Salud y Familia

Así es la vida de cuatro perros policía

Son inquietos, juguetones, obedientes, permiten ser acariciados y están atentos ante cualquier sonido u órdenes. Pareciera que son perros como cualquier otro, pero están entrenados para servir en varias tareas a las fuerzas de seguridad.

Agente K-9 Jack, de la Escuela Centroamericana de Entrenamiento Canino, en Barberena, Santa Rosa. (Foto Prensa Libre, Brenda Martínez)

Agente K-9 Jack, de la Escuela Centroamericana de Entrenamiento Canino, en Barberena, Santa Rosa. (Foto Prensa Libre, Brenda Martínez)

Sus nombres están en inglés, alemán u holandés, e incluso entienden instrucciones en estos idiomas, ya que llegaron a Guatemala adquiridos en diversos países, para ser instruidos en la Escuela Centroamericana de Entrenamiento Canino, en Barberena, Santa Rosa, fundada en 1998, y así convertirse en miembros de la Unidad K-9.

Este año se graduó la promoción número 13.El éxito de sus labores depende del vínculo que hay entre guías y animales —binomio canino—.


Charlie detecta en cuatro cajas el olor de sustancias narcóticas. (Foto Prensa Libre, Brenda Martínez)

Actualmente existen 30 de estos en el país, y desempeñan funciones de detección de sustancias narcóticas, teléfonos móviles, dinero y explosivos en puntos estratégicos como aeropuertos, centros de detención, puertos marítimos y carreteras nacionales, explica el subcomisario Nicolás Cholotío, director de la referida escuela.

Las razas idóneas para ser perro policía, por su nobleza, agudeza olfativa y obediencia, son golden retriever, pastor alemán, pastor holandés, pastor belga y labrador. La edad en la que comienzan su formación es entre 6 meses y 1 año.

El tiempo promedio que se prolonga el entrenamiento, el cual depende de las habilidades y de la adaptación del can, es entre dos y tres meses. Su vida laboral es entre ocho y 10 años. Luego, se jubilan o son adoptados por sus guías, por el gran afecto que se demuestran mutuamente.

Los agentes se encargan de alimentarlos, bañarlos, sacarlos a pasear y jugar con ellos.

Kira, 9 años


Esta pastora belga es hiperactiva, no pierde de vista ni un instante a su guía, el agente César Cruz Canté, y ladra si este se aleja de ella. “Le gusta trabajar rápido y sin correa. Cuando detecta una sustancia da vueltas y me ve. Me gusta cuando ella disfruta jugar al aire libre”, dice.

Jack, 8 años

Es un pastor alemán muy activo, dócil, noble y le gustan los niños. Su guía desde el 2008, el agente Juan Carlos Farfán, refiere que ha detectado muchos cargamentos de drogas en Puerto Quetzal. “Lo quiero, le tengo un gran afecto y espero adoptarlo cuando se jubile”, dice.

Sam, 8 años

Este “agente” mezcla de labrador con pastor belga está ahora de descanso. Es tranquilo y paciente en la búsqueda de sustancias. Es uno de los más experimentados en labores en el aeropuerto y Puerto Quetzal. Disfruta demostrar sus habilidades en centros educativos del país.

Charlie, 4 años y medio


“Le gusta mucho jugar, es amigable y sabe que va a trabajar cuando ve la correa”, dice la guía de este labrador, la agente Marlin Najarro. Cuando detecta alguna droga, se sienta en el lugar y espera su recompensa: elogio verbal y jugar con una pelota, como sus compañeros.

ESCRITO POR:

Brenda Martínez

Periodista de Prensa Libre especializada en historia y antropología con 16 años de experiencia. Reconocida con el premio a Mejor Reportaje del Año de Prensa Libre en tres ocasiones.