoy tocando’. Uno es un mediador para que ellos realicen sus sueños y por eso me siento bien. Si me los encontrara y me vieran con menosprecio, sabría que no estoy haciendo bien las cosas”, expresa.

EXPERIENCIA
Larga trayectoria

Mireya Montenegro viuda de López tiene 81 años, 63 de ellos dedicados a la educación. Sin embargo, su inquietud por desempeñar esta profesión le surgió a raíz de una mala experiencia con una de sus maestras en el cuarto grado de primaria, ya que fue entonces cuando ella  le dijo: “Cuando yo sea grande voy a ser una gran  maestra, no como usted”.

Según esta educadora de vasta experiencia, no a cualquiera se le puede llamar maestro, aunque estudie en la universidad y tenga muchos títulos académicos, porque el ser maestro es tener pasión, responsabilidad y justicia. “El profesor debe ser muy creativo y muy observador, porque si no, no puede desarrollar las inteligencias múltiples del ser humano. El buen maestro no solo va a dar conocimientos, sino que es un formador de ciudadanos dignos en el futuro”, explica.

Para doña Mire, como la llaman con cariño sus estudiantes, el docente que le pone pasión, sacrificio, creatividad y gozo a su enseñanza es el que hace la diferencia. “Muchas veces a los niños los etiquetamos antes de conocer sus capacidades y entonces ya lo arruinamos para toda la vida. Podemos hacer niños exitosos, pero debemos dedicarnos”, explica.

DEDICACIÓN
Educación con amor

La inquietud por enseñar surgió en Vanesa Torres a los 6 años de edad. Recuerda que  le compraron un pizarrón porque jugaba a enseñar. Desde entonces estuvo en contacto con una familia de escasos recursos y se tomó la tarea de enseñarle lo que ella sabía a la menor de ese hogar.

Hoy labora como maestra multigrado en la Fundación Guatemalteca para Niños con Sordoceguera Alex (Fundal), en la que se  realiza profesionalmente y en donde sus satisfacciones como educadores son “innumerables y más grandes de lo que se pueda explicar”. Lo que ella pueda darle a los niños no es nada comparado a lo que ellos le dan, asegura.

“El maestro tienen que tener objetivos claros para brindar las herramientas claves a los niños a través de un aprendizaje dinámico, y que en esto se estimulen los procesos cognitivos y sin que ellos sientan una gran carga”, explica la educadora, quien agrega que ante todo para ser un gran educador se necesita vocación y amor por lo que se hace.

Uno de los mayores retos para ella, que trabaja con menores con necesidades especiales, es asegurarse de darle la atención debida a cada uno  y brindarles los conocimientos necesarios, dependiendo del nivel en el que cada uno  se encuentre.

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