El Museo Galliera de París, templo de la industria en la capital gala, acogerá hasta el próximo 25 de mayo 150 imágenes de grandes nombres como Helmut Newton, Bruce Weber, Irving Penn, Cecil Beaton, Peter Lindbergh o Mario Testino, cuya valía se considera incuestionable.

Y sin embargo, el director del museo, Olivier Saillard, “todavía hoy hay escepticismo al mirar a la fotografía de moda como un verdadero arte. Hay una zona de sombra que hace decir que no es artística sino lucrativa, pese a no haber duda de que artistas como Avedon son grandes autores”.

Condé Nast adquirió Vogue en 1909, y desde sus inicios en el mundo de la edición, se congratula de haber impulsado primeramente la ilustración y después la fotografía, y se rodeó de grandes fotógrafos para dar alas a esas intenciones.

Trabajos de los principios de carrera de ochenta grandes fotógrafos que han mantenido una fidelidad durante décadas a ese grupo editorial, dejan constancia del poder de esas instantáneas, y de como Condé Nast, a través de Vogue, impulsó esa labor creativa.

“Vogue se ha publicado en decenas de idiomas pero su verdadero lenguaje son las imágenes”, indicó en la presentación de la muestra el presidente de Condé Nast Internacional, Jonathan Newhouse.

La exposición Papier glacé (Papel cuché) presenta archivos de esa casa en Nueva York, París, Londres, Milán, Francia, Berlín, Edimburgo e Italia, previo al encuentro en Palm Beach.

Dividida de forma temática y acompañada de trajes de algunos de los diseñadores retratados y de ejemplares de revistas que marcaron época, la colección mezcla retratos, desde 1918 hasta la actualidad, como manera de potenciar su clasicismo y atemporalidad, según Saillard.

Desde hace un siglo, la fotografía de moda, que se alzó como género aparte a principios del siglo XX, “influye en la construcción de la identidad femenina y se desarrolla en torno a nociones ligadas a la belleza, la seducciónr y la cultura de la juventud”, cita el catálogo de la muestra.