Esposas atrapadas

“La gran verdad es que la vida está hecha de decisiones”.

Rina: Necesito compartir con usted una situación muy penosa. Se trata de la mejor amiga que he tenido, desde que estudiamos juntas en el colegio y nos quisimos como hermanas. Lamentablemente, nuestra amistad terminó cuando ella se casó con un hombre egoísta, celoso, mujeriego, que la ha maltratado siempre.

Ese hombre la aisló y no le permitió relacionarse con nadie. Yo siempre supe que su matrimonio la llevó a la esclavitud y siento mucha pena por ella, pero tuve que sacrificar su amistad para no tener más problemas.

Por años no pude verla y sabía del martirio que ella estaba viviendo en su matrimonio, y siempre me preocupó no poder hacer algo por ella, hasta que un día la busqué y nos reunimos en un lugar donde nadie pudiera vernos y para que su esposo no lo supiera.

Ya no era aquella muchacha alegre como antes, se había convertido en una mujer marchita, que reflejaba sufrimiento. Nunca había tenido la oportunidad de hablar con alguien sobre su vida de maltrato y humillación, que sufría a la par de un hombre de mal carácter, egoísta, celoso y explotador, que nunca la quiso. Sus padres estaban divorciados, su madre vive en el extranjero y ella quedó con su padre y su madrastra. Lo que me preocupa es que mi amiga ya no aguanta más.  Cayó en una depresión severa y parece rendida, y sin ganas de luchar. Yo quisiera ayudarla Rina, pero no sé cómo hacerlo.

Querida amiga.  Traté de resumir lo más importante de esta larga historia, tratando siempre de no identificar el caso con más detalles.

Entiendo que su propósito es ayudar a su amiga en aras de una amistad leal y sincera, que no se ha perdido con los años.  Creo que lo que usted más quisiera, es rescatarla de ese difícil trance que está viviendo al lado de un hombre machista y explotador, que se casó con ella sin quererla y por si esto fuera poco, la mayor crueldad que este hombre está haciendo es con sus hijos, destruyendo su futuro y su felicidad.

No es fácil encontrarle una salida al problema de su amiga, porque ella debe  tomar la decisión de dejar a ese hombre, antes que termine de matarla. Claro que puede ayudarla aconsejándola, apoyándola con sus nobles sentimientos y ayudándole moral y económicamente. Pero lo que no puede hacer es tomar decisiones por ella, obviamente.

Ella necesita  pedir ayuda a los tribunales de justicia, para que la protejan. Para eso están las leyes en defensa de las mujeres abusadas y maltratadas. Su consejo será que no espere más en acudir al Ministerio Público, porque allí encontrará apoyo y la seguridad de sus hijos. Todas las mujeres que sufren estos atropellos deben hacerlo sin miedo.

Rina.montalvo@gmail.com

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