Salud y Familia

La importancia de dar buenas mordidas

Los problemas que afectan a la parte oral motora —boca, encías, lengua, dientes— varían, desde condiciones causadas por mala higiene hasta relacionados con labio leporino, paladar hendido y mala posición de piezas que causan una mala mordida.

La imagen muestra ejemplos de problemas por la mala posición de las piezas dentales. (Foto Prensa Libre: cortesía de Sonríe)

La imagen muestra ejemplos de problemas por la mala posición de las piezas dentales. (Foto Prensa Libre: cortesía de Sonríe)

En la mordida ideal los dientes superiores deben encajar con los inferiores. La articulación de la mandíbula tiene que estar centrada y los músculos, ligamentos y tejidos que intervienen en la masticación, equilibrados. A esto se le llama oclusión ideal, pero si no la hay los dientes están desalineados y como tal habrá mordidas incorrectas, lo cual repercutirá en efectos indeseables, señala la médica Annya Vela, especialista en Ortodoncia y Ortopedia Maxilofacial de Clínicas Dentales Sonríe.

Al no estar los dientes en la posición alineada, el individuo debe adaptarse y posiciona incorrectamente la mandíbula, lo cual provoca tensión y sobrecarga los músculos de la masticación. Eso puede causar dolores de cabeza y cansancio al masticar, añade Vela.

Otro efecto negativo por la mala posición dental es que existen zonas de acumulación de restos de comida, y la placa bacteriana desencadena caries, mal aliento y problemas de encías.

Si los dientes están muy proyectados hacia adelante los labios no pueden cerrarse adecuadamente. Las discrepancias en el tamaño de los maxilares, o mala posición de los maxilares, afecta la estética del rostro.

Es importante destacar que todos estos problemas empeoran con el tiempo si no se tratan, pues los procesos son degenerativos. El tratamiento de ortodoncia puede solucionar algunos problemas de la mordida y equilibrar la masticación, y evitar que las afecciones se agraven, enfatiza Vela.

Otros problemas

Cuando hay contactos incorrectos entre los dientes, se sobrepasan las fuerzas masticatorias que estos soportan y puede perderse el tejido dental, en forma de fisuras o desgastes. Estos últimos pueden darse en las superficies donde los dientes hacen contacto entre sí, o en el cuello de estos. La consecuencia más común de la pérdida de esmalte es la sensibilidad dentaria.

Vela agrega que cuando se ejerce presión para acomodar la mandíbula, esa magnitud de la fuerza puede sobrepasar la capacidad de los tejidos que rodean a la pieza. Si a esto se suma que los dientes estén apiñados, rotados y/o en mala posición respecto a su hueso, la tendencia a que se presente retracción gingival y pérdida de hueso es mayor porque el hueso que los cubre es más delgado y débil, y la encía queda sin soporte. Esto causa debilitamiento de las piezas y pérdida prematura.

Otro problema es la articulación temporomandibular que guía los movimientos de la mandíbula a través del disco articular. Cuando este se altera se pierde la coordinación de los componentes de la articulación, produciéndose ruidos al abrir y cerrar la boca.

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