Consejos de abuela

Si un hijo vive con estímulos aprende a amar y a ser feliz. Leí hace muchos años los consejos de una abuela muy sabia, que recibió al final de la vida muchas bendiciones. Vio crecer a todos sus hijos y nietos hasta verlos triunfar, todos con familias bien integradas y como hombres de bien.

Ciertamente, ahora los tiempos han cambiado y también la educación de los hijos, pero lo que nunca debe faltar en la familia son los principios y los valores que los padres deben inculcar siempre. 

Por ejemplo, un niño que vive en un ambiente de cariño, de amistad, de comprensión y de respeto mutuo, aprende a encontrar amor en el mundo. Si un niño vive en un hogar con justicia aprende a ser justo, si vive en un ambiente de seguridad aprende a tener fe.

Así, está comprobado que todas estas vivencias dejan profundas raíces en la formación de los hijos y los hace crecer como hombres libres y seguros.

Pero en cambio, cuando un hijo crece en un hogar hostil, en medio de la crítica y la violencia, aprende a condenar y a sentirse culpable e intolerante porque es lo que ha visto.

Lo que más preocupa en estos tiempos es que la juventud actual es que está siendo absorbida por motivos extraños, por la falta de amor y la intolerancia, y por tantos factores sociales que destruyen la moral, la alegría, la felicidad y el porvenir.

La tecnología es un arma de dos filos. Ha entrado en los hogares con sus encantos y sus riesgos, pero a la vez robando el calor humano de la familia tradicional. Ahora los hogares son más fríos y las familias incomunicadas, y paradójicamente, porque se va perdiendo ese contacto con las viejas generaciones.

Albert Einstein lo predijo: Tengo miedo del día en que la tecnología sobrepase a la interacción humana. El mundo será una generación de idiotas.

Pero quiero llegar a los consejos de esta anciana, para las madres y los padres jóvenes, que aún tiene abierto su entendimiento.

“Dice: Apliqué a mis hijos con la ayuda de Dios, lo siguiente: Respeto a los hijos en todas sus edades, se les dio su lugar desde que nacieron; siempre se les puso atención y se les escuchó. Sus intereses propios fueron muy importantes para nosotros”.

“A ellos, les fue dedicado mucho tiempo para sus estudios, para sus juegos. Leyéndoles, cantándoles, paseando con ellos. Les estimulamos para que aprendieran a hablar con la verdad y ese fue su lema. Nunca se les permitió mentir. Normas estrictas, educación moral y de urbanidad. Fe en Dios siempre. Y dice: Que tu hijo hasta los 10 años te tema. Por supuesto, se trata de ese temor relacionado con la  obediencia, por amor, no por miedo como el que Dios espera de nosotros”.

rina.montalvo@

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