A manera de desahogo

Estos son mensajes de vida que bien vale la pena conocer. No porque sean portadores de ideas optimistas y ejemplares, sino porque —equivocados o no— todos tenemos derecho a expresarnos y ser escuchados. Sería peor guardar silencio y sumergirse en él.

Es el caso de hoy, que comparto con los lectores de manera resumida. Sé que las opiniones serán variadas y encontradas, pero al final, estos problemas a veces dejan algo positivo y aleccionador. Por ejemplo, pueden servir de prevención y de alerta para muchos jóvenes, que deben estar conscientes de que el futuro se asegura dándole prioridad a los estudios y a sus principios éticos.

Por otra parte, el hecho de que una persona tenga la oportunidad de desahogar esa carga de emociones y frustraciones, es algo positivo, que alivia sus problemas y su salud en general. Para conocer más a fondo el caso, es interesante enfocarlo en todo su contexto.

Esto que ella escribe, es parte de su historia personal: “Me encuentro en un momento de mi vida muy especial. Entiendo que todo lo que pasa en nuestra vida, bueno o malo, es por algo. Todas las decisiones que tomamos tendrán una consecuencia.

“El caso es que me encuentro estancada y llevo cinco años sin poder despegar. Pasa que no me ocupé en mi juventud en estudiar. Y bueno, me encuentro desempleada y tengo bien claro que hacer mi perfil tiene muchas cosas en su contra. Por decirle algo: mi edad y la falta de preparación universitaria. Así, pues, mi experiencia laboral ha sido variada. He hecho un poco de todo y eso me tiene sumergida en una depresión espantosa y me he llevado yo misma a someterme a relaciones negativas, no solo con hombres, sino también con amistades cercanas, las cuales he perdido, y hoy estoy muy pero muy mal. Me estoy todo el día en la casa, voy a la iglesia cuando me siento más o menos. Y bueno, estoy empezando a creer que no tengo un propósito para seguir viviendo, o para que Dios me de la vida”.

“Sé que hay personas que pasan por peores circunstancias, y que están de pie y tratando de sacarle provecho a la vida. Pero a mí me hace falta platicar con alguien de todo esto. No lo hago con mi familia, pues suficiente tienen con mantenerme”.

Esta es la historia de tanta gente que viven sin fe; que no pueden levantarse porque no quieren, ni buscan ayuda, obre todo espiritual y psicológica que solo es cuestión de buscarla, especialmente con promesas bíblicas como esta: “Te mando que tengas valor y firmeza. No tengas miedo ni te desanimes, Yo, tu Señor estaré contigo donde quiera que vayas.” Josué 1-9.

rina.montalvo@gmail.com

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