Apoyo y solidaridad

Rina Montalvo

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Empiezo escribiendo esta columna con una corta introducción al mensaje de doña María, una respetable lectora de 97 años que reaccionó positivamente a mi artículo que titulé: ¿Nos preocupa la vejez?

Este es su comentario: siempre leo su columna en Prensa Libre. La felicito por su artículo del 5 de noviembre, que nos hace recapacitar a los que ya hemos pasado la meta, por lo menos los 97 años en perfectas condiciones ¿Qué más se puede pedir a la vida?

Bendiciones para usted y su familia, doña María. En Proverbios leemos: Los insensatos desprecian la sabiduría y la enseñanza. Bienaventurado el que haya la sabiduría, largura de días tendrá. Debemos vivir siempre agradecidos por el regalo de la vida que Dios nos dio, hasta que llegue el momento de partir.

Luego continúo con otro mensaje que merece nuestra atención. Se refiere a una señora de 58 años que pide nuestra colaboración y solidaridad. Necesita resolver la difícil situación que está atravesando al lado de su madre, próxima a cumplir 90 años de edad.

Comienza así su relato: Sabiendo del don que a usted le ha caracterizado y el apoyo que ha dado a tantas personas, me permito molestarla. Yo soy una mujer muy sana físicamente y también espiritualmente, y mi misión ahora es tener a mi cargo a mi madre. Mi padre murió en diciembre del año pasado y como usted sabe, la vida está cada día más difícil y los gastos de mi madre aumentan cada vez más.

Toda esta situación que estoy viviendo me obliga a trabajar y necesito una oportunidad con mucha urgencia. Tal vez usted no recuerda, pero yo fui secretaria de Prensa Libre por el año de 1977. Tengo experiencia en varias cosas, por ejemplo en redacción. También puedo trabajar en ventas; he sido encargada de almacén, ama de llaves y sé preparar comida para restaurantes. Tengo cartas de recomendación para cuando se me presente una oportunidad.

Rina, le adjunto mi identidad y mis números de teléfono, pero le suplico que no la publique, ya que con tantas cosas que pasan prefiero que mis datos estén resguardados.

Sí, amiga, créame que lo que más deseo es que sus problemas encuentren solución. Dios lo quiera que al publicarse su caso, usted reciba el apoyo que solicita y las respuestas sean positivas.

Con toda mi buena voluntad, yo le ofrezco reenviarle los correos que se relacionen con su caso y le den apoyo. También, con la precaución debida, puedo proporcionar sus datos personales y los teléfonos que me ha confiado. Usted tiene que tener mucha fe en Dios y no dejar caer ese espíritu de lucha que no debe faltar en las personas que atraviesan crisis tan difíciles.

rina.montalvo@gmail.com

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